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«La prensa debería evitar discursos desmoralizantes al hablar del cambio climático»

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Anabela Carvalho
Investigadora sobre prensa y cambio climático

Profesora asociada de Comunicación Social de la Universidad de Miño (Portugal), ha llevado a cabo un estudio sobre la cobertura que han dedicado los medios de comunicación, y más en concreto la prensa escrita, al calentamiento global del planeta entre los años 1988 y 2008.

Joseba VIVANCO |

En 2002, el científico británico David King hizo la atrevida declaración de que «el calentamiento global representaba una amenaza mayor para la civilización que el terrorismo». El revuelo mediático que levantó supuso un punto de inflexión por lo que respecta a la imagen pública de este tema, al darle una inyección de notoriedad en los titulares de la prensa de todo el mundo, una repercusión que había costado cuajar desde hacía más de una década, cuando el cambio climático saltó por primera vez a la opinión público a través de los medios de comunicación.

El año 1988 lo considera usted un hito en la dimensión pública del problema del calentamiento global terrestre.

Fue, de hecho, un año de viraje en el discurso público sobre alteraciones climáticas. Para eso contribuyó la confluencia de varios factores. Por un lado, está el famoso discurso del científico James Hansen en la Casa Blanca sobre el calentamiento global; por otro, el repentino interés mostrado por el tema por la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher; y, un tercer elemento fue la fundación del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, el IPCC.

¿Y por qué estas coincidencias?

Hay que tener en cuenta que también se sumó una ola de calor y la sequía que afectaron gravemente a Estados Unidos en el verano de aquel año. Pero sí es verdad que mientras estos eventos fueron incontrolables, podría, en algunas situaciones, haber habido un aprovechamiento político de esta cuestión de las alteraciones climáticas, por ejemplo, para legitimar la desinversión en carbón y la inversión en lo nuclear.

Entonces, ¿conciencia científica o política?

Bueno, las declaraciones de James Hansen y la creación del IPCC son, creo, prueba de la percepción, en la comunidad científica, de que se estaba ante un serio problema que era necesario investigar más profundamente y también de que serían precisas medidas políticas para combatirlo. Pocos años antes, en 1985, había tenido lugar una conferencia internacional sobre dióxido de carbono y alteraciones climáticas en Villach, en Austria. Los científicos recomendaron ya entonces que fueran estudiadas opciones políticas para mitigar y adaptar el problema, e indicaron que una convención global podría ser considerada necesaria.

Pero ¿qué papel han jugado los responsables políticos al situar este debate en las primeras páginas de los medios?

Los políticos son determinantes a la hora de elegir los mensajes que difunden al público los medios de comunicación acerca de estos retos mundiales. Y, en algunos casos, aprovechan estos temas notorios para impulsar agendas particulares.

Fíjese en la evolución de la cobertura mediática de estos temas y verá que coincide con declaraciones impactantes de destacadas figuras políticas. Los momentos de mayor cobertura coinciden con las grandes cumbres internacionales.

A mi parecer, son los políticos quienes determinan los temas candentes para los medios y, de este modo, determinan también la agenda pública.

¿También la prensa ha ejercido su propia «influencia»?

Pongamos como ejemplo «The New York Times» o «The Guardian». Con frecuencia, los temas y las opiniones que presentan «contaminan» a otros medios, de tal manera que fijan qué asuntos son considerados prioritarios o suscitan debates que acaban propagándose a más medios. Hoy, los medios de comunicación constituyen la principal fuente de información, y también el factor más determinante en el grado de concienciación y preocupación de la gente por el cambio climático.

Una encuesta de opinión realizada por el Eurobarómetro en 2007 reveló que la abrumadora mayoría de los ciudadanos de la Unión Europea sentía preocupación por el cambio climático.

¿Cómo empezó a tratar la prensa aquellas primeras noticias sobre el calentamiento global hace dos décadas?

Hasta 1988, las alteraciones climáticas tenían poca visibilidad en los medios y eran tratadas exclusivamente como una cuestión científica, sobre todo, basándose en publicaciones específicas como las revistas «Science» y «Nature».

A partir de ese año, se inició la politización de la cuestión, con los responsables políticos buscando definir el significado de las alteraciones climáticas en las arenas públicas, en muchos casos para justificar la inacción, como en el caso de George Bush en el inicio de los años noventa, o crear una apariencia de acción. Pero muchos otros actores sociales, conectados a los más variados grupos de interés, comenzaron también a intentar influenciar el discurso mediático sobre alteraciones climáticas.

Desde 1988 se perciben también mayores diferencias en el tratamiento de las alteraciones climáticas por parte de los diferentes medios de comunicación, lo que se debe sobre todo al mayor peso que la ideología dominante en cada medio adquirió en la interpretación del tema.

¿Y cómo ha evolucionado esa actitud?

