Francisco Larrauri Psicólogo
La Copa
En la retina personal y en la memoria colectiva de los socios queda el fusilamiento sin juicio previo, en 1936, del presidente del Fútbol Club Barcelona, Josep Sunyol, en la Sierra del Guadarrama a manos de los militares fascistas. Otra identificación histórica se plasma modernamente en San Mamés, con el silencio sepulcral en la catedral en memoria de Santi Brouard, asesinado por el terrorismo de estado del GAL.
Siempre he pensado que mal andan los pueblos cuando algún acontecimiento deportivo luce el nombre de un rey que no está refrendado por la ciudadanía, ni goza del consenso ni de la aceptación general y, por extensión, que poco hemos roto con nuestro pasado si en la Copa se dobla el nombre del <<Generalísimo>> por el de S.M. Borbón. Sin embargo, la batalla deportiva, por encima de estos detalles, ha resuelto que los finalistas sean el Athletic y el Barça, clubs centenarios identificados con la sociedad vasca y catalana, retiradas del espíritu concordante y uniformador español y que los medios, aprovechando la presencia de la realeza española, tratarán de disimular.
Por la historia del Athletic Club y del F.C. Barcelona y por las respectivas filosofías, la crónica de este partido puede ir tan repleta de memoria histórica que algún redactor dudará de si merece ser insertada como simple pieza deportiva o algo más. Y esto es así porque se enfrentan dos clubs democráticos que, sin ser formaciones políticas, sus socios a lo largo de la historia se han posicionado a favor de los valores de la tierra y de los anhelos soberanistas de la sociedad civil a la que pertenecen.
El 14 de Junio de 1925, en el campo del Barça, los doce mil espectadores, de una forma espontánea, le dieron una pitada impresionante al himno español (Marcha Real) para reafirmarse ya entonces en los principios de libertad y democracia social para Catalunya, lo que costó la clausura del campo por seis meses y la invitación al president blaugrana a abandonar Catalunya. Castigo ordenado por el capitán de la IV Región militar, Milans del Bosch, padre de aquel general golpista que sacó a pasear los tanques por Valencia el 23 F y amigo personal del rey español que estará sentado en el palco.
Repudiado por el poder, en la retina personal y en la memoria colectiva de los socios queda el fusilamiento sin juicio previo, en 1936, del presidente del Fútbol Club Barcelona, Josep Sunyol, en la Sierra del Guadarrama a manos de los militares fascistas que en 1969 apadrinarían la operación <<Príncipe Juan Carlos I>>.
Otra identificación histórica se plasma modernamente en San Mamés, con el silencio sepulcral en la catedral en memoria del político abertzale Santi Brouard, asesinado por el terrorismo de estado del GAL.
Estos y otros episodios podrían servir para evidenciar el conflicto político existente y la identificación del Barça y del Athletic con sus respectivas naciones. A la barbarie absolutista y a la opresión borbónica, los catalanes respondieron con su máxima «som i serem» (somos y seremos), y los vascos con un «Aupa Athletic!» que se ha trasmitido a oriundos y visitantes para que algún día sea un nuevo ánimo popular.
Este trofeo, que no ha sucumbido a las guerras, no se desvalorizará en el momento económico actual de crisis y de medidas anticrisis por la máxima de <<fútbol es fútbol>>, máxima que corre paralela a los valores de un individualismo social absoluto pero, en tiempos de recesión económica, los sentimientos vinculados a la gestión de los fondos públicos y a la representatividad de la gente de a pie pueden encontrar su expresión precisamente en el mismo fútbol. Y la realidad hace muy dificultoso deslindar el desconcierto general desatado por la crisis y el causado por la opacidad económica del monarca español, que no ayuda precisamente a calmar el malestar de los ciudadanos, que exigen otro modelo socioeconómico y otros modos de gestión con sus tributos. No es de recibo, ni democrático, que el monarca se escape de rendir cuentas de los ocho millones y medio de euros anuales que recibe del erario público y que han merecido la presentación de una denuncia ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos por parte de ERC contra el Estado por negar en el Congreso español explicaciones sobre los gastos de la casa del rey español. Ocultación y silencio que ya denunciaron otras personalidades. Vicent Navarro, catedrático de Políticas Públicas, ha recordado que <<en ningún país democrático habría pasado inadvertido -como ha ocurrido en el nuestro- el hecho de que la gran mayoría de asesores económicos del Monarca -Prado y Colón de Carvajal, Mario Conde, Javier de la Rosa, Alberto Alcocer y otros- han terminado en la cárcel o están a punto de ir>>.
Nadie espere, pues, que una gradería indiferente responda con apatía, porque en política como en fútbol son tan importantes las razones como las emociones.
Cautiva en mí la historia del Athletic por la emoción de haber visto una tarde marcar un gol a Venancio en Mendizorrotza. No olvido para los tertulianos futboleros otros datos que curiosamente también emparejan a los dos finalistas: veinticuatro Copas para el Barça por veintitrés del Athletic; la mayor goleada conseguida jamás por el Athletic fue marcarle doce goles al Barça; y la mayor goleada encajada por los vascos fueron los siete goles que le endosó precisamente el equipo catalán.
Y el día de la Copa, por supuesto, el himno español, la logística del protocolo, la manipulación de los micrófonos ambiente, la palanca del sonido digital y el volumen de la banda, son suyos. Nuestra es la gradería. Aupa Athletic!