HIMALAYISMO Actividades
Dodo Kopold abre en solitario una nueva vía en el Annapurna Sur
La nueva línea de la cara sureste del Annapurna sur firmada por Dodo Kopold tiene 2.300 metros y duras dificultades técnicas: VI/6, 5+, M6, ABO. Fue una actividad de 40 horas ininterrumpidas.
Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA
Para muchos lectores de estás páginas, Dodo Kopold es de sobra conocido. Un alpinista checo que hace tres años dejó ciertamente aparcada su actividad en terrenos alpinos muy técnicos, y se decantó por los ochomiles.
En su última faceta, la de los ochomiles, Kopold volvía al Himalaya junto a Elisabeth Revol y Martin Minarik. Su intención: la vía Bonington de la cara sur del Annapurna en estilo alpino. El trío realizó un intento a la mítica línea, pero las condiciones no eran nada buenas y se bajaron. Kopold estaba con el tiempo justo, y es que tenía que volver para antes de finales de abril, ya que era miembro del jurado del Piolet d´Or.
Mientras sus dos compañeros con más tiempo se dirigían al Annapurna Este, el alpinista checo, casi a contrarreloj, se decantó por el Annapurna Sur; una cumbre subsidiaria de 7.129 metros. En una actividad de 40 horas ininterrumpidas, Kopold abría una nueva ruta en solitario. Una nueva ruta de 2.300 metros en plena cara sureste de la montaña y con dificultades muy importantes: VI/6, 5+, M6, ABO.
Antes de entrar de lleno en esta actividad, GARA mostraba a Kopold su sorpresa por ese cambio de actividades alpinas muy técnicas en montañas menores por los ochomiles. Esta es su respuesta: «Hace 3 años aposté por los ochomiles, ya que quería escalarlos justo en 3 años. No quería invertir más años en esos picos, ya que no son todo en mi vida. El proyecto era simple. El primer año intenté subir 5. 4 durante el segundo, y además en dos meses y medio, con la noroeste del Annapurna como bonus. Claro está, todos ellos en estilo ligero o alpino. Volví al tercer año. ¿Por qué? Porque empecé a entender que lo importante no era cuántos ochomiles tenía que subir, sino qué escalaba. Todavía soy un alpinista y no un coleccionista de ochomiles. Durante estas ascensiones aprendí mucho. Quise utilizar todas mis experiencias para hacer algo grande. Algo así como Bonington en el Annapurna o algo duro en el Everest, pero todo en estilo alpino».
Sorpresas aparte, este checo ha dejado claro que también sabe moverse muy bien en estos gigantes del Himalaya y Karakorum.
Como adelantábamos, Kopold volvía al Himalaya junto a Minarik y Revol. Tras el intento a la británica de la sur del Annapurna (primera ruta abierta en esa cara), el checo se dirigía al Annapurna Sur.
Esta vez, como en otras, este alpinista se tuvo que retirar de la impresionante cara sur del ochomil: «Ya sabes, algunas veces es más difícil repetir una buena ruta en estilo alpino que abrir una nueva línea. Y eso es cierto. La noroeste y sur del Annapurna, el GII, el Shisha Pangma... todas son grandes rutas. Pero al día de hoy, después de siete años escalando en el Himalaya, quise hacer algo nuevo. Algo de lo que nunca había probado. Escalar en solitario. Después de varias ascensiones en ese estilo realizadas en el Alto Tatras o Broad Peak, ya estaba preparado para afrontar esos nuevos retos».
40 horas
A la sur del Annapurna viajó con los dos compañeros citados, un viaje que, al parecer, lo llevó a cabo sin preparación previa: «Fue un viaje loco. Hicimos un buen intento hasta los 6.400 metros en tres días. Sin embargo, la meteo para los próximos días no era buena: fuertes nevadas y mucho viento. La decisión de darnos media vuelta no fue fácil, pero nuestras vidas eran más importantes. Bajamos al campo base y al día siguiente empezó a nevar más de medio metro de nieve fresca. Al día siguiente lo mismo. Ya no tenía más tiempo para otro intento, ya que debía volver a Chamonix con motivo del Piolet d´Or; era miembro del jurado».
