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Raimundo Fitero

Dulces ladridos

Conocidos como mascotas, los perros están adquiriendo un estatus social que para sí quisieran muchos seres humanos. Horas antes de ser noticia que la administración de Barack Obama había establecido una estrategia de apertura de las vías de penetración económica en Cuba, nos habían entretenido durante bastantes tramos de los noticiarios con la llegada a la Casa Blanca del perro de Obama, que nos dicen para mejor entendimiento que es de una raza de origen portuguesa. El selectivo sistema de comunicación del nuevo presidente americano ha considerado que el perro es bastante más asimilable que los marines disparando contra los piratas y por ello nos han ofrecido tantos detalles sobre esta circunstancia canina.

Como en todas las catástrofes, la utilización de perros especialmente preparados para descubrir entre los escombros a los cuerpos de quienes están atrapados, con vida o sin ella, forman ya parte del paisaje. Siempre aparece un especialista, las más de las veces formando parte del voluntariado, que nos explica los valores de sus entrenados canes. En Italia no faltaron estos apuntes al margen de la noticia central, al igual que los honores a un perro de nueve meses que según sus dueños les salvó gracias a los avisos previos a cada movimiento de la tierra. Una leyenda que se amplía.

La Sexta había cometido un craso error quitando «Padre de familia» de la programación de tarde, tras el noticiario, y ya ha rectificado, con lo que podemos disfrutar del perro de la serie, el más sensato de todos. Nos sentimos mucho mejor. Y es que queremos mucho a los perros, tanto que en Badajoz, por el atropello de uno se liaron a tiros dos familias. Se supone que había rencillas y agravios previos, pero fue tocar al perro y empezar la balasera.

Pero quizás lo más fantástico de muestra de amor a los perros fue lo que nos cuenta que sucedió en las proximidades de Madrid, cuando se paró a un automóvil que circulaba de manera un tanto rara, y en los asientos viajaban cinco adultos y un perro, pero al escuchar los agentes ruidos en el maletero, lo abrieron y encontraron a dos niños. ¿Se puede decir algo más? Esperamos tus dulces ladridos.

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