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Raimundo Fitero

Europeas

Ha empezado una campaña electoral para el parlamento europeo que solamente tiene el aliciente de una sentencia del Tribunal Constitucional español que viene a recordarnos cómo dan y quitan listas a su antojo. Nadie puede estar en desacuerdo con las argumentaciones esgrimidas, pero lo malo es que parece que esos considerandos no crean jurisprudencia y si mañana les interesa decir lo contrario, lo dirán y se quedarán tan huecos, respetando lo que dicen los tribunales de justicia que es la frase retórica que tienen todos aquellos que intentan hacer trampas democráticas constantemente a base de forzar leyes, presionar a tribunales e instrumentalizar todos los resortes del Estado para sus propio provecho.

Esto de Europa es una cuestión bien difusa. ¿Sabemos de verdad cuántos países forman el club, cuántos ciudadanos del mismo tienen todavía limitaciones de libre circulación, en qué países tienen como moneda el euro? Lo cierto es que durante años se han hecho programas televisivos para intentar enseñarnos de manera didáctica estos asuntos, pero no logran fijar en el imaginario colectivo lo que significa realmente. Por ejemplo «Euronews» que era la oferta, en principio, de una televisión europea global, es un fantasma que recorre cadenas secundarias y horarios para difuntos, mientras que en otros lugares se mantiene viva y en servicio las veinticuatro horas. Lo de Eurovisión no cohesiona, sino todo lo contrario, porque al tratarse de un negocio musical tienen cabida todos los países que rodean el cogollo económico europeo, pero produce monstruos como la pobre Poyeya, ahora convertida en más poyeya todavía al no saber asumir que es una perdedora recalcitrante.

¿Qué podría unir, ¿el fútbol? Van a organizar en breve una Liga Europea, pero con países o equipos de otros entramados económico y geoestratégicos, pro lo que aunque ayude, será poco. ¿Qué nos queda? Ser euroescéptico parece una condición natural, porque no hay mucho dónde agarrarse y como tampoco llegan la subvenciones en las cantidades de hace unas décadas, el desafuero es mayor. Quizás se deba todo a que el modelo económico y social imperante en Europa es muy conservador. Pues, a cambiarlo.

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