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Fermín Gongeta Sociólogo

Desde el monte

Gongeta realiza un repaso histórico para explicar la tradición en la que se sitúa la actual posición del PSOE, aliándose con el PP para desbancar al PNV del poder. En concreto, analiza cómo en las elecciones de 1918, y de la mano de Indalecio Prieto, el PSOE ya se alió con la derecha monárquica frente al nacionalismo. Frente a este nuevo ataque, el autor reivindica la necesidad de reivindicar la «patria, la de la libertad y la del sentido crítico».

Subo al monte porque necesito adquirir un poco de perspectiva ante los acontecimientos que se precipitan sobre nosotros. ¿O estoy volviendo a aquellos años sesenta en los que era únicamente en las cimas de los montes, y de manera clandestina, donde se podía ondear nuestra ikurriña y lanzar el irrintzi de libertad?

Los lobos se han abalanzado sobre su segunda presa, la nacionalista moderada, y el PNV «se duele» tras recibir la dentellada a pesar de su participación en la destrucción de la izquierda abertzale. Siempre esperó del PSOE un trato de privilegio. También lo esperó de Franco en 1936.

Hoy le ha tocado oír y escuchar al nuevo lehendakari, porque Patxi López será lehendakari, que no presidente. El PNV ha tenido que escuchar y despedirse. El que está en el poder nunca escucha al que se encuentra en el escalón de abajo. El PNV ha tenido que oír y escuchar, medir y analizar cada una de las palabras del nuevo lehendakari, porque éste se ha colocado en el peldaño superior.

Patxi López ha dicho: «No somos frente españolista», «somos vascos». Y ha citado a Indalecio Prieto y a Ramón Rubial como impulsores del autogobierno vasco, de la mano de José Antonio Aguirre y Juan Ajuriaguerra en 1936 y 1977. Es curioso que haya sido Mikel Arana, de Ezker Batua, quien ha salido al paso de esta afirmación para asegurar que en realidad Prieto y Rubial «Se pondrían enfermos si le vieran llegar a Ajuria Enea de la mano del PP» (GARA, 2009-05-06).

El hecho del pacto del PSOE con la derecha monárquica no es nuevo. Lo realizó Indalecio Prieto hace más de 90 años. Hoy la historia vuelve a repetirse.

El diario «El Liberal» de diciembre de 1918 transcribía la formación de la Liga. El telegrama que enviaban al jefe de Gobierno Romanones decía: «Reunidos partidos liberal, conservador y maurista de Vizcaya y monárquicos independientes para hacer frente al movimiento separatista, han acordado constituir la Liga de Acción Monárquica» (Juan Pablo Fusi. Turner, 1975). En la Liga se hallaban, como era de esperar, influyentes industriales y financieros vascos como Gandarias, Chávarri, Ybarra y Echevarría, entre otros. «El Pueblo Vasco» ponía de relieve el carácter primordialmente antinacionalista de la significación política del nuevo organismo. La aparición de este Partido Monárquico unificado supuso que hasta 1923 no habría sino tres fuerzas verdaderamente efectivas en Bizkaia: socialismo, nacionalismo y la Liga.

Por tanto, desde 1919 la balanza del poder político de Bizkaia quedaría en manos de la bisagra del Partido Socialista.

Prieto supo utilizar esta nueva situación en beneficio de sus intereses políticos, negociando con la Liga un acuerdo electoral por el cual los monárquicos no obstaculizarían a Prieto en Bilbo a cambio de una actitud recíproca de los socialistas en Barakaldo y Balmaseda. Así, las agrupaciones socialistas de Balmaseda acordarían votar al monárquico Balparda.

En el año 1918 Prieto era elegido diputado a Cortes. Y dio al socialismo del «País Vasco» una inquietud claramente española.

