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El sur de los 90 salda su deuda

Izkander FERNANDEZ Crítico musical

La década de los 90 fue una de las grandes décadas del rock n' roll. No gozó de la épica pionera de los 60 y tampoco alcanzó las dimensiones mastodónticas de los 70. Pero con el eclecticismo y la inmediatez por bandera, fueron muchos los grupos que se lanzaron a escribir varias de las páginas doradas de la historia de la música. Metallica, Guns N' Roses, Nirvana, Pixies, REM y una larga lista de formaciones revitalizaron el rock e inculcaron desde la brillantez una filosofía de vida a la última generación dispuesta a gastarse dinero en discos. Black Crowes, la banda de rock sureño de los hermanos Robinson, fue una de aquellas agrupaciones.

Está claro que el Azkena se alimenta de aquella camada de bandas y de seguidores. Entre los cabezas de cartel históricos del festival se pueden contar a Pearl Jam, Mudhoney, Jayhawks, Blind Melon y, ahora, Black Crowes. Aunque ya estuvieron en un cartel, la banda de Atlanta tuvo que renunciar a su presencia en Mendizabala, pasando así a convertirse en una de las mayores espinas clavadas para la organización. Pues bien, el viernes la deuda pendiente quedó saldada. Y de qué forma. Ni los más optimistas esperaban poder contemplar un repertorio basado en las dos primeras obras de la banda pero así fue. Abrieron con «Sting me» y una enorme sonrisa se fundió con el abrazo del cielo raso de Gasteiz. Siguieron con «Twice as hard» certificando que estaban allí para cerrar un ciclo con el pasado. Maquinaria engrasada, nuevas incorporaciones a nivel estelar y Chris y Rich Robinson como si por ellos no pasasen los años. Acento Allman Brothers, ironía Faces y grandeza Stones. Los tres grandes pilares siguen intactos.

Se atreven con «Goodbye Daughters of the Revolution», de su último trabajo «Warpaint», y aunque no baja el nivel, el público se para. «Hotel Illness», un clásico de su época dorada llama a la lágrima nostálgica y tampoco termina de reventar. Pero con «Soul singing» los cuervos levantaron el vuelo para no bajar hasta el final.

Deudores del southern rock se aplicaron en jams improvisadas que descendían ríos, surcaban desfiladeros y tostaban la piel gracias a el contacto con la cálida brisa sureña. En «Wiser time» y «Thorn in my Pride» había un poco de todo eso y algunas cosas más. La recta final fue un no parar repleto de clásicos: «Jealous Again», «Hard to Handle», «She Talks to the Angels», «Remedy» y «Wounded Bird», antes de un escueto bis con «Thick N' Thin», que sirvió para redondear las dos horas de actuación.

En la tercera visita de los Crowes a Euskal Herria, las cuentas quedaron saldadas.

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