Ricardo Abad, el maratón como rutina para un desafío inédito
El ultrafondista navarro se propuso correr 150 maratones en 150 días y va camino de lograrlo. Para ello alarga hasta lo imposible las 24 horas de una jornada «casi» normal. Abad compagina su trabajo con la disputa del maratón, los cuidados a su hija -no tantos como quisiera- y la cita con cientos de internautas que siguen sus andanzas a través de su blog.
Miren SÁENZ
Todos los días, desde el 1 de enero, Ricardo Abad ha añadido 42,195 kilómetros a su rutina cotidiana. Ayer disputó el número 125 y todavía le quedan 25 hasta el 30 de mayo, fecha en la que concluye su reto, alcanzar 150 maratones en 150 días. Lo nunca visto. Sólo han pasado 3 años desde su estreno donostiarra en la distancia y su proeza asusta. Este tafallés, de 38 años, completará entonces 6.329 kilómetros y a ritmos alejados del paseo. «Para mí es un privilegio. Me gusta crearme mis propios desafíos. Tu te lo diseñas, buscas la financiación y quieres saber dónde está el límite». El plan inicial, pensado para realizar 100 maratones, está inspirado en Dean Karnaze, un estadounidense que estableció 50 maratones en 50 días y alcanzó una gran popularidad. «Lo recibió Clinton y es que a los americanos les encantan estas cosas», relata. Un italiano y un japonés fueron aumentando el listón hasta que al navarro le notificaron la hazaña de Brad Alsop, un yanqui que había corrido 130. El navarro, picado e inmerso en pleno desafío, elevó la apuesta hasta los 150. El martes superará la marca de Alsop.
Con 78 kilos de peso repartidos en 1´89 metros de altura, Abad está demostrando unas condiciones físicas excepcionales. Un pequeño catarro hacia el día 9o y un percance el primero de mayo, que le está molestando en el gemelo, constituyen el parte médico de su intenso periplo atlético. Además de alimentarse sin cortarse, declarar su gusto por el vino y la cerveza, robar tiempo al descanso y al sueño «cuatro o cinco horas», él mismo está asombrado de la respuesta de su cuerpo a semejante esfuerzo.
Abad, que corrió en Berlín coincidiendo con el primer récord del mundo del etíope Gebreselassie -2.04:26 en 2007, 2.03:59 en 2008-, sabe que los profesionales no superan los tres maratones por año. Y eso que tienen dedicación exclusiva. Abad no. Trabaja en una fundición y se encarga de la gestión de personal, calidad o productividad en un puesto de responsabilidad, ocupación sin exigencias físicas, pero «sí de desgaste mental, aunque también ando mucho porque hay un par de plantas», menciona.
Su día a día lo siguen 800 personas a través de su blog. «Se estaba convirtiendo en una pesadilla y aún hay gente que me propone que incluya un vídeo». Y es que su jornada empieza temprano y es intensa. Se levanta a las 4.30 de la mañana, según el turno, acude a trabajar a la fundición. Así que cerca de la medianoche, después de cenar, acostar a Ainhoa -su hija de casi cuatro años-, recibir el masaje y ponerse a descargar el pulsómetro, subir las gráficas, cortarlas y contar su aventura cotidiana piensa, para evitar la tentación de acortar terreno hacia la cama, en los internautas que visitan su página a diario y se sienta ante el ordenador. «Me siguen desde México, Uruguay... y para mí es un orgullo que un desafío personal llegue a la gente».
Un equipo de amigos
Rodeado de un equipo amateur y efectivo, con Atilano en labores de masajista y dietista, Torrano, como diseñador de recorridos en bicicleta mientras maneja el GPS, Lizarraga, «chico para todo» y encargado de la logística además de propietario de la furgoneta Perikueta, «con la que de paso hacemos propaganda» e Ivana, su mujer y autora de la fotografía que ilustra este reportaje, «sin su apoyo sería imposible».
Ellos alimentan desinteresadamente los sueños de su amigo, que con anterioridad ya había sufrido la Quebrantahuesos o cruzado Australia en bicicleta y luego como ultrafondista a pie el pasado año invirtió un par de semanas en recorrer los kilómetros que separan Tarifa de Donostia. Ahora prepara para setiembre un proyecto de 4.500 kilómetros dividido en dos partes que unirá Tafalla con Tarifa bordeando la costa (2009) y Tarifa-Tafalla pasando por Portugal (abril de 2010), trayectorias con trasfondo solidario.
Destrozando zapatillas, vistiendo medias a medida, le apodan el Forrest Gump navarro: «Tengo que volver a ver la peli», promete divertido con el mote. Los conocidos y los desconocidos coinciden y o bien le animan o le sueltan eso de «esto te va pasar factura». ¿Y el doctor?, «al médico no voy», declara. En el quinto mes, acercándose a la meta y a la fiesta-homenaje con la que Tafalla pretende poner la guinda a la hazaña, se siente animado: «Ahora sí, aunque el invierno se hace duro y uno llega a pensar ¿por qué me abré metido en esto», concluye.