Xabier Silveira Bertsolari
Ahora o nunca, «¡all-in!»
Solución local para la crisis global. Yo produzco y yo vendo, tú compras y tú consumes. Yo gano el doble por mi trabajo y tú pagas la mitad por tus necesidades, que no tienen por qué ser básicas
Disfruto de la contradicción segundo a segundo, me regocijo en ella, la necesito en mí, conmigo, todo el rato. Si no...
Contradicciones, tan dadas ellas a converger entre sí, a sumarse y parecerse a la razón bastante más de lo que ella misma se reconoce en el espejo. Contradicciones, tales como la de estar convencido de que la lucha antiglobalización sólo es viable respondiendo a nivel local. Por ejemplo, ¿esas cumbres del FMI o del Banco Mundial se sabotean, pregunto, o siquiera entorpecen acudiendo masivamente a la ciudad en la que se celebra el encuentro y enfrentándose a pedradas a la policía de turno? Lo dudo. En cambio, si cada vez que se reunieran estos entes asesinos (FMI, BM...) cada uno de los asistentes a las protestas arriba citadas (decenas de miles) quemara un banco en su localidad de origen, ¿Cuántas cumbres más se organizarían?
Contradicciones, de acuerdo, quién sabe si de acuerdo o en desacuerdo. Pero, a lo que íbamos, doblo la apuesta, race, y vuelvo a reivindicar lo global a nivel local. «El póquer invade Euskal Herria», GARA, a dos páginas. Y yo que la flipo. Y no por feo, ni malo ni de fuera, sino por todo lo contrario. ¡Qué auténtica locura! No perderé espacio literario explicando el Texas Holdem, el de sin límite, la competición en estado puro según la leyenda que es Doyle Branson; hace ya años, cuando quiso hacer efectivo todo su dinero (ganado al póquer a los magnates locales) para irse de Texas, dejó el Estado seco. Seco, sí, que es como está quedando éste nuestro país sin estado, sin límite de apuesta y con una renta per cápita que cae como el euro, como Carrero.
Dicen los libros históricos y los periódicos que cualquiera puede invadir este nuestro país cuando le dé la gana; país éste que no será a buen seguro mejor que otros, y yo doy fe de ello, pero es el que tenemos, el nuestro. ¿Qué tal si lo invadimos? Y no, no hablo de tomar las plazas de los pueblos con armas, no, sino de tomar las plazas de todos nuestros pueblos y barrios con ferias, feiras, azokak. Al asalto, solución local para la crisis global. Yo produzco y yo vendo, tú compras y tú consumes. Yo gano el doble por mi trabajo y tú pagas la mitad por tus necesidades, que no tienen por qué ser básicas. Hortalizas, carne, pescado, textil, literatura, audiovisuales, música, artesanía... Todos los días Urretxuko Feria en un lugar diferente, todos los días Durangoko Azoka en otro punto de la geografía vasca. Y por el mismo precio, y de regalo, relaciones sociales, vida en la calle y vida en nuestras entrañas oxidadas por el sinsentido de la última década. Porque, vamos, ¿no creeréis que todos vamos a acabar viviendo de jugar al póquer, verdad primos? A una oveja la podemos esquilar muchas veces, pero despellejarla sólo una vez, dijo Amarillo Slim. Si no vemos que este país lo han despellejado ya, ¿no será que las ovejas somos nosotros? Balar y ver, pasar y subir. Dos estilos de juego, dos formas de vida.
¿Les echamos una manita a los capitalistas?