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Fermín Gongeta sociólogo

El cluster del totalitarismo

El autor pasa revista al panorama económico, social y político actual, y constata que en los tres ámbitos el poder desarrolla un férreo totalitarismo contra el que solamente puede resultar efectiva una oposición «unitaria en cada uno y en el conjunto de los campos». De lo contrario, augura, «una vez más el absolutismo nos destruirá».

Imito a Marcos Winocur (Argenpress, 11-11-2008), escribiendo: «El capitalismo le invita a usted y a su familia a la ceremonia de su incineración, que tendrá lugar en fecha y cementerio que se darán a conocer oportunamente a la prensa, en cuanto se produzca el fallecimiento. A la entrada se ofrecerán, cóctel de bienvenida...». Se afirma reiteradamente que el capitalismo está en crisis. Hay quien dice que el capitalismo que se halla en crisis es el financiero, el del dinero. ¡Como si existiesen muchas clases de capitalismo! En Alemania, el libro más vendido ha sido «El Capital» de Carlos Marx. Quieren comprobar si tuvo algo de razón, aunque no piensen cambiar nada.

Las noticias son alarmantes en los diarios escritos y televisados. Dicen que son los bancos quienes se hallan en crisis, que se han quedado sin dinero, porque lo concedieron con mucha facilidad y ahora no se lo devuelven. Aseguran que los países y los gobiernos también están en crisis, y el sector de la construcción, y las grandes superficies que mantienen que no pueden bajar los precios. Todos necesitan que los de a pié empecemos a comprar cosas. Afirman que para ellos somos importantes. Es mentira. No somos importantes para ellos, ni la situación se puede solucionar comprando cosas con el dinero que no tenemos.

Por fin, hablan también de las crisis de las empresas y dicen que se ven obligadas a cerrar. Es lo que llaman Expedientes de Regulación de Empleo... los ERE. A eso siempre se le llamó cierre de empresas y despidos. Las cosas no cambian. Únicamente se modifican los nombres para disimular la realidad. Las empresas tienen nombre, los despedidos no son más que números. Números en el INEM, números en los expedientes, números en las empresas; únicamente nos mantienen el nombre y apellido en la miseria que se vive en casa, en los bancos y la Hacienda que nos reclama el impuesto. Puede que el capitalismo se muera, cosa que no creo, porque los capitalistas resucitan una y otra vez sobre los hombros de la miseria. Y esta no deja de crecer en el mundo. El número de parados en Euskal Herria ha llegado a 141.000.

Ahora se ha descubierto al estafador Madoff; como en 1931 lo fue Stavisky con la creación del Crédito municipal de Bayona y la complicidad del diputado y alcalde Dominique-Joseph Garat. De allí nació el tango «cambalache» de Discépolo: «Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé... ¡Que falta de respeto, que atropello a la razón...!».

La crisis, el enriquecimiento, el robo lo han perpetrado ellos. ¿Qué hacen lo que nos gobiernan?... ¿Política? Discuten públicamente de temas que nada tienen que ver con la situación de penuria que se agrava día a día. Ellos no se reducen los sueldos. El Sr. Chaves se pavonea por las autonomías ofreciendo más dinero para su mantenimiento, que ellos llaman pomposamente financiación. ¡Cuánto descaro es preciso acumular para que mientras aumenta el paro se hagan promesas de incremento de capitales! Aquello a quienes, querámoslo o no, nosotros mismos hemos elegido, nos roban en impuestos, por cada kilo de patatas que compramos, y se lo gastan de manera tan ostentosa como estúpida.

Ellos utilizan además la operación despiste. Emplean nuevos nombres para designar permanentes realidades de opresión. Gobiernos y lacayos mediáticos, diarios y televisiones, han borrado de nuestro léxico todas aquellas expresiones que pudieran recordarnos situaciones de opresión y de lucha. A la suspensión de pagos de una empresa la llaman «proceso concursal» como si de un certamen o de una prueba deportiva se tratara. A la «explotación» de trabajadores se le denomina «exclusión» social.

En las informaciones estadísticas cada vez menos se habla de «salarios» que puede querer indicar el pago debido por el trabajo. Hoy se habla más de «coste del trabajo», como si se tratara de una carga a soportar y que convendría eliminar. A la «obtención de beneficios» se le denomina «creación de valor». A las «cotizaciones sociales» se les denomina «cargas sociales». A penas se habla de «despidos». Todo se reduce a «planes de acción», «estrategias empresariales» y «reestructuración» y «adecuación de plantillas». Llaman «población activa» lo mismo a quienes trabajan como a quienes, sin empleo, lo buscan. ¡Dramático! Mientras los despidos aumentan, los sindicatos, como los políticos, hablan. Discuten entre ellos sin solucionar los problemas de los trabajadores.

Y es que, CCOO es subvencionada por el Gobierno del Estado con 6,4 Millones de euros; UGT con 6,09 millones de ?; ELA con medio millón de euros y LAB con 230.000. ¿Pondría la garantía de mi trabajo, su defensa, en manos de unos sindicatos subvencionados por el gobierno? No extraña que el Estado Español tenga la tasa de sindicación más baja de la UE, estimada en un 13%, mientras Alemania la tiene en un 28%, Inglaterra en el 30%, Italia en un 38% y los países nórdicos en más del 50%.

Nos han modificado la escenografía del teatro en que vivimos para hacernos creer que la miseria y la dependencia es nuestro estado natural. De actores de nuestra existencia nos quieren convertir en pasivos espectadores de sus grandezas y atropellos. Mientras, en el Estado español se han superado los cuatro millones de parados y hay 1.068.400 hogares en los que todos sus miembros están en paro. A la miseria del sin trabajo quieren añadir la vergüenza de la mentira.

El cluster o racimo del totalitarismo en el que nos asentamos, se fundamenta en la opresión laboral y la dominación mediática, represiones inseparables del absolutismo político, que lleva a la persecución sistemática de la disidencia molesta. Se desgañitaron exigiendo que Batasuna entrara en las instituciones. Luego le reclamaron que se adaptara a ellas. Finalmente requirieron que condenara, para luego eliminarla políticamente. Mientras tanto, «mira hacia otro lado, ciudadano -nos dicen los medios de comunicación dóciles-, porque el problema es el terrorismo y no el paro». A eso se llama tortura mediática.

La táctica de los políticos es vieja en los gobiernos. Fue célebre en la época de De Gaulle en Francia que ofreció una visión idílica del Estado en el extranjero, mientras los problemas internos se acumularon hasta la explosión en mayo del 68. En el Estado Español, como en Euskal Herria, los gobernantes fijan su atención en ETA, en la Izquierda Abertzale, en ANV, en todo lo que suponga desacuerdo político. La persecución del discrepante es lo que engrandece al gobierno de la España una, grande y libre.

Emplean un truco tan sencillo como tirar de la lista prefabricada de molestos. Hoy les encarcelo y mañana elimino sus listas electorales en base a que ayer estuvieron detenidos. Hoy toca arrestar a unos, mañana a otros... porque todos ellos atentan contra la seguridad del Estado. Detienen, encarcelan, torturan y condenan de por vida en el Guantánamo y Goulag del infierno democrático, mientras los Estados español y francés se recrean con los trofeos de caza de los detractores de su supuesta democracia.

El totalitarismo siempre ha actuado y lo hará en el racimo político, económico, y mediático-cultural, cultivando el frentismo que pretende rechazar. Nuestra posición, o es unitaria en cada uno y en el conjunto de los campos, o una vez más el absolutismo nos destruirá.

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