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Tere Sáez Técnica de Igualdad y colaboradora de ANDREA

24 de mayo: voces para caminar hacia otro mundo

¿Hay algo especial en nosotras? No somos mejores ni más pacíficas que los hombres, pero es indudable que tenemos un importante protagonismo en la causa de la paz, quizás por el hecho de tener un mayor contacto con el cuidado y mantenimiento de la especie humana, crucial para la sostenibilidad de la vida

Nadie tiene el derecho de decidir sobre la guerra. Todas las personas tienen el deber de decidir sobre la paz». Ese espíritu hizo posible que en 1982 se instaurara el 24 de mayo como Día Internacional de las Mujeres por la Paz, con el objetivo de visualizar y dar a conocer las diversas aportaciones hechas por mujeres desde concepciones filosóficas diferentes. Este bagaje y análisis de la realidad desde la perspectiva de género de la resolución de guerras y conflictos ha posibilitado que las Naciones Unidas pida que se promueva la contribución de las mujeres al logro de una cultura de paz y la inclusión de las mismas en todos los procesos. El Consejo de Seguridad reconoce no sólo que la paz está intrínsecamente unida a la igualdad ente hombres y mujeres, sino que el acceso pleno y la participación total de las mujeres en las estructuras de poder y su completa implicación en los esfuerzos para la prevención y la resolución de conflictos son esenciales para el mantenimiento y promoción de la paz y la seguridad en el mundo.

¿De qué mujeres hablamos? Desconocidas, ignoradas e interesantísimas en cuanto a su aportación a la paz: Berta Sophie Felicitas, austriaca, autora del libro «Abajo las armas», premio Nobel de la Paz en 1905. Jane Addams, de EEUU, autora de «Paz y pan en tiempos de guerra», Nobel de la Paz en 1931. Helene Stocker, alemana, activista incansable y represaliada por ello. Rosa Parks, mujer que inició la resistencia pacífica al no querer levantarse de su asiento para cedérselo a un blanco en EEUU. Wangari Maathai, de Kenia, líder del movimiento a favor de la tierra, de la vida y la paz. Shirin Ebadi, iraní. Rigoberta Menchú. Aung San Suu Kyi, birmana, Nobel de la Paz en 1941. Virginia Wolf, que en 1938 publica «Tres Guineas», en el que la escritora dice que lo mejor que pueden hacer las mujeres es no repetir las acciones de los hombres y crear las suyas. Irene Sleder, defensora y salvadora de 2.500 niños y niñas de la manos de los nazis... Y muchas más. Una historia apenas conocida.

¿Hay algo especial en nosotras? No somos mejores ni más pacíficas que los hombres, pero es indudable que tenemos un importante protagonismo en la causa de la paz, quizás por el hecho de tener un mayor contacto con el cuidado y mantenimiento de la especie humana, crucial para la sostenibilidad de la vida.

Iniciativas de mujeres por la paz. En 1915, alrededor de un millar de mujeres representando a 12 países, beligerantes y neutrales, se reunieron en La Haya en el Primer Congreso Internacional de Mujeres, surgiendo la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, con la pretensión de unir dos movimientos: el feminista y el pacifista.

La Primera Guerra Mundial dividió a estas mujeres. Algunas se mantienen en el pacifismo activo, a pesar de la posiciones de sus partidos (Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo...). En la india, en la marcha de la Sal en marzo de 1930, la mayoría de las participantes eran mujeres y de ellas 17.000 fueron arrestadas.

Es en la segunda mitad del siglo cuando el protagonismo de las mujeres en el movimiento por la paz en innegable, especialmente en la relación de ésta con la oposición a la instalación de misiles nucleares en los años 80. A partir de 1982, aparece un discurso feminista-pacifista de contenido político, con un denominador común, que es el de enfrentarse y deslegitimar el triunfo de la fuerza sobre la razón y la vida. Se organizan para oponerse a la guerra y las políticas militaristas, para romper barreras y acercar comunidades enfrentadas, por la búsqueda de soluciones no militares a los conflictos... Contra la impunidad, los genocidios y la búsqueda de la verdad para todas las víctimas. Para apoyar a mujeres que viven en situaciones de negación de derechos humanos, o de guerras en distintos países. Para lograr que el Parlamento Europeo y la ONU tengan en cuenta la utilización de las mujeres a lo largo de la historia como «armas de guerra», violadas sistemáticamente y obligadas a todo tipo de vejaciones, y el trabajo y la especificidad de la aportación de las mujeres en la resolución de los conflictos. Así, podemos encontrarnos a las Mujeres de Negro en los Balcanes, Israel y Palestina, la Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas, las irlandesas, Nicaragua, Salvador... Mujeres contra la impunidad. En el Congo, Ruanda... El grupo Rosa Pink... Y a pesar de toda esta historia, las mujeres en negociaciones de paz siguen siendo excluidas

Aquí, en abril de 2006, surge Ahotsak, mujeres militantes por la paz con clara intención de unir, empujar y demostrar que es posible juntarse y llegar a acuerdos. ¿Volverán a ser posibles y necesarias iniciativas por la paz entre mujeres?

Este 24 de mayo, en un mundo rodeado de guerras y conflictos sin resolver, a punto de unas elecciones europeas que pueden tomar decisiones importantes en esta materia, en una situación de crisis generalizada de la que se pretende salir sin tener en cuenta la necesidad de un cambio de valores y de modelo de la sociedad, sigue siendo imprescindible recordar ese viejo lema: «No queremos guerra que nos destruyan ni paz que nos oprima».

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