Crónica | Exposición en Olorón
El campo de concentración de Gurs combate el olvido 70 años después
El campo de Gurs, concebido inicialmente para el internamiento de refugiados vascos y que terminó convirtiéndose en la antesala de Auschwitz para varios miles de judíos, acaba de cumplir 70 años. Dentro de las conmemoraciones del aniversario, Olorón acoge una exposición que no sólo reivindica la memoria del propio campo, sino también la de la II República española, la represión franquista y la resistencia antinazi. L
Martin ANSO
Una bandera española republicana de grandes dimensiones engalana el acceso al espacio Laulhère de Olorón, una vieja fábrica de boinas que, en sus 3.000 metros cuadrados de superficie, acoge la exposición «De la resistencia a la democracia», organizada por una comisión integrada por entidades dedicadas a preservar la memoria, como Amicale du Camp de Gurs o Mémoire Espagnole Républicaine.
En realidad, es una exposición de exposiciones, pues está constituida por diecisiete muestras, en principio independientes, que los organizadores han recabado de distintas instituciones y entidades; desde el Centro Jean Moulin de Burdeos o el Museo de la Resistencia de Pau hasta el Gobierno de Aragón o la asociación Ikerzaleak de Zuberoa y el colegio Saint François de Maule.
El centro del espacio está ocupado, lógicamente, por una exposición titulada «El campo de Gurs, de la Guerra de España a la Soha». Una veintena de paneles informan, a través de fotografías y testimonios, de la historia de este campo, quizá el más importante del Estado francés, por el que, entre 1939 y 1943, pasaron más de 60.000 personas, entre ellas, 6.550 vascos. De hecho, el primer contingente que llegó al campo en abril de 1939 era vasco. Y es que, en origen, se trataba de un campo para acoger refugiados vascos de la Guerra Civil, que no tardó en convertirse en un campo de concentración también para otros exiliados republicanos, miembros de las Brigadas Internacionales y, finalmente, sobre todo judíos de diversas partes de Europa. Finalmente, 4.000 de ellos subieron al tren en Olorón, según recuerda la placa conmemorativa inaugurada este mismo fin de semana en la estación de la localidad bearnesa, y fueron trasladados a Auschwitz. Nunca más se supo de ellos.
El campo, construido a marchas forzadas en apenas 42 días, estaba constituido por 382 barracas de madera, aptas, en principio, para albergar hasta 18.000 personas, aunque esa cifra quedó ampliamente rebasada desde el mismo día de la inauguración. La falta de servicios y el hacinamiento hacían que las condiciones higiénico-sanitarias fueran deplorables y las condiciones de vida pésimas.
La información que brinda la exposición invita a realizar una visita al propio lugar donde estuvo emplazado el campo, a escasos kilómetros de Olorón. Acondicionado como parque de la memoria en 1994, allí quedan 1.073 tumbas de personas que fallecieron internadas en Gurs. Están agrupadas en torno a dos monumentos, uno dedicado a las víctimas judías y otro a las de exiliados republicanos y de las Brigadas Internacionales. También hay un recuerdo expreso a la presencia de refugiados vascos.
En el espacio Laulhère, junto a la exposición dedicada a Gurs, se encuentra otra que la complementa, sobre el conjunto de campos de concentración existentes en Europa. En el centro de esta muestra puede verse uno de los uniformes a rayas de los presos, con el triángulo rojo en el pecho, que identificaba a los considerados comunistas.
Pero en la antigua fábrica hay sitio para mucho más, por ejemplo, para una exposición sobre la aportación de los republicanos a la resistencia francesa, en la que no falta una mención expresa al Batallón Gernika. O para un centenar de imágenes captadas en el frente de Aragón por la Unidad Fotográfica de la Brigada Lincoln, en la que participaron 2.800 estadounidenses, comunistas en su mayoría, pero también socialistas y anarquistas. Son imágenes de gran valor documental, que reflejan los efectos de la guerra en localidades como Belchite o Teruel, pero, sobre todo, la vida cotidiana de los brigadistas, captados por la cámara cuando estaban despiojándose o participaban en la recogida de aceitunas.
El Círculo Republicano de Jaca ha aportado al espacio Laulhère una muestra sobre la fallida sublevación de los capitanes Galán y García Hernández, ejecutados apenas unos meses antes de que se proclamara la República, y la asociación Ikerzaleak y el colegio San François de Maule, un trabajo sobre las repercusiones de la Guerra Civil en Zuberoa.
Pero, como la memoria no debe ser un mero ejercicio de nostalgia, también hay exposiciones que proyectan el pasado hacia nuestros días, como la que presenta CIMADE, titulada con amarga ironía «Esto no es una prisión», en la que muestra imágenes tomadas en los actuales centros de internamiento de emigrantes. O el trabajo sobre el racismo realizado por el Patronage Laïque des Petits Bayonnais.
La exposición del espacio Laulhère, en torno a la cual se han organizado numerosas actividades (el programa está disponible en www.oloron-ste-marie.fr), podrá ser visitada todos los días hasta el 16 de mayo, de 9 a 12 y de 14 a 19 horas. El acceso es libre.