Alertan del estado de los inmigrantes en huelga de hambre en Bélgica
Cerca de 600 inmigrantes siguen con la huelga de hambre que iniciaron hace dos meses para exigir al Gobierno belga ser reconocidos como ciudadanos de pleno derecho. Los médicos han alertado de la gravedad de su estado, ya que algunos presentan «complicaciones severas».
GARA |
«Estoy dispuesto a seguir hasta el final; hasta la obtención de los papeles o la muerte», afirmó Amed Bobobarry, uno de los casi 600 inmigrantes en huelga de hambre desde hace dos meses para ser reconocidos como ciudadanos de pleno derecho por el Gobierno de Bélgica.
Bobobarry, de 24 años, es originario de Guinea y contable de profesión. Huyó de su país tras haber pasado dos meses en prisión por su actividad sindical.
«Llevo en Bélgica desde hace tres años. Me han tratado como a una rata, haciendo trabajos de manera clandestina y con miedo a que me expulsen en cuanto asome la cabeza», manifestó a la agencia AFP.
En marzo de 2008 creyó encontrar la solución a su situación cuando los cinco partidos de la mayoría gubernamental anunciaron una nueva política de extranjería basada en la obtención de puntos, que dependían en gran medida de la actividad laboral desempeñada en Bélgica. Un año después, tales directrices siguen sin aplicarse.
«Desesperado» pero con «determinación», el pasado 16 de febrero, Bobobarry decidió iniciar la huelga de hambre junto a otros 102 inmigrantes. «Tengo problemas de riñón», explicó sobre uno de los colchones instalados en el aparcamiento subterráneo de la Universidad flamenca de Bruselas, donde los huelguistas, procedentes de una docena de países africanos, han encontrado refugio. Hace dos meses pesaba 74 kilos, ahora, 54.
El párking no tiene ventanas ni sistemas de ventilación. El martes, un voluntario les llevó agua con azúcar y té.
Los médicos han expresado su «viva inquietud» por el estado de los inmigrantes. Algunos presentan ya «complicaciones severas» con riesgo de muerte.
Pese a la dimensión de la protesta y el estado de deterioro de los inmigrantes, el ministro belga de Inmigración se mantiene inflexible. La única salida, dijo, es que «dejen la huelga. Sus peticiones no pueden ser aceptadas».