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El polvorín del cáucaso

Derechos humanos e islamización de la juventud

 Barcelona ha acogido estos días un seminario sobre el Cáucaso Norte en el que se ha debatido la aplicación de la justicia en la región y la extensión a las repúblicas vecinas de un conflicto que desde hace tiempo pasó a segundo plano para los gobiernos europeos.

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Ricard ALTÉS | GAIN

Sigue siendo difícil entender el término justicia aplicado al Cáucaso Norte. Ésta podría ser una de las conclusiones de la decena de intervenciones que se presentaron en el seminario «Conflictos y justicia en el Cáucaso Norte» organizado por la Lliga dels Drets dels Pobles (LDP) en su campaña «Txetxènia, trenquem el silenci» (Rompamos el silencio- http://www.txetxenia.org/). A pesar de la ausencia por motivos burocráticos de dos de los ponentes que más luz podían aportar a lo que sucede hoy en esa parte del mundo -Zainap Gashaieva y Usam Baysaiev-, el seminario destacó por la contundencia de algunas exposiciones.

La primera corrió a cargo de Rafael Vilasanjuan, ex director general de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el Estado español y actualmente subdirector gerente del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Vilasanjuan destacó el proceso que ha vivido Rusia en sus dieciocho años de vida, «a punto de cumplir la mayoría de edad», durante los que el gigante euroasiático ha pasado de ser el estandarte del comunismo a cerrarse en un nacionalismo con tintes racistas, en el que reina un estado de impunidad constante donde los ciudadanos son el enemigo.

Habló de su experiencia en 2002 como secretario internacional de MSF, cuando se produjo el secuestro en Daguestán de Arjan Erkel, entonces coordinador general de esta organización en el Cáucaso Norte. Ello le hizo comprender la esencia de Rusia como «democracia totalitaria», en la que el Estado controla hasta el último engranaje del sistema. También destacó que el silencio de las cancillerías e instituciones europeas en relación con el caso checheno convierte a Europa en cómplice de Rusia, cuyo gobierno ha conseguido lo que pretendía gracias al aislamiento impuesto y al apagón informativo de la región.

Roemer Lemaître, director jurídico de la Iniciativa Rusa de Justicia (www.srji.org), organización que ofrece consejo legal a las víctimas de violaciones de los derechos humanos en el Cáucaso norte, repasó los mecanismos mediante los cuales las víctimas pueden recurrir al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Se centró en casos concretos de jóvenes chechenos que han sufrido arrestos injustificados, torturas, etc. Desde que Rusia firmó la Convención de los Derechos Humanos en 1998 hasta el año 2005 no se produjo ninguna sentencia favorable a las víctimas en los procesos legales iniciados contra autores de las atrocidades en Chechenia, a pesar de tener pruebas irrefutables contra ellos.

Ha sido a partir de 2005 que de forma tímida se han sucedido sentencias favorables a las víctimas, aunque destacó sólo un caso de sentencia condenatoria aplicada en octubre de 2008 contra un oficial ruso. Por supuesto, la larga lista de cifras presentadas tienen un común denominador: el miedo a denunciar y a sufrir represalias. Ése es el principal problema, así como la impunidad de la justicia.

Por su parte, Oksana Chelisheva, periodista y directora de la Sociedad para la Amistad Ruso-Chechena, expuso el trabajo que desarrolla su organización desde Finlandia, perseguida y clausurada en Rusia. A su vez, presentó el estudio realizado con miembros de todas las partes en conflicto, cuya conclusión fue el reconocimiento de que ambas partes han cometido delitos durante todos estos años, algo importante, ya que no condena a una parte como única culpable. Chelisheva no ahorró críticas a la falsa cara amable, «gobernada por un corazón sucio», con la que se intenta presentar el régimen de Ramzan Kadirov en Europa.

