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Pleno de investidura en el Parlamento de Gasteiz

Gradas para recibir a López, no para homenajear a Ibarretxe

Patxi López cerró su discurso recordando la lucha antifranquista de sus padres y abuelos y la represión que padecieron. Veinte segundos después, conocidos franquistas (reconvertidos hoy en demócratas de toda la vida) se levantaban de sus asientos para aplaudir sus palabras.

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Crónica | Ambiente

Iñaki IRIONDO

En las tribunas del Parlamento, en los pasillos y hasta en algunos sectores de los medios de comunicación se vivía ayer una indisimulada comunión entre seguidores del PSOE y del PP. Caminaban juntos, hacían corrillos, charlaban cómplices en sus asientos, mostrando una satisfacción común por haber desbancado al nacionalismo vasco de Ajuria Enea.

Cada grupo tiene una cuota de invitaciones en función de su peso en escaños, pero la correlación de fuerzas en el seno de la Cámara no ha variado tanto como se hacía patente en los palcos reservados para los invitados. Hasta la fecha, en todos los plenos de cierto interés eran mayoría abrumadora los seguidores del tripartito, porque a las invitaciones se sumaban una corte de altos cargos y personal de confianza del Gobierno de Lakua que engordaban la clac. Ayer el discurso de Juan José Ibarretxe apenas fue aplaudido por una treintena de entusiastas seguidores que quedaban en franca minoría frente a quienes conjuntamente desde la derecha y la izquierda ovacionaron a Patxi López.

Pero si esa sensación fue notable por la mañana, se hizo aún más visible cuando por la tarde Juan José Ibarretxe anunció que dejaba la política. Después de diez años como lehendakari, cabía esperar que en ese momento trascendental estuviera arropado por su partido. Pero en la tribuna apenas contaba con su mujer y sus dos hijas, con el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, y con la secretaria de la dirección jeltzale, Belén Greaves. Nadie parecía haber preparado debidamente el momento.

El PNV, esquinado

Pese a que el discurso del PNV se ha centrado desde el 1 de marzo en su victoria electoral y en la mayoría social abertzale, sus gestos no indicaban lo mismo. El partido y su candidato estuvieron ayer muy poco arropados en el Parlamento de Gasteiz. Daba la impresión de que ésta era una toalla arrojada ya.

Fruto de las esferas de poder que todavía conserva, el palco de autoridades era mayoritariamente jeltzale. Allí estaban los diputados generales de Gipuzkoa, Bizkaia y Araba, la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, el Ararteko y el lehendakari José Antonio Ardanza. En medio de todos ellos, el presidente del Senado, y además el del TSJPV y los presidentes de las JJGG de Araba y Gipuzkoa. También pasaron fugazmente por allí, ya por la tarde, Mariano Rajoy y el ministro de Fomento, José Blanco.

Pero en la tribuna de los principales invitados se podía observar una imagen que resumía el ambiente general de la sesión. En la esquina mejor situada del palco estaban la familia de Ibarretxe y los dos burukides mencionados. Apenas cinco personas. A partir de ahí, el resto de los asientos aparecían copados por conocidas personalidades del PSE y alguna del PP, muchas de ellas con cargos en Madrid. Allí estaban Txiki Benegas, Miguel Buen, Eduardo Madina, Ramón Rabanera, Ascensión Pastor, Pilar Aresti, Miguel Ángel Urquiza, Arantza Mendizabal, Patxi Lazcoz, Elvira Cortajarena, Ernesto Gasco, Leire Pajín, Dimas Sañudo, Izaskun Gómez, Imanol Zubero... y en la esquina, en el extremo opuesto de la familia de Ibarretxe, Begoña Gil, esposa de Patxi López.

Daba la impresión de que el ímpetu con el que llegaba la comunión unionista al pleno había arrinconado a los representantes del PNV, que para esta ocasión no movilizaron, por ejemplo, a sus diputados en el Congreso ni a sus senadores, como sí hicieron, evidentemente, el PSE y el PP.

En la tribuna superior, la presencia de cargos y simpatizantes de PP y PSE -además de rostros emblemáticos de grupos y fundaciones creados a su alrededor- era también abrumadoramente superior a la de seguidores de Ibarretxe. Entre éstos apenas podía verse alguna cara conocida de algún alto cargo de la estructura gubernamental en funciones.

Ayer la Cámara de Gasteiz era una fiesta para los unionistas y así se reflejaba claramente en las sonrisas de sus cargos políticos y también -no había supuesta objetividad profesional que pudiera ocultarlo- en las de algunas de sus estrellas mediáticas, llegadas varias desde Madrid para levantar acta «del cambio».

López, de abrazo en abrazo

En ese ambiente, Patxi López anduvo desde su llegada de abrazo en abrazo, de felicitación en felicitación, antes incluso de ser elegido lehendakari. Se le cuadraban los suyos, tan marcial como jocosamente lo hizo Eduardo Madina, antes de darse ambos un gran y sentido achuchón. Entró en el Parlamento de la mano de su esposa, por la puerta principal y precedido por un grupo de dirigentes del PSE. Poco más tarde, también Ibarretxe entró por la puerta grande, lo que no es habitual pues durante sus diez años de mandato casi siempre había elegido la de atrás. Quizá fuera porque era la última vez.

Cayó el telón de su mandato y, aunque ganó las elecciones -como reiteraron él y su partido también ayer hasta la saciedad- no volverá a sentarse en el Parlamento, ni en su escaño preferente ni en ningún otro.

Toca pasar página y hasta cambiar de agenda, como quedó demostrado en la mutación de color de la hinchada de las gradas del Parlamento. Habrá que ver qué pasa en adelante. Pero con el ambiente vivido ayer no quedaba otro remedio que rememorar el discurso de Iñigo Urkullu en el Aberri Eguna y su referencia a la zarzuela española.

 

comunión unionista

Los cargos y dirigentes del PSE y del PP que acudieron en masa a la sesion de ayer mostraron en los pasillos y en las tribunas que entre ellos hay una relación especial que va más allá de los once folios pactados y firmados para esta investidura.

LLENAZO

El Parlamento de Gasteiz tuvo ayer un llenazo desconocido en toda su historia. Si ya es habitual que en los pasillos se habiliten estudios de radio, ayer se emplearon todas las salas posibles -hasta la cafetería- para acomodar a los medios y a los invitados.

tiempos

Patxi López casi agotó los 90 minutos que tenía adjudicados para su discurso, Juan José Ibarretxe fue más breve -consciente de su papel- y tuvo una intervención más propia de la oposición que de una propuesta de investidura para lehendakari.

saludo del verdugo

El todavía presidente del TSJPV, Fernando Ruiz Piñeiro, abordó en la escalera y por la espalda a la esposa de Patxi López, Begoña Gil, para presentarse y saludarla. Es el mismo juez que se empeñó en llevar a López y Otegi al banquillo por hablar.

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