Aunque no jugó, a César Cruchaga le tocó ayer la parte mala de su condición de capitán. Había que dar la cara después de lo ocurrido frente al Recreativo y el de Ezkarotze no es alguien que se esconda cuando hay que dar explicaciones, bien sea para lo bueno como para lo malo.

Aparte del resultado, la mala actitud mostrada por casi todos los que el domingo formaron parte del once rojillo encrespó los ánimos de la parroquia. Un cabreo lógico el de la afición cuando el equipo de sus amores se está jugando la vida, y ellos invirtiendo parte de su dinero y salud en mantener un apoyo constante, que en algunos partidos no ha sido correspondido como se merecía por el esfuerzo de los futbolistas.

Consciente de ello, Cruchaga fue muy autocrítico con las últimas actuaciones de sus compañeros. «Después del Atlético de Madrid había mucha euforia y tras el Athletic, aunque no lo merecimos, lo vimos demasiado fácil, por lo que hemos vuelto a caer en los mismos errores de siempre», inició su discurso.

Para el veterano central, el equipo no ha dado el nivel esperado en los últimos partidos, además de considerar que «no es una casualidad que siempre nos pasen estas cosas» porque «tenemos que centrarnos en mirarnos a nosotros mismos y ver qué no estamos haciendo bien y si podíamos dar más de lo que hemos hecho».

En esa misma línea, el zaraitzutarra desechó de un plumazo posibles excusas para ampararse en errores de terceros u otras circunstancias. «Tenemos que dejar de hablar de las expulsiones y de los árbitros. Mantener la portería a cero con diez jugadores en tu casa y durante media hora no es un milagro, y menos para un equipo que se está jugando tanto», espetó.

Tras reconocer que los jugadores «somos egoístas y nos cuesta reconocer los errores y admitir las críticas», el defensa insistió en que «está claro que hemos estado a otro nivel y no lo demostramos ante el Recreativo. Esto es culpa de los futbolistas y del entrenador».

Propósito de enmienda

Las aguas volverán a su cauce si se firma una victoria en el Coliseum Alfonso Pérez, un campo maldito hasta bien reciente, pero que últimamente se está volviendo propicio para los navarros. «Tenemos la salvación en nuestra mano y en Getafe nos jugamos la vida. Después del palo del domingo, estoy convencido de que vamos a ver a otro Osasuna», aventuró.

Pese a la decepción ante los onubenses, la escuadra rojilla no estará sola. La iniciativa sin precedentes del club de adquirir más de un millar de entradas y venderlas a un precio simbólico, amén del viaje organizado por la Federación de Peñas, tendrá el fruto de un masivo e incondicional apoyo en las gradas getafenses. «No nos merecemos la afición que tenemos y lo único que podemos decirles es que confíen en nosotros», dijo.