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Pleno de investidura en el Parlamento de Gasteiz

Patxi López culmina el asalto de Madrid a Ajuria Enea y cierra la carrera política de Ibarretxe

Dos noticias marcaron el pleno de ayer. La primera, esperada y prevista porque se habían creado todas las condiciones para ello, la elección de Patxi López como lehendakari. La segunda, previsible para otra fecha pero sorpresiva ayer, el anuncio de Juan José Ibarretxe de su abandono de la vida política. López jurará su cargo mañana en Gernika.

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Iñaki IRIONDO | GASTEIZ

Juan José Ibarretxe y Joseba Egibar ironizaron ayer desde la tribuna de oradores sobre lo bien que todavía vende en Madrid la entrega de «la cabeza del vasco». Se referían a la tremenda expectación mediática que había en el Parlamento y también al acto de masas que el PSOE ha organizado para el domingo en la plaza de toros de Vista Alegre con Patxi López en el cartel.

Al hilo de esa mención, no es difícil adivinar qué lecturas pueden hacerse finalmente del pleno de ayer. Porque de una sola tacada, Patxi López consiguió acceder a Ajuria Enea, al tiempo que su antecesor anunciaba no sólo que deja el palacio presidencial, sino que además se marcha de la política. Juan José Ibarretxe abandona la actividad pública habiendo ganado holgadamente las últimas elecciones. Pero con su retiro, a buen seguro habrá muchos que piensen que la faena de López y Basagoiti -la que iniciaron Zapatero y Arenas con la firma del Pacto PP-PSOE, la que después no pudieron concluir con éxito Mayor Oreja y Redondo Terreros- es de las que merece la vuelta al ruedo con las dos orejas y el rabo.

Inicio por caminos previsibles

Patxi López inicio su primera intervención apenas pasadas las 9.30 de la mañana. Su discurso trazó una línea previsible. Dedicó buena parte a desmentir que el suyo vaya a ser un gobierno frentista -porque «son las acciones y no las siglas» las que hacen frentista a un gobierno-, anunció que va a hacer «una política del sí» y para todos los vascos -«y vascas», matizó en alguna ocasión-, reivindicó la legitimidad de la institución que le iba a nombrar lehendakari -porque todas las opiniones están representadas y quienes no lo están es que se auto- excluyen al «apoyar o justificar la violencia terrorista»- y añadió que formará un gobierno sólido y duradero.

Su única mención al PP fue para agradecerle el acuerdo alcanzado con el PSE que posibilitaba su investidura.

Como corresponde, el candidato a lehendakari pasó después a presentar su catálogo de actuaciones en materia sectorial, algunas concretadas ya con el anuncio de leyes y otras enmarcadas en las generalidades que siempre se prometen en estos casos. Se cuidó, eso sí, Patxi López de dar un contenido progresista a sus anuncios. Hasta el punto de que después, en el turno de los grupos, el portavoz del PSE habló de que éste será «un gobierno de izquierda». La precisión contrastaba con el apoyo que el Partido Popular garantiza al nuevo Ejecutivo. El detalle no pasó despercibiddo para Joseba Egibar, que enseguida interpeló sobre la cuestión a Antonio Basagoiti para conseguirle arrancar el gesto de que los líderes de la derecha no tienen la sensación de estar apoyando a un gobierno de izquierda.

Como candidato que se sabe ganador, Patxi López quiso darle cierto tono institucional a su intervención, y en el primer discurso evitó cualquier crítica a los gobiernos que le precedieron. Es más, aseveró que aspira a ser «un digno heredero de los lehendakaris que me han precedido: Agirre, Leizaola, Rubial, Garaikoetxea, Ardanza e Ibarretxe. A todos debemos mucho». Y saltándose el guión entregado a los medios de comunicación, añadió un nuevo «agradecimiento» especial a Ibarretxe «por el trabajo, por el esfuerzo que le ha dedicado a este país, y espero, sinceramente, que podamos seguir colaborando y entendiéndonos en lo necesario en el futuro».

Por contra, el discurso de Juan José Ibarretxe fue mucho más duro, aunque también previsible. Reivindicó su victoria electoral y la del PNV, criticó la Ley de Partidos y sus consecuencias «visibles» e «invisibles», denunció «la trampa de la transversalidad» y tachó a la alianza del PSE y del PP de ser «una alternativa de Gobierno frentista, débil e inestable».

