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Jesus Valencia Educador Social

El último asalto

Los rigores debieran de agudizar nuestro ingenio y estrechar el vínculo entre paisanos. Nos toca a todos defender nuestra casa, que buena falta nos hace

La España franquista está pletórica y no le faltan motivos para ello. 30 años empleó en derribar los portones de Ajuria Enea pero, al fin, lo ha conseguido. Esa España, inquisitorial y prepotente, no conoce de sutilezas ni ambigüedades; ya gobernaba en la fortaleza, pero mediante ejercicio delegado; era quien dictaba la agenda del Lehendakari, pero no ocupaba sus estancias; le marcaba los límites en los que le estaba permitido moverse, pero tal holgura se prestaba a veleidades retóricas. Si España era la dueña del castillo, ¿por qué no aposentarse en él? La conquista de Ajuria Enea ha dado lugar a un largo y virulento forcejeo que bien pudiera recordarse como la guerra de las máscaras. En ella nadie era quien aparentaba ser.

Quienes pugnaban por entrar se proclaman constitucionalistas, autonomistas y demócratas. Todo falso. En su aparente diversidad, son un tropel de enardecidos conquistadores. Se apoyan en la Constitución porque la Constitución les apoya a ellos; si ésta frenara sus ambiciones imperiales, la arrinconarían como lo han hecho tantas veces. Defienden las autonomías porque éstas garantizan «el sano regionalismo» que seducía al Caudillo. Apelan a una democracia carente de libertades civiles y de respetos ciudadanos. Quienes sostenían el portón -era lo único que defendían apasionadamente- hacían otro tanto: palabras, palabras, palabras... Se hacían llamar defensores de nuestras viejas y propias leyes, pero se han sometido servilmente a las ajenas. Invocaron nuestros derechos nacionales mientras con desvergüenza los hollaban. Decían encarnar las esencias de nuestro pueblo, conciencia y alma que iban carcomiendo al dictado de intereses extranjeros.

Creyó el PNV que su servilismo aplacaría la furia de los asaltantes y que éstos retirarían sus arietes ¡Qué ingenuidad! Si los «galindos» se sienten capaces de conquistar América con cinco guardias ¿cómo iban a arredrarse ante unos jeltzales pusilánimes? Fallaron en su intentona del 2001 y construyeron su propio «caballo de Troya» para 2009: un estado de excepción y fascista en el que se agazaparon. Los asediados -respondiendo al humillante y socorrido estereotipo- hicieron de vascos brutos: fuertotes pero ingenuos. Arrastraron el armatoste hasta dentro de las murallas mientras hacían elogios de sus siniestros ocupantes: «transversalidad», «se lo pondremos fácil para poder entendernos», «el PSOE es la fuerza del cambio»... Cuando éstos descendieron de las entrañas del artilugio, llegaron con un objetivo preciso: concluir la españolización de Euskal Herria.

Rechazaron a NaBai en 2007 y al PNV en 2009; casi es de agradecer. De haber aceptado los conquistadores la colaboración de los vascos, hoy tendríamos a éstos convertidos en vanguardia de la españolización. Para tan miserable tarea, ningún aliado tan natural y eficiente como el PP. A fecha de hoy, media Euskal Herria está perseguida y la otra media despreciada. Situación penosa pero mucho más digna que la que nos hubiera enfrentado todavía más. Los rigores debieran de agudizar nuestro ingenio y estrechar el vínculo entre paisanos. Nos toca a todos defender nuestra casa, que buena falta nos hace.

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