Por su parte, Shoma Chatterjee, coordinadora del Proyecto Chechenia de la Sociedad para los Pueblos Amenazados, se centró en el trabajo que están realizando para catalogar, sistematizar y preservar una base de datos en la que se recogen grabaciones en vídeo de los delitos cometidos por las autoridades durante las dos guerras rusochechenas. Se ha conseguido reunir este material audiovisual gracias al trabajo desarrollado por la ONG Ekho Voini (Eco de la Guerra), dirigida por Zainap Gashaieva -una de las dos bajas del seminario- y cuyo resultado más destacado es el documental Coca, la paloma de Chechenia (2005). Actualmente se trabaja en los requerimientos y el marco legal para hacer posible el acceso a través de internet de todo este material.

La segunda ronda, en la que se analizó la extensión del conflicto a otras regiones, se inició con la aportación del historiador checheno Mairbek Vachagaiev, quien habló de la radicalización de los jóvenes en el Cáucaso norte. Vachagaiev esbozó los tres perfiles de tendencia islamista a los que se adscribe la juventud. Por un lado, habló de una tendencia a un islam radical, la imagen que Rusia tiene más interés en mostrar ante la comunidad internacional para justificar la presencia militar, y que está encabezada por Dokka Umarov. Seguidamente, analizó el pretendido sufismo del que se nutre el régimen de Kadirov, de cara amable y contenido salafista, aunque completamente vacío de convicciones religiosas y que tan sólo es una «postura hipócrita». Por último, hay un grupo heterogéneo de jóvenes no adscrito a ningún movimiento.

Dos tendencias en la insurgencia

A su vez, certificó la existencia de dos tendencias en la insurgencia del Cáucaso norte: por un lado, el islam, piedra angular de los grupos en Daguéstan, Chechenia e Ingushetia y, por otro, en las repúblicas de Kabardino-Balkaria y Karacháievo-Cherkesia domina el elemento nacionalista. Describió asimismo el cambio de perfil del insurgente: «Si durante la primera guerra chechena y parte de la segunda encontramos a hombres entre 30 y 40 años con estudios primarios, en los últimos años la franja de edad se sitúa entre los 20 y los 30, con estudios superiores».

Las dos últimas intervenciones presentaron una visión general de la situación desde el punto de vista de las ONG. Friederike Behr, de Amnistía Internacional en Rusia, habló del miedo que tiene la población a la hora de denunciar casos de abusos, algo por otro lado comprensible si se tiene en cuenta el estado de amenaza constante en el que se vive en las repúblicas nortecaucásicas.

Por su parte, Thérèse Obrecht, presidenta de Reporteros Sin Fronteras, presentó las actuaciones que está llevando a cabo su organización y habló concretamente de los problemas que tienen los reporteros extranjeros para informar de la situación en el Cáucaso. No sólo trabajan bajo una presión política constante, sino también bajo amenaza. Pero la situación aún es más desalentadora para los profesionales independientes locales, ya que cualquier indicio de crítica contra el Gobierno puede costarles la vida. Ante esta situación, se contrapone la actuación de los medios controlados por el Gobierno, que pueden calificarse como el aparato de propaganda del régimen. Según una intervención del historiador Vachagaiev, «un ejemplo son las imágenes que ofreció la televisión chechena durante la presentación del hijo de Ramzan Kadírov ante sus subordinados, quienes le daban las `Gracias por haber nacido', en la línea de los regímenes despóticos asiáticos».

Como conclusión, Xavier Badia, director de la Oficina de Promoció de la Pau i dels Drets Humans del Gobierno catalán, habló del olvido en el que ha caído el conflicto de Chechenia y contra el que las instituciones deben luchar, con la ayuda de las ONG, en una dimensión de lucha por la paz y de defensa activa de los derechos humanos.

 
derechos humanos

El Movimiento ruso Por los Derechos Humanos vaticinó que no habrá mejora en la situación de los derechos humanos, que «son violados igual que antes» señaló su portavoz, Lev Ponomariov.

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