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Investigación periodística de una conspiración política

«La sombra del poder»

Llega uno de los estrenos que más prometen en la cartelera del 2009, en su recuperación del mejor thriller político inspirado en modelos como «Todos los hombres del presidente», donde la investigación periodística servía de vehículo para desenmascarar públicamente una trama de corrupción. Russell Crowe es el competente reportero encargado del caso.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Son muchos los analistas del audiovisual que defienden la actual ficción televisiva, incluso asegurando que se hacen mejores dramáticos para televisión que para el cine. Una de las miniseries favoritas de los conocedores de la extensa y variada programación de la pequeña pantalla es «La sombra del poder». Por supuesto es inglesa, y se puede adquirir en una edición en DVD compuesta de dos discos, con la seis horas completas. Los más entusiastas pueden llegar a vérsela de un tirón, para así disfrutar plenamente de las actuaciones de John Simm, David Morrisey, Bill Nighy, James McAvoy y Marc Warren. Ninguno de ellos aparece en la versión cinematográfica, y eso que el escocés Kevin Macdonald ya dirigió a su compatriota James McAvoy en su anterior largometraje «El último rey de Escocia».

Pero en Hollywood quieren que el espectador se olvide del producto televisivo original cuando va a ver la correspondiente película, y es por ello que la Universal ha preferido reunir un reparto de lujo del todo distinto, alrededor de un actor tan prototípicamente norteamericano como Ben Affleck, perfecto para el papel de joven y ambicioso congresista salpicado por las corruptelas de Washington.

Está claro que el cotizado equipo de guionistas que ha adaptado «La sombra del poder» ha tenido que trabajar sobre el argumento televisivo creado por Paul Abbott, pero teniendo en mente clásicos del género hechos para la gran pantalla, con «Todos los hombres del presidente» como principal referencia. El director Kevin Macdonald ha confiado en su guionista de confianza Peter Morgan, quien ha colaborado estrechamente con el Tony Gilroy de la saga «Bourne», además de con Billy Ray («El precio de la verdad») y Matthew Michael Carnahan («Leones por corderos»).

Este último, hermano del pujante cineasta Joe Carnahan, llegó a sonar para dirigir la película, lo que hubiera supuesto su debut en la realización. Sin embargo, la confección del guión cinematográfico fue tan exigente que demandó toda la concentración de los cuatro implicados en su escritura, al menos de forma acreditada. Su misión era doble, al consistir en condensar un drama televisivo de seis horas en una película de dos, dándole de paso un nuevo giro capaz de sorprender a quienes ya conocieran el relato previo.

En esa remodelación ha tenido mucho que ver la citada influencia de «Todos los hombres del presidente», por cuanto el clásico de Alan J. Pakula aporta la relación entre el periodismo de investigación y los casos de corrupción política. El hecho de que uno de los símbolos presentes dentro de las localizaciones sea el edificio Watergate lo dice todo al respecto. De ahí que los personajes centrales estén inspirados en cierta medida en los entonces interpretados por Robert Redford y Dustin Hoffman. Pensando en sus recordadas actuaciones, los productores de «La sombra del poder» habían pensado en Brad Pitt y Edward Norton como protagonistas. Pitt estuvo incluso en la redacción del Washington Post para preparar su papel de reportero, pero hubo algo que no le terminó de gustar en la enésima versión del guión y renunció.

El contratiempo trajo consigo un retraso del rodaje, emparejado con la preparación de una demanda por incumplimiento de contrato por parte de la Universal, que finalmente no prosperó. A Norton le tocó esperar, hasta que tuvo que abandonar también el proyecto por tener que incorporarse a otros rodajes pendientes.

