Hiimalaya | Nepal desconocido
Alpinismo de exploración puro en el macizo nepalí de Lunag
David Gottlieb y Joe Puryear realizan un gran trabajo de exploración en el macizo de Lunag. También firman la primera ascensión de la cara sur, línea directa de 1.700 metros en estilo alpino, del Jobo Rinjang.
Andoni ARABAOLAZA
Al igual que el año pasado con la primera del Kang Nachugo (6.735 m, región de Khumbu, Nepal), los estadounidenses David Gottlieb y Joe Puryear nos obsequian con otra primera de un pico virgen fuera del circuito ochomilista.
En esta ocasión, los dos alpinistas se enzarzan de nuevo con el alpinismo puro de investigación. Con alguna que otra información se acercan al desconocido macizo nepalí de Lunag (región de Khumbu) que hace frontera con Tibet. Y el resultado: primera del Jobo Rinjang (6.778 m) en estilo alpino y recorriendo 1.700 metros directos por su cara sur.
Llegan a Namche Bazar el 11 de abril, y enseguida se ponen en marcha. Tras el pertinente trekking que los lleva a la aldea de Lunag, montan el campo base a 5.050 metros de altura.
«Nuestra primera tarea consistió en explorar este enorme macizo. Pasamos en total una semana reconociendo las diversas montañas que la componen. Nos damos cuenta que no va a ser nada fácil, que nos hemos topado con una montaña aislada en pleno corazón del Himalaya, muy misteriosa y demasiado compleja», adelanta a GARA Puryear.
Tras esa semana de aclimatación y exploración, los dos protagonistas de estas páginas se dan cuentan de que sólo hay una línea «segura» para poder escalar en estilo alpino.
Según nos informa Puryear, la cosa no pintaba nada bien: «Nos sorprendimos por la complejidad de este grupo de picos que forma el macizo de Lunag. Toda la cara sur es una especie de acantilado con contínuas caídas de piedra. Las caras nortes están completamente rodeadas de glaciares colgantes, y las oestes, las de Tibet, eran una buena opción para escalar estas montañas, pero en ese momento estaban inaccesibles para nosotros».
En medio de ese caos, la cara sur del Jobo Rinjang se perfilaba como la más accesible y como el reto a llevar a cabo. Por aquella escarpada vertiente dibujan una línea de hielo de unos 1.700 metros que lleva directamente a la cima. Un camino que se encuentra entre dos bandas de roca y con una parte superior de otra banda de hielo colgante.
«Lo más peligroso fue ver que constantemente caían un buen número de piedras. Pero ya estábamos preparados para atacar nuestro objetivo. Dejamos el campamento base el 20 de abril, y el primer contacto con la montaña nos lleva hasta la confluencia de Lunag y Nangpa La. Seguimos al oeste, hacia el glaciar de Lunag, justo en la base de la montaña. En total, fueron cuatro tediosos kilómetros entre escombros de hielo y roca; fue un laberinto peligroso. A pesar de todo lo que caía por arriba, llegamos sanos y salvos a la base de la pared», señala el alpinista estadounidense.
Línea directa
Al día suiguiente, comienza la verdadera escalada. Tras 21 horas de ininterrumpida actividad, Gottlieb y Puryear llegan al primer vivac que se encuentra a 6.500 metros; superaron, en total, 1.500 metros de desnivel. Tras cuatro semanas de aclimatación, los dos alpinistas estaban en muy buenas condiciones. Eso sí, la dura jornada les dio un buen repaso, y es que la calificaron como «uno de los días más duros que jamás hayamos experimentado en la montaña».
Entre un caos de hielo, nieve y roca, los estadounidenses se dirigen a la cima. Dejan detrás ese caos, y finalmente pillan una buena banda de hielo azul; de ése en el que se puede escalar bien. La actividad se desarrolla sin contratiempos hasta que llega el primer susto. «Una piedra del tamaño de un horno pasa a nuestro lado, y, si fuera poco, los seracs colgantes que hay por encima nos preocupan mucho. De nuevo más caídas de piedras, y de nuevo nos libramos. Debido a la altitud y agotamiento, el ritmo se ralentiza. El tiempo cambia a peor, pero seguimos escalando por unas secciones más empinadas. Oscurece y empieza a nevar. Finalmente, montamos la tienda en la misma cima del Jobo Rinjang».
Ya estaban en la cumbre del primer objetivo, y decimos primero, porque la intención de los alpinistas era unir esta cima con la del Lunag I a través de una afilada arista de unos dos kilómetros. Un bonito colofón a una muy interesante actividad en una macizo virgen.
Pero la arista no pintaba nada bien. Lo intentaron, pero se tuvieron que dar media vuelta: «La arista era muy que muy precaria y la nieve no estaba nada asentada. Además, la temperatura era muy alta. Visto el riesgo que había decidimos no progresar. Intentamos algunas alternativas a la arista, pero todo fue en vano. Volvimos a la cima del Jobo Rinjang, y de nuevo pasamos la noche allí».
Abrieron una línea directa en plena cara sur, 1.700 metros de vía y, según los protagonistas, sin dificultades excepcionales, mas bien de dificultades moderadas. Así pues, era hora de descender.
El día era perfecto, pero, eso sí, la temperatura era bastante cálida. Eso hizo que de nuevo se mantuvieran muy alerta a la caída de piedras y hielo. A pesar del nerviosismo, Gottlieb y Puryear descienden toda la cara sur y llegan sanos y salvos al campo base.
Así acababan seis duras jornadas, entre el 20 y 25 de abril, de una primera al Jobo Rinjang. Una montaña que se encuentra enclavada en un macizo, Lunag, muy misterioso, aislado, complejo, peligroso y difícil.
Nombramientos
Viajaron a esas montañas vírgenes con el apoyo del American Alpine Club. Un apoyo económico y de reconocimiento que también han recibido otros cinco proyectos estadounidenses de gran nivel. En el caso de Gottlieb y Puryear, ese apoyo ha tenido su respuesta con la primera al Jobo Rinjang; por lo que los del American Alpine Club cuenta ya con un éxito suvencionado.
Pero la expedición no acaba ahí; ni mucho menos. Hasta ahora hemos hablado de una escalada a un pico virgen, pero también de exploración. Dos aspectos que le dan al proyecto estadounidense un mayor valor.
De esta forma, Puryear nos confirma que, tras la escalada al jobo Rinjang, han realizado un informe sobre los picos del macizo de Lunag. Así, para evitar cualquier confusión en el futuro, y después de hacer las pertinentes investigaciones, ambos alpinistas han decidido, con el visto bueno de los expertos locales, darle a cada montaña del macizo un nombre.
Para empezar, de las investigaciones realizadas, han determinado que el Jobo Rinjang es un pico de 6.778 metros, que se encuentra en el extremo oriental del macizo.
Como no hay una sola cumbre prominente (la más alta es visible desde muy pocos lugares de Nepal), creen que todo el conjunto de cimas debe ser llamado macizo de Lunag, y que cada cumbre tenga un número.
De sur a norte del macizo, el punto más alto sería el Lunag I con 6.895 metros, y le siguen el Lunag II (6.891 m), Lunag III (6.795 m), Lunag IV (6.871 m) y Lunag V (6.550 m); estas alturas no están consensuadas.
Los alpinistas estadounidenses firmaron una escalada de 6 días de duración. Durante la mayor parte de la actividad estuvieron muy pendientes de los constantes peligros objetivos
Tras la escalada, Gottlieb y Puryear decidieron, con consenso entre los expertos locales, llamar al conjunto de picos macizo de Lunag. A cada montaña, llamada Lunag, le han dado un número