La mediatización de las alteraciones climáticas se ha ido haciendo más compleja. Con el surgimiento de la reglamentación política del tema y las conexiones a los campos de la energía y de la economía se multiplicaron los ángulos de abordaje de la cuestión. Los estudios indican que, de las múltiples dimensiones de las alteraciones climáticas, aquella que los medios más han privilegiado ha sido la política internacional, sobre todo en Europa. Son sobre todo las grandes cumbres internacionales las que generan los mayores volúmenes de cobertura mediática. Aunque la dimensión internacional de las alteraciones climáticas sea muy importante, es esencial que el periodismo revele sus dimensiones nacionales y locales.

¿Han pecado de alarmismo los medios de comunicación?

Prefiero no hacer generalizaciones en la respuesta a esta pregunta. Hay, naturalmente, alguna prensa que hace un abordaje bastante sensacionalista de las alteraciones climáticas, tal como hacen relativamente con cualquier otro asunto. Algunas publicaciones populares ven en la dramatización excesiva de las alteraciones climáticas una oportunidad de vender. Sin embargo, la mayor parte de las publicaciones de calidad no ha exagerado aquello que dice la comunidad científica y que es muy preocupante.

¿Pero no se es, por lo general, demasiado catastrofista?

Está claro que el discurso periodístico, a veces, utiliza una imagen trágica que puede dejar a las personas en exceso asustadas. Se trata muchas veces de escenarios que pueden venir a hacerse realidad si no hacemos nada, pero que pueden ser evitados o mitigados con la acción adecuada. Es fundamental mantener el sentido de urgencia sobre el problema de las alteraciones climáticas, pero también es necesario evitar discursos desmoralizantes, que lleven a las personas a pensar que su acción no tiene cualquier significado o que ya es demasiado tarde para actuar. En ese caso, las personas pensarán que una vez que estamos todos condenados es mejor continuar viviendo de la misma forma que hasta ahora. La gravedad del asunto no nos debe inmovilizar y el periodismo debe capacitar a las personas para la acción individual y colectiva sobre este problema, dando a conocer opciones para alterar los comportamientos y motivando y movilizando a los ciudadanos.

¿Pero deberían ser los medios y los periodistas más críticos al analizar estas informaciones, saber un poco más sobre lo que escriben?

En muchos casos, los periodistas podrían hacer un trabajo mejor si hicieran un poco más de investigación sobre esta cuestión, tanto a nivel del conocimiento científico como de las opciones económicas y políticas. Si los periodistas expusieran las responsabilidades políticas y empresariales en esta materia, y fomentaran un debate integrado de las opciones políticas y económicas y de sus impactos a medio y largo plazo estarían prestando un mejor servicio a sus públicos.

Deberían también hacer más próximas estas informaciones a las personas, que continúan viéndolas como algo relativamente distante en el espacio y el tiempo. Los periodistas podrían también desarrollar abordajes más transversales, reflejando los impactos de nuevas carreteras o ciertas formas de planificación urbana en términos de emisiones de gases con efecto invernadero.

¿Y cuál es la actitud de la prensa hacia los científicos escépticos con el calentamiento global?

Es importante definir lo que se entiende por «escéptico». En ciencia, el escepticismo es una actitud saludable. Sin embargo, cuando se habla de escépticos en relación a la alteraciones climáticas estamos hablando de personas que defienden que las alteraciones climáticas no están ocurriendo o que no tienen una naturaleza antropogénica, cuando a lo largo de las últimas dos décadas, los niveles de confianza de la comunidad científica en relación a esto crecieron y en torno a ello se reforzó el consenso científico.

Los informes del IPCC, que son evaluaciones rigurosas y exhaustivas de miles de publicaciones científicas en esta materia, ilustran ese consenso. Los escépticos no tienen, en general, credibilidad científica pues defienden tesis que no están sujetas a la revisión científica ni publicadas en revistas científicas de la especialidad.

Que no se les presta atención...

La relación de los medios con los escépticos varía mucho. En Estados Unidos, muchos medios siguen dándoles una visibilidad que es claramente excesiva dada la falta de credibilidad científica de sus alegaciones. Eso fomentó la confusión del público y fue, durante muchos años, favorable a las administraciones que querían evitar actuar sobre este problema. En Europa, la mayor parte de los medios tienen como referencia el consenso científico representado por el IPCC.

No obstante, algunos medios les dan también demasiada voz, quizá por factores ideológicos de determinados medios y sus audiencias, que prefieren oír argumentos que sostengan un determinado status quo.

 

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«Dar credibilidad en los medios a los escépticos con el cambio climático ha creado confusión entre la opinión pública, cuando no tienen ninguna razón»

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«Los momentos de mayor cobertura coinciden con las grandes cumbres. Los políticos son quienes determinan los temas candentes para los medios de comunicación»

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«En muchos casos, los periodistas podrían hacer un trabajo mejor si hicieran un poco más de investigación sobre esta cuestión»

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