Gaspar Noé: «Hay pocas personas que tengan una vida suave de principio a fin»
Gaspar Noé presentó ayer en Cannes la receta alemana de «esperma, sangre y lágrimas» del director Reiner W. Fassbinder para componer un drama que se desarrolla en Tokio y se llama «Enter the Void».
GARA | CANNES
La última vez que Noé visitó Cannes produjo desmayos y vómitos con su violación en tiempo real en «Irreversible» (2002). Ayer, llegó dispuesto a demostrar que no se amilana y se arma con una potencia argumental mayor para posicionarse ante la Palma de Oro que se entregará mañana. Sus protagonistas son dos hermanos: él camello, ella stripper. «No creo que sean personajes miserables. O, al menos, me parecen más miserables los que requieren sus servicios. Ellos son seres normales que luchan por sobrevivir como cualquier otra persona», aseguró en rueda de prensa.
Con este planteamiento, no puede esperarse que su cine discurra por los cauces de lo convencional. «Hay pocas personas que tengan una vida suave de principio a fin», añadió. La estructura clásica de inicio, nudo y desenlace nunca ha sido el terreno transitado por Noé, cuyas películas basan gran parte de su atractivo en lo alambicado de su narrativa -y, en consecuencia, la labor titánica de montaje- y en su riesgo formal. Saltos temporales, cámara subjetiva que sigue al personaje principal -trabajo audible pero casi invisible de Nathaniel Brown-, experiencias alucinógenas y un coito rodado desde el interior de una vagina conforman el cóctel explosivo de «Enter the Void». Para algunos, su cine es pura virguería, un milagro visual que se salta como por arte de magia las limitaciones técnicas de la planificación. Otros, que ya conocen las cartas con las que juega Noé, recomiendan ir al cine con una pastilla para el mareo. «No creo que nade contracorriente. Cannes es el lugar donde se encuentran muchos lenguajes diferentes», aseguró el director.
Diez años en mente
La complejidad del guión ha hecho que el proyecto lleve en la mente de Noé desde hace diez años. «En un principio, iba a estar ambientada en India», explicó. Y, por supuesto, «Enter the Void» es de ese tipo de películas que renacen en la posproducción. Fueron muchos los que abandonaron la sala durante la proyección, pero los que aguantaron hasta el final calificaron la película como una de las más arriesgadas e innovadoras del festival. De hecho, «Enter the Void» lleva su experimentación hasta el punto de que el director asegura que es, como si fuera una escultura de Miguel Ángel, una obra «non finita».
Por su parte, y como gran contraste, el realizador nazareno Elia Suleiman mostró con mansedumbre su cinta autobiográfica «The Time that Remains», en la que el conflicto entre palestinos e israelíes no se traduce, como de costumbre, en un cine convulso.
Muerto trágicamente en pleno rodaje, el actor Heath Ledger desempeña su último papel en «The Imaginarium of Doctor Parnassus», delirante fábula sobre el poder de la imaginación, firmada por Terry Gilliam. La ficha técnica final así lo proclama; esta producción es «una película de los amigos de Heath Ledger», ya que tres actores, Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell, acudieron en ayuda del proyecto, reemplazando al australiano fallecido en enero de 2008, a consecuencia de una sobredosis accidental de medicinas. Los tres «llenaron el hueco que Heath dejó, fue un acto de amor», afirmó Gilliam.