Ganar al Real Madrid es lo que necesita Osasuna para mantenerse un año más en Primera. Con su triunfo en el Camp Nou, los rojillos no salen del descenso, pero curiosamente sí dependen de sí mismos en la última jornada, en la que se dará el enfrentamiento entre Betis y Valladolid, que se han complicado la vida sobremanera.

Los béticos adelantan a los rojillos en un punto, mientras que los pucelanos lo hacen en dos, pero en ese postrero cruce directo ninguno de los dos puede ganar y un empate perjudicaría a los andaluces, que se irían a la categoría de plata si los navarros, el Sporting y el Getafe consiguen sumar un triple.

Sin duda, un montón de combinaciones las que se pueden producir y de las que incluso hasta con un empate los de Camacho podrían conseguir la salvación, pero para ello debería darse la casuística poco probable de que los asturianos cayeran en El Molinón ante el Recreativo, que ya es conjunto de Segunda, junto al Numancia.

Todo este galimatías de probabilidades no hubiera sido posible si Osasuna hubiera fallado en su visita al feudo azulgrana, ya que tanto los de Manolo Preciado como el Getafe sacaron adelante sus compromisos. Hacía siete temporadas que los rojos no ganaban en Barcelona y no pudo llegar en mejor momento un triunfo muy trabajado y no sin ciertos apuros.

Por si hubiera alguna duda de la actitud e intenciones del Barcelona, Pedro la despejó cuando apenas se había cumplido un minuto de juego. Osasuna perdió un balón en los tres cuartos de su propio campo y el canterano se hizo con él para caracolear ante dos defensas rojillos y acabar disparando con su zurda y mucha intención pegado al poste derecho de Ricardo.

Los navarros esperaban en su parcela, con la intención de aprovechar el fallo de una escuadra culé que impuso su dominio del esférico desde el pitido inicial y el envío largo. De este modo, llegó la primera ocasión clara rojilla, tras romper Masoud el fuera de juego, pero no terminar aprovechando la ventaja de varios metros que sacó a la línea defensiva local. Como acostumbra, el iraní se frenó y optó por culebrear con sus marcadores en lugar de irse como un rayo hacia el marco de Pinto. El persa acabó perdiendo el cuero cuando intentó abrir a la derecha a Juanfran.

Los de Camacho daban la sensación de meterse cada vez más atrás, lo que no dejaba de ser ciertamente peligroso ante un conjunto como el culé, aunque jugara con casi todos sus suplentes, sin que ello significara que le perdía la cara al envite. En esa tesitura, las jugadas a balón parado se intuían como esenciales, especialmente para los navarros.

El undécimo de Pandiani

Y en una de ellas llegó el gol, cómo no, de Walter Pandiani. De sobra es conocido que los blaugranas sufren en el juego aéreo de estrategia y de ello sacó tajada el delantero uruguayo. Plasil botó un perfecto corner al primer palo, donde apareció el charrúa para imponerse a su marcador y cabecear la pelota al segundo poste sin que nada pudiera hacer Pinto. Osasuna conseguía lo más difícil, ponerse por delante en el marcador y, como consecuencia de ello, salir del descenso.

El 0-1 templó los nervios rojillos. Se presionaba y robaba el esférico algo más arriba, sin permitir que el Barça llegara hasta las inmediaciones del área. Los campeones de Liga y Copa siguieron a lo suyo, tocando y tocando, sin profundidad. Eso favorecía los intereses navarros, que se veían dependiendo de sí mismos para el último y decisivo partido contra el Real Madrid en El Sadar.

Todo el mundo estaba muy enchufado. También en la parte de atrás. Cruchaga, primero, y Ricardo, más tarde, evitaron que Eto´o consiguiera el propósito de aumentar su cuenta goleadora en pos del Pichichi y la Bota de Oro. Incluso los de Camacho pudieron abrir mayor brecha en el marcador en una de esas acometidas. En esta ocasión, el esférico trianguló por la banda izquierda, pasó por las botas del checo Plasil, trató de buscar un centro raso y finalmente, el balón fue a parar a Nekounam, quien viniendo desde atrás y en una posición más que óptima buscó la escuadra, pero su envío se fue finalmente muy arriba.

Embarullada segunda parte

En la segunda parte hubo de todo menos fútbol, circunstancia de la que salió francamente beneficiado Osasuna. Guardiola inició su carrusel de cambios a los pocos minutos de iniciarse ese periodo, con el fin de preservar a Sylvinho y Eto´o, que apuntan a titulares en Roma. Podia dar la impresión de que ello restaría potencial a los anfitriones, pero fue el tramo del choque en el que peor lo pasaron los rojillos.

Bojan se empeñó en aguar el clima de fraternidad con un disparo que salió rozando el larguero y después Ricardo tuvo que sacarle una mano que, tal y como se dio el resultado final, fue esencial. Tras las acometidas de la joven promesa azulgrana, el envite entró en esa fase enrarecida que favoreció a los intereses navarros.

Una rápida salida encarnada pilló desprevenida a la zaga local y al juvenil recién entrado Marc Muniesa no le quedó otro remedio que frenar con una fuerte entrada la colada por banda derecha de Hidalgo. Rubinos Pérez no se lo pensó dos veces y le mostró la roja.

Pañolada en las gradas y el enfado mayúsculo de Guardiola provocaron que el técnico blaugrana también fuera expulsado. Hasta un espontáneo superó las barreras de seguridad y saltó al césped para llegar a la altura del trencilla y espetarle un claro «¿estás loco o qué?».

La marejada de acontecimientos propició que el tiempo fuera transcurriendo con un Osasuna en superioridad numérica que tuvo un par de lances para finiquitar el encuentro, pero no supo materializarlos.