Cuatro años después, Alessandro Petacchi añade otra muesca a su espectacular currículo en el Giro. Ya había levantado los brazos en 2007, pero un positivo borró del palmarés todas sus victorias, cinco nada menos, y además le impidió disputar la prueba el año pasado, con lo que hay que retrotraerse hasta 2005 para encontrar sus últimas victorias oficiales -en aquella edición fueron cuatro- en la carrera transalpina.

El reencuentro del veterano corredor -cumplió 35 años en enero- con «su» carrera cobra trascendencia, teniendo en cuenta que se impuso a Mark Cavendish.

El «hombre bala», considerado el mejor sprinter de la actualidad, parecía tenerlo todo para adjudicarse la segunda etapa: velocidad, evidentemente; experiencia -el año pasado ya se llevó dos triunfos-, equipo, el hambre que le caracteriza y la gasolina añadida de la magglia rosa.

Y se lo puso difícil al transalpino, con una remontada espectacular en los últimos metros, pero le faltaron centímetros para echar abajo la arrancada de Petacchi, que celebró de la mejor manera el cumpleaños de su hijo Alessandro.

El velocista del LPR se mostraba exultante en el podio, precisamente por el rival al que había batido en línea de meta. «Estaba pegado a la rueda de Cavendish -explicaba el italiano- y me preguntaba, como desde hacía días, cómo hacerlo para ganarle. Porque es un gran campeón y nunca habíamos disputado un sprint entre los dos. Pero lo he conseguido».

Un llanero solitario

Hasta llegar al esperado desenlace -por el sprint, no tanto por el protagonista-, la segunda etapa del Giro también discurrió según lo previsto. Es decir, con el héroe de turno, en este caso Leonardo Scarselli (ISD), que saltó a las primeras de cambio para permanecer más de cien kilómetros en cabeza, con ventajas máximas que sobrepasaron los ocho minutos.

Aunque hubiera sido el doble, poco tenía que hacer el italiano. Con Columbia primero, y Liquigas, Astaná y compañía después, tirando del pelotón, el fugado acabó engullido y el protagonismo se trasladó a los sustos y caídas, inevitables en el circuito urbano de Trieste.

El pelotón, de hecho, llegó roto a meta, aunque casi todos los velocistas supieron mantener su posición para disputarse la victoria.

Fortuna que no compartió Matthias Russ (Milram), evacuado en ambulancia tras caer en los últimos kilómetros, convirtiéndose en el primer abandono del Giro del Centenario.

Salvo sorpresa, y pese a la presencia de alguna difucultad en el último tramo, la tercera etapa, con 198 kilómetros entre Grado y Valdobbiadene, se dilucidará también al sprint.