Adolfo Muñoz «Txiki» secretario general de ELA
Una huelga general necesaria
Cuando desde los poderes oficiales arrecian las críticas a la huelga general convocada por varios sindicatos vascos para el 21 de este mes, el responsable de uno de ellos, ELA, responde a quienes cuestionan no sólo la legitimidad, sino también la proporcionalidad o la pertinencia de esa convocatoria. Para ello describe la verdadera situación que padecen los y las trabajadoras y denuncia la estrategia de utilizar el ciclo económico, bien sea positivo como lo ha sido hasta hace poco o negativo como lo es ahora, para recortar derechos a los trabajadores. Porque, como bien recuerda Muñoz, es duro y difícil recuperar derechos perdidos.
Recuperar los derechos que se pierden cuesta una barbaridad. Hemos vivido otras crisis y sabemos para qué se han aprovechado. Salimos mal parados, con menos participación de las rentas de trabajo en el reparto de la riqueza, con discriminaciones, con menos coberturas sociales... Colectivamente nos estamos jugando eso. Por eso tenemos que defender los derechos sociales y laborales.
Vamos por partes. Se está destruyendo mucho más empleo que en ningún sitio de Europa. En contra de lo que dice la patronal, despedir es muy fácil porque el «modelo laboral» está pensado para eso. Los gobiernos han dado a la patronal lo que quería: mano de obra barata para ganar mucho dinero en fase de crecimiento y, al ser precario ese empleo, que sea fácilmente desechable. Un tercio del empleo (muchos contratos en fraude de ley) va a la calle notificándoles que el contrato «ha terminado». Un «modelo» que supone la autorización general de los EREs por parte del Gobierno... La consecuencia es muy amarga: desempleo masivo con coberturas sociales muy pobres (una de cada tres personas en paro no cobra prestación). Un desempleo que se convierte en puerta de entrada a la pobreza.
Esa realidad interroga sobre qué nivel de gasto social existe para hacer frente a las necesidades sociales y sobre qué nivel de solidaridad -vía fiscalidad, por supuesto- se da en nuestra sociedad para financiarlo. Pues bien, tras 15 años de crecimiento económico y grandes beneficios empresariales, el gasto social y la presión fiscal en Hego Euskal Herria son las más bajas de la UE. Las políticas reales han beneficiado, utilizando el Concierto y el Convenio Económico, a los más ricos en el tratamiento fiscal y, vía privatización, a quienes han hecho negocios privados con las necesidades sociales de la gente.
Esas políticas han sido acordadas por los partidos políticos con opción de gobernar. Por todos. En las cosas que importaba al poder económico han hecho lo mismo. La crisis no se debe a «un fracaso colectivo de la sociedad». En absoluto. Se debe al fracaso de las políticas que han beneficiado la acumulación de capital y la especulación. Unas políticas que no se quieren cambiar porque supondría llevarse mal con quien de verdad manda: el capital, las empresas. Los gobiernos no quieren discutir ningún privilegio de quienes han ganado mucho hasta ahora y quieren seguir ganando. Y no es verdad que se reduzcan todos los gastos públicos, ni mucho menos. Resulta patética la foto política en relación a la Banca: el dinero público que recibe lo utilizan para tapar agujeros mientras imponen intereses de usura a quien solicita un crédito y... los gobiernos dejan hacer, mirando para otro lado. Un comportamiento inaceptable. Sencillamente, no hay derecho. Por otro lado, no hay patronal en Europa más subvencionada que la de aquí. Para esos intereses de clase no se escatima el dinero público.
¿Hay más motivos para la huelga general? Sí. La patronal, desde el privilegio que ningún gobierno le discute, chantajea los derechos laborales en los convenios. Lo hizo en el 92 y 93 introduciendo, para discriminar, dobles y triples escalas. La patronal ve que puede instrumentalizar a su favor el miedo y sacar ventaja para bajar salarios, incrementar jornada, introducir flexibilidad, sustituir empleo fijo por más precariedad... La patronal, que como siempre va a defender sus intereses, aprovecha la situación para empeorar las condiciones de trabajo. Los salarios no han tenido ninguna responsabilidad en lo sucedido, pero no es cuestión de argumentos, es un problema de fuerza.
Esa pretensión patronal es inadmisible. No podemos permitir que paguemos, tanto en empleo perdido con escasa protección social como en el deterioro de las condiciones de trabajo, por algo de lo que no somos responsables. Hay que explicar las cosas justo al revés: si bajan los salarios se perderán más empleos. Así de claro.
El debate económico no es un debate de expertos. Es puro interés, muchas veces disfrazado. Y nuestros intereses no tienen nada que ver con el mal llamado «diálogo social» que ha acompañado esas políticas a cambio de financiación. ELA no ha estado ahí y no va a estar. Son foros pensados para apartar al sindicalismo de sus prioridades: organizar a trabajadores y trabajadoras para que estén en condiciones de defender sus derechos. Son foros en los que la alianza entre la patronal y el Gobierno establecen sus límites. La patronal sabe que el Gobierno le da directamente todo lo que desea: rebajas fiscales, más precariedad, tolerancia plena al fraude laboral y fiscal, rebaja de cotizaciones, subvenciones, bonificaciones... El sindicalismo no puede perder sus señas de identidad legitimando todo eso.
Entonces, ¿quién dice que no hay razones para la huelga general? Los partidos responsables de esas políticas fracasadas que se defienden corporativamente y, la patronal que, sea quien sea el Gobierno aclara que su objetivo es llevarse bien con él. Cambian los partidos en los gobiernos pero esa alianza de intereses se mantiene inquebrantable.
La huelga general no solo es legítima, es proporcional a los ataques que recibimos. El sindicato no puede mirar para otro lado. Hemos convocado la huelga general quienes creemos que hay que hacerla. Y la vamos a hacer. Defender las condiciones de trabajo en las empresas necesita oxígeno, referencias de lucha colectiva, de solidaridad en los ámbitos concretos de negociación... Una pelea dura a la que hay que dedicar mucho esfuerzo sindical. Y la necesidad de políticas públicas de solidaridad debería conllevar que nadie se quede indiferente ante lo que sucede. Nos movilizamos para condicionar otro modelo de sociedad, más justo, más solidario. No podemos aceptar que se destinen ingentes cantidades de dinero público a los responsables de la especulación mientras se niegan a incrementar el gasto social. Es muy duro y solivianta las conciencias sensibles.
Creemos imprescindible la movilización. Vivimos una época en la que otros -con intereses perversos- han decidido poner en liquidación nuestros derechos sociales y laborales; han decidido descapitalizar lo público recortando impuestos a los ricos y saquear lo que es de todos y todas en beneficio privado. La política pública debe recuperar el terreno regalado a los poderes económicos y ponerse al servicio de la gente que la necesita. Es una tarea que nos afecta a todos y todas. Los sindicalistas sabemos muy bien que los derechos que se pierden cuesta mucho recuperarlos. Por eso os pedimos que participéis activamente en la huelga general.