Gianni Di Gregorio se ha basado para realizar su ópera prima en una anécdota real que le sucedió hace nueve años, cuando su casero, sabiendo que era moroso, le propuso que cuidara de su madre en vacaciones, coincidiendo con el festivo del 15 de agosto. Di Gregorio no aceptó el trueque, pero desde entonces le quedó la duda sobre lo que habría ocurrido en caso de responder afirmativamente a la curiosa proposición.

Dejando volar la imaginación al respecto, surgió el tema de su primer largometraje, que plantea en tono de comedia el problema de los ancianos, cuando sus familias no quieren cargar con ellos y los dejan aparcados durante el verano, como se hace con las mascotas. Desde el neorrealismo, y basta recordar al «Umberto D» de Vittorio De Sica, el cine italiano ha tratado con ironía la marginación que sufren las personas mayores, las cuales se sienten desplazadas al dejar de ser productivas para la sociedad.

Como si de una película neorrealista se tratara, «Vacaciones de ferragosto» ha triunfado como comedia naturalista gracias a su reparto no profesional, encabezado por Gianni Di Gregorio en persona, que se interpreta a sí mismo. Para sentirse como en su propia casa, ha rodado en el apartamento que tiene en el Trastevere, con los vecinos del barrio de figurantes. La típica estampa del ferragosto romano con las calles desiertas en pleno periodo estival contrasta con el superpoblado piso de Gianni, al tener que compartir sus escasos metros cuadrados con cuatro ancianas ya que, además de a su madre y a la del casero, admitirá a la tía de éste y a la madre del dentista, todo con tal de pagar sus deudas en los tiempos de crisis que corren. El grupo protagoniza divertidas situaciones que se suceden a un ritmo vivo que no decae.