Ibarretxe hizo un discurso más de oposición a López que de presentación de su candidatura para lehendakari, algo que tiene cierta lógica porque el resultado estaba cantado. Por tanto, se limitó a defender la gestión de sus gobiernos y apenas entró en concreciones sobre medidas para el futuro.

La tarde, más animada

Las intervenciones de López e Ibarretxe llenaron la sesión de la mañana. Y, por la tarde, los discursos de los portavoces de los grupos tampoco depararon especiales sorpresas. Sin embargo, en los corrillos de periodistas ya empezaba a surgir el run-run de que algo podría acabar anunciando Juan José Ibarretxe.

Y, efectivamente, al final de su turno de réplica, comenzó un listado de agradecimientos: primero a Aralar, después a sus consejeros, y luego a EA y EB. Hacían sospechar lo que venía. Cuando le dijo al PNV, «a mi partido», que «no olvidéis el liderazgo que os ha dado este pueblo», todo quedaba más claro: «Voy a abrir una nueva etapa en mi vida. En esta casa, en este parlamento, comencé a hacer política, y aquí acabo de hacer política. Agur».

Los 29 parlamentarios restantes del PNV, puestos en pie, ovacionaron largamente al todavía lehendakari, a quien también aplaudieron desde los escaños de EA, EB y Aralar. Sin embargo, en las tribunas el eco fue menor, puesto que no eran muchos los simpatizantes de Ibarretxe que había en las mismas.

Atronadora fue, por contra, la salva de aplausos con la que se recibió el anuncio del resultado de la votación que hizo la presidenta de la Cámara, Arantxa Quiroga. Todos los cargos y simpatizantes del PSE y el PP que duran- te el día habían estado por las distintas estancias del Parlamento se concentraron oportunamente en las tribunas para celebrar la elección de Patxi López como lehendakari.

El primero en abrazarle fue Juan José Ibarretxe. Ya había dicho por la mañana que «la discrepancia política no tiene por qué estar reñida con los buenos modales». Aunque éstos sirvan para felicitar a quien ha alterado la composición del Parlamento para llegar a Ajuria Enea.

votos a López,

sumados gracias a los 25 escaños del PSE, los 13 de un PP que le apoya pero con el «manos libres» puesto y el único de UPyD.

35

a Ibarretxe,

que al final consiguió el apoyo de los cuatro escaños de Aralar y del único parlamentario de EA. El de EB se abstuvo.

Catarata de agradecimientos y buenos deseos en la despedida

El anuncio del adiós de Juan José Ibarretxe tuvo el efecto de desinflar y desactivar toda la parte final del pleno, en la que se esperaba que las últimas réplicas dieran más juego. El impacto del adiós del que ha sido lehendakari durante una década sacudió a todos los partidos, sin excepción alguna, algo que resultó más llamativo aún en el caso de quienes, como el PP, han perseverado durante años para llevarlo incluso ante los tribunales.

Tras revelar que deja la política, lo que Ibarretxe hizo sin emocionarse, en la bancada jeltzale se vieron algunas lágrimas, y también entre sus consejeros más cercanos, como la vicelehendakari, Idoia Zenarrutzabeitia.

Pero el resto tampoco se quedó impasible. Gemma Zabaleta, del PSE, se acercó rápidamente para estampar un par de besos en su mejilla, y hasta la presidenta del Parlamento por el PP, Arantza Quiroga, levantó el telefonillo interno para hablar con él discretamente, lo que Ibarretxe agradeció con un saludo con la mano.

A partir de ahí, desde el estrado ya no se habló prácticamente de otra cosa. Hubo quien renunció a todo su turno de réplica y se ciñó a una emotiva despedida a Ibarretxe. Fue el caso de Jesús Mari Larrazabal, de EA, que utilizó un conocido verso: «Jaioko dira berriak, gu gara Euskal Herria», antes de bajarse y estrechar la mano al hasta ahora lehendakari. Mikel Arana, de EB, le deseó «mucha suerte, de todo corazón». Y también Aintzane Ezenarro le saludó efusivamente.

PSOE y PP se sumaron a la despedida. Antonio Basagoiti le mostró «todos mis respetos» y le deseó «lo mejor. Ha cometido errores importantes, pero no se puede negar que ha ido siempre de frente». José Antonio Pastor, del PSOE, lo hizo así: «Con aciertos y errores, ha querido representar dignamente a este pueblo, y por eso nos merece todo respeto. Lo digo en nombre de todos los socialistas: buena suerte y `ongi ibili'». R.S.

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