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Crónica | Salud laboral

Un 79% de las enfermedades laborales de 2008 no se registraron

La actualización del estudio sobre el «Impacto de las enfermedades de origen laboral» en el Estado español, elaborado por el Instituto Sindical del Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), confirma que en 2008 un 79% de las enfermedades laborales no se registraron en las estadísticas oficiales. Esta ocultación es grave y el problema no mejora con el tiempo.

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Juanjo BASTERRA

En la Unión Europea, según los datos que maneja el director general de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, fallecen al año 158.000 personas por una enfermedad contraída en el desempeño de la actividad laboral frente a 9.000 accidentes de trabajo, contando los que se producen en el trayecto. Esa cifra muestra la gravedad del problema.

Un 10% de esos fallecimientos se producen en el Estado español, aunque los registros oficiales no indican más que unos pocos casos mortales, y un total de 18.700 enfermedades profesionales en el Estado español, aunque en Hego Euskal Herria a penas llegan a 2.574 afectados, frente a los 60.777 accidentes con baja laboral o los 112 accidentes mortales.

Por dieciocho

La Agencia Europea calcula que por cada accidente mortal se producen otras dieciocho muertes más en la Unión Europea derivadas de enfermedades profesionales. Es decir, en el Estado español el subregistro de las mismas y la ocultación de los fallecidos por enfermedades profesionales constituye un escándalo que, por otra parte, no se quiere descubrir a nivel oficial para evitar la gravedad del problema.

Un trabajo firmado por Rafa Gadea, del Instituto ISTAS ligado a CCOO, explica que el estudio sobre el impacto de las enfermedades profesionales de 2006 determinó que 16.000 personas fallecieron a consecuencia del contagio por su actividad laboral. La mortalidad, según expresa Gadea, afectó principalmente a hombres (87%) y el origen de las muertes situó en tumores malignos, «más de 8.600 fallecimientos en hombres y de 800, en mujeres», seguidos de enfermedades cardiovasculares con unas 2.800 muertes de trabajadores y 550 trabajadoras.

Le siguen las enfermedades del aparato respiratorio, con 1.500 fallecidos en hombres y mujeres. Las enfermedades infecciosas y parasitarias de origen la boral se llevaron 200 vidas. «Estas muertes suponen, entre otras cosas, la pérdida de unos 134.000 años potenciales de vida», precisa Rafa Gadea. La actualización de los datos en 2008 confirma, según el técnico de ISTAS, que se produjeron 91.000 nuevos casos de enfermedades profesionales. El 35% de las mismas tiene que ver con los trastornos musculoesqueléticos; un 14%, con la piel; un 13% con las sorderas; un 10% con enfermedades mentales y un 9% con patologías que produce dificultades en la respiración.

El ISTAS llega a la conclusión de que un 79% de las enfermedades laborales no se registraron en las estadísticas oficiales o, dicho de otra manera, que sólo se contabilizaron una de cada cinco enfermedades que se suceden por la actividad laboral. Aunque no se refiere a la mortalidad, si se compara con los datos de 2006 la estimación indica un nivel similar. Todo ello induce a pensar que el grave problema no ha ido a menos, sino que se mantiene.

Falta de prevención

Estos datos muestran que en pleno siglo XXI todavía la prevención de riesgos laborales se descuida dentro de las empresas y, a la vez, no se actúa de manera correcta para que las enfermedades de origen laboral sean tenidas en cuenta. Ese hecho tiene consecuencias económicas importantes.

La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo calcula en un 4% del PIB europeo, aproximadamente medio billón de euros anuales, el coste de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Si se ocultan, son las arcas públicas las que corren a cargo de la atención y pago de pensiones por incapacidad permanente, entre otras. Si se confirmara de forma directa que una enfermedad es profesional, la empresa tendría que correr con el coste y además de suponerle un recargo por la falta de medidas de prevención.

Además, tras la aprobación de la nueva lista de enfermedades profesionales hace tres años ocurrió que en el primer año se ocultaron muchos casos, en el segundo aumentaron algo, pero en el tercero volvieron a bajar. La situación es complicada, porque muchas empresas tratan de ocultar enfermedades y accidentes para evitar aparecer en los listados oficiales de mayor siniestralidad y baja prevención en materia de riesgos laborales.

 

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