¿Jueves 21 de mayo o viernes 21 de agosto? Quien subió ayer por los puentes del Ayuntamiento o del Arenal hacia la plaza Circular de la capital vizcaina tuvo que restregarse un par de veces los ojos si había olvidado que era el día de la huelga general. Las vías aparecían inusualmente vacías de coches y las aceras con muy pocos transeúntes.

Igual de solitarias se encontraban las calles del Casco Viejo. La mayoría de los comercios no subieron la persiana y las pocas que abrieron cerraron al paso del piquete, «custodiado» por «otro» de similar tamaño de policías autonómicos pertrechados con peloteros y con los rostros cubiertos. El mercado de La Ribera tenía abiertas sus puertas, aunque la mayoría de los puestos había cerrado la persiana y apenas había gente.

Las reivindicaciones de los huelguistas confirieron sonido a una ciudad silenciosa, que explotó en la Gran Vía, a la altura de El Corte Inglés, cerrado y «guardado» por ertzainas tras una serie de tira y afloja con los manifestantes que llenaban la calle. Tractores y camiones abrían una de las manifestaciones que recorrieron la capital por la mañana y en la que participaron muchos de los trabajadores que a primera hora acudieron a la terminal de autobuses Termibus o a las cocheras de Elorrieta a defender el derecho a la huelga. Tiendas y sucursales bancarias abrían, de forma discreta, y cerraban tras el paso de los piquetes, pero fueron pocos los clientes que atendieron a lo largo de la mañana.

Los servicios mínimos impuestos por Lakua -calificados de abusivos por los sindicatos convocantes- alteraron la voluntad de los trabajadores de sectores como el de Educación, en los que se vieron obligados a trabajar cuando como en Haureskolak el respaldo inicial era casi del 100%.

Ese fue el seguimiento en localidades como Bermeo, Gernika, Durangaldea y Ondarroa. Desigual respuesta obtuvo en municipios como Erandio, donde paró la mayoría de empresas de Axpe industrialdea, no así los comercios. En Santurtzi algunos establecimientos bajaron la persiana pese a que la asociación de comerciantes decidió no secundar la huelga y el seguimiento al paro fue notorio en barrios como Mamariga y en el Puerto. También fue importante el respaldo en comarcas como Arratia y Hego Uribe.

El sector industrial, uno de los más golpeados por los expedientes, respondió de forma clara. Si la incidencia en la industria es clave para determinar la dimensión de la respuesta, los datos aportados por los convocantes son significativos: de 214 empresas con más de 50 trabajadores chequeadas, en 98, el seguimiento fue superior al 70%; en 39 rebasó el 30%; en 61, fue inferior a ese 30% y en las otras catorce no tenían datos.

Clave fue también la participación de trabajadores en la manifestación que se celebró a mediodía en Bilbo. Cuando la cabeza, en la que se encontraban los secretarios generales de centrales convocantes, llegó al Sagrado Corazón, la cola se hallaba aún en la Plaza Elíptica, de donde partió.

Durante su intervención, los máximos responsables sindicales subrayaron que «no falta dinero, sino que sobran ladrones y políticas que avalan a esos ladrones», compilando en esta declaración los ejes de la huelga general por un modelo económico y social justo.