El uno de mayo del año 1936 Prieto pronunció en el Teatro Cervantes de Cuenca un discurso famoso porque Franco y José Antonio Primo de Rivera se habían presentado como candidatos a las Cortes (Cf. «La motorizada» PSOE 1938, en www. añil 19): «No he de decir ni media palabra en menoscabo de la figura de este jefe militar (...). Le he visto pelear en África; y para mí el general Franco (...) llega a la fórmula suprema del valor, es hombre sereno en la lucha (...). Yo, aunque internacionalista, me veo cada vez más profundamente español. Siento a España dentro de mi corazón y la llevo hasta el tuétano de mis huesos. (...) nosotros queremos multiplicar la capacidad espiritual de España, porque al levantar al ciudadano español, levantamos a España, hacemos patria (...)». Desde Prieto y con él, el PSOE vasco sería un partido estatal español.

Las primeras palabras del candidato del PSE en esta nueva legislatura han sido para mostrar su «alegría» por la exclusión de la izquierda abertzale y ha pedido el apoyo de los partidos para alcanzar «la paz con generosidad, pero sin precio político» (GARA, 2009-05-06).

«¿Cómo se puede decir que los socialistas vascos venimos a disolver la singularidad de Euskadi?», se preguntaba Patxi López. «No somos el frente españolista, somos vascos».

De la misma manera que lo fue Indalecio Prieto Tuero. Si viera a Patxi López llegar a Ajuria Enea de la mano del PP, Don Indalecio sonreiría feliz y sería el primero en felicitarle.

En un alarde de prepotencia y de ilegitimidad democrática, el PSE, el PP y el PNV han destruido la participación y la existencia política de la izquierda abertzale. Al PNV y a EA les ha perdido su arrogancia. Aralar ha recogido migajas ilegalizadas para comprender inmediatamente que los lobos intentaban instrumentalizarle. Nada nuevo de las marrullerías políticas.

Dolores Ibarruri, en su obra «El único Camino», hace referencia a aquellas elecciones de 1918, hace más de 90 años, y a la forma de actuar del PSOE, que transcribo porque rezuman actualidad: «En este periodo el movimiento nacionalista vasco adquiría un vuelo que no había tenido antes. El viejo fuerismo se vestía de nacionalismo tratando de jugar un papel de dirigente en la política del País Vasco». Y continúa: «Frente a él, se levantaba el partido socialista que no comprendía la importancia del problema nacional y que defendía a tiros la influencia política de que gozaba en Vizcaya y que le disputaba el nacionalismo (...). Las elecciones de 1918 por las que salió diputado Indalecio Prieto se ganaron a fuerza de puños y pistolas (...). Aunque yo estaba de acuerdo con que al enemigo no se le pone fuera de combate con sonrisas ni consideraciones jurídicas legalistas, me fastidiaba que de la zona minera se llevasen a nuestros maridos a ganar las elecciones a Bilbao...».

El pasado día 20 de marzo, en este mismo diario, Iñaki Soto vaticinaba: «Ahora sí que todos vamos a ser navarros por un tiempo». Su anuncio se ha cumplido quince días después, cuando Miguel Sanz, presidente del Gobierno navarro, se ha dirigido al nuevo presidente de la Comunidad Autónoma Vasca solicitando un encuentro porque, según él, «al final, las dos comunidades que tienen intereses comunes pueden hablar y desarrollar sus funciones políticas con absoluta normalidad».

Por eso hoy, una vez más, iremos al monte, a hablar en nuestra lengua sin que nos oigan, a hablar de nuestros intereses de democracia de libertad y de solidaridad.

¿Y el PNV?

Hará lo de siempre. «Cada partido da coces por detrás al que le empuja hacia adelante, y se apoya por delante en el partido que tira hacia atrás» («El 18 de brumario»).

Sí. Hoy graznan las cornejas y aleteando se dirigen a la ciudad; pronto nevará. ¡Feliz aquel que aún tiene patria! (F. Nietzsche). Tengo la profunda sensación de que en Euskal Herria nunca dejan de graznar las cornejas; y los inviernos son largos.

Felizmente, algunos aún tenemos patria, la de la libertad y la del sentido crítico. Porque si un pueblo carece de libertad de expresión, es un pueblo maldito y condenado al silencio. ¡Seguiremos!

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