Los admiradores de «La sombra del poder», que ya los tiene, afirman que el cambio de pareja estelar ha sido beneficioso, en vista de lo bien que funciona el emparejamiento entre Russell Crowe y un felizmente recuperado Ben Affleck, en una caracterización de joven político entrampado que le sienta como un guante. Por su parte, el australiano incorpora a un periodista de raza de un modo muy entusiasta y harto creíble. Russell Crowe luce su aspecto más agresivo, con barba y pelo larga, lo que contrasta con el aspecto pulcro y formalista de su oponente. De hecho, con su apasionada actuación encarna lo que más gusta a cuantos aplauden las innovaciones que presenta la versión de cine, las cuales giran en torno a la actual competencia entre el tradicional periodismo escrito y las ediciones digitales de los diarios. Ni que decir que este viejo héroe comulga con el incomparable olor a tinta del papel impreso, así como todo lo que tenga que ver con el lado humano de la noticia, dada la cercanía que transmite la prensa de toda la vida frente a la frialdad de Internet.

El guión final de «La sombra del poder» se inscribe de lleno en el género conspirativo que está tan de moda, pues parte de la investigación de un crimen sin aparente importancia, cuyas pistas llevan a una trama criminal mucho más compleja con derivaciones al más alto nivel. El olfato de un periodista de Washington con oficio permitirá ir sacando a la luz lo que se esconde detrás del caso, pese a la relación personal que le liga al político directamente afectado.

El primer doble asesinato desentraña la existencia de unas fotos que comprometen al cargo público en cuestión, quien tiene mucho más que tapar que una simple infidelidad matrimonial, dada su vinculación a empresas multinacionales con intereses en países como Irak y Afganistán. Atención a la aparición secundaria del actor Jason Bateman, como el ambiguo tipo que posee las respuestas a las preguntas claves al estar situado justo en medio del escándalo, y que responde al nombre de Dominic.

LARGO PROCESO

El proceso previo al rodaje fue largo. Empezó en 2003 con el material escrito por Paul Abbott para una miniserie de la BBC. A poco de estrenarse, Andrew Hauptman empezó a negociar para obtener los derechos.

OLFATO

El olfato del periodista Cal McCaffrey le lleva a desenmarañar los misteriosos asesinatos de algunas de las figuras más prometedoras de la política y de la gran empresa estadounidense.

Los documentales del realizador escocés

El realizador escocés Kevin Macdonald debutó con el documental «Making of an Englishman», dedicado a la obra cinematográfica de su abuelo, que no fue otro que el legendario cineasta Emeric Pressburger. Después siguió haciendo documentales cinéfilos, en los que estudió a los maestros Charles Chaplin o Howard Hawks. Pero su fama de documentalista se la debe a «One Day in September», con el que ganó el Óscar por su recreación de los atentados de las Olimpiadas de Munich de 1972. En nuestro mercado se estrenó su posterior «Tocando el vacío», emocionante y realista incursión en el cine de montaña, basada en una accidentada expedición a la cima andina de Siula Grande, y que incluía entrevistas con los escaladores que protagonizaron aquella experiencia extrema. Más recientemente ha dirigido el polémico y no menos impactante documental sobre el nazi Klaus Barbie, titulado «My Enemy's Enemy». Esta película la hizo en el 2007, después de rodar la ficción «El último rey de Escocia», por lo que se supone que el de Glasgow nunca va a dejar el género documental en el que se formó y al que debe un estilo, con la verosimilitud de lo narrado como guía reconocible. M. I.

Kevin Macdonald también hace ficción

Todavía es pronto para saber si Kevin Macdonald adquirirá dentro de la ficción el prestigio ganado como documentalista a sus 41 años, pero de momento todo apunta a que sí. Esa confianza se la debe al éxito crítico de «El último rey de Escocia», con la que conseguía un Óscar para la interpretación de Forest Whitaker. Su poderosa caracterización del dictador Idi Amin impresionó a la Academia, aunque el verdadero protagonista de la película era el médico escocés que se enfrentaba al genocida ugandés, encarnado por James McAvoy. Aunque se trata de una ficción, no se le puede negar la influencia del documental que Barbet Schroeder hizo sobre la misma figura política en el año 1974, con el título de «General Idi Amin Dada». La base argumental está sacada de una novela de Giles Foden, adaptada para la pantalla por Peter Morgan, que convierte en éxito todo lo que toca, y ahí está su colaboración con Stephen Frears para «The Queen». Es por ello que Macdonald ha querido contar también con Morgan para su salto a Hollywood con «La sombra del poder», pese a que la producción ya tenía en nómina a otros guionistas no menos cotizados. M. I.

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