Como no tenía más tiempo, Kopold analizó la situación y, finalmente, se decantó por un intento en solitario a la cara sureste del Annapurna Sur. Sus compañeros, en cambio, se dirigieron al Annapurna Este. Y la jugada le salió bien: «Tenía 4 días antes de pillar el vuelo de vuelta. Divisé la línea y comencé a escalar. Bueno, antes encargué una pizza en el lodge y fumé dos cigarros. Estaba fuerte, motivado e iba rápido. El inicio fue difícil: una sección muy empinada de hielo vertical. Subí sin ninguna protección, y es que escalaba de noche y no veía nada. ya de día, la cosa cambió. Fue hermoso escalar en solo esta cara. Además, en 3 semanas sólo tuve un día de sol. En las partes más difíciles y peligrosas utilicé la cuerda. En descenso fue duro, con muchas grietas. Caí en una de ellas, era de 5 metros, pero salí. 40 horas después de la salida, llegué al campo base».
Mientras Kopold lograba su objetivo en el Annapurna Sur, sus compañeros Martin Minarik y Elisabeth Revol se decantaban por el Annapurna Este (8.021 m). También lo lograron, pero en el descenso Minarik perdió la vida.
El alpinista checo fallecido era un portento, y es que tenía un excelente currículo alpinista, entre otros, en el ochomilsmo con diez expediciones; siete de ellas acabaron en cumbre. Revol, por su parte, el año pasado hizo acto de presencia en este mundo de una forma proverbial. Y es que en una tacada firmó tres ochomiles del Karakorum: GI, GII y Broad Peak.
Tras su intento a la Bonington, los dos alpinistas se fueron a por el Annapurna Este; un ochomil que no «cuenta» para la lista de los 14. A pesar de todo, realizaron una gran actividad. Salen el 12 de abril, y, tras luchar duramente con un terreno difícil y expuesto, para el 15 se encontraban al pie del Roc Noir. Eltiempo empeora, y soportan encerrados en su tienda tres días de constantes nevadas.
«Hace 8 días que partimos, y el día 18 llegamos al Roc Noir (7.485 m). Es un gran momento. Un gran espectáculo, un momento sublime en esta ruda ascensión. Seguimos por la arista muy afilada y aérea. Montamos la tienda a 7.500 metros. Sólo tenemos dos días más para hacer la travesía. Nos adelantan que habrá rachas muy fuertes de viento, de entre 180 y 200 km/h», informa Revol.
El día 19 es el previsto para hacer cima. Revol está fuerte; Minarik, en cambio, muy cansado. Finalmente hacen cima. Pero todavía tienen el descenso por delante. Hacen un intento por proseguir a la cima central, pero se dan media vuelta. Cada vez hace más viento, y el terreno es muy escarpado y delicado.
Minarik sigue flojeando y Revol siente frío en los pies. El 20 siguen con el descenso, y al día siguiente Revol se siente muy inquieta con la situación de su compañero: «Martin no se recupera; parece que tiene un edema. Bajamos por la vertiente noreste, hacia Tare Kong. El camino es largo y expuesto a seracs. Hace mucho viento y apenas hay visibilidad. Espero a Martin media hora, una hora... pero no llega. Subo un poco, pero no veo a nadie. Mi traza está cubierta con 40 centímetros de nieve. ¡Qué hago! Tomo una decisión difícil: sigo bajando para no morir por una avalancha o deshidratada. Camino como puedo, y es que estoy destrozada. Me pilla la noche, y duermo metida en una grieta. Al día siguiente, veo unas trazas a 6.700 metros. Serán las de Martin; no tengo duda. Pero se nubla y sigo para adelante. Llego a Manang donde está todo el mundo», adelanta la alpinista francesa.
Con la llegada de Revol, se pone en marcha una operación de rescate, pero, por culpa del viento, el helicóptero no sale. El 24, ya desde Pokhara, sale otro, pero Minarik no aparece por ningún lado.