Xabier Isasi Presidente de Gaindegia
Crisis global y estrategia local en Euskal Herria
Asistimos a acontecimientos mundiales que pronostican cambios radicales en la forma en que entendemos la vida, la economía o la sociedad. Estamos a las puertas del ocaso petrolero, el eje económico global se desplaza...
Desde las hipotecas basura (sub prime) y la corrupción financiera hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria asistimos en los últimos meses a un continuo flujo de sucesos económicos globales de consecuencias socio-económicas como no habíamos conocido nunca. Además, la sociedad de la información en la que vivimos hace que la sensación del «acelerón» recesivo sea aún mayor. Sin embargo, una vez transcurridos los primeros meses y los primeros embates de la crisis, quienes procuramos ver la luz en el compromiso y la reacción de cada uno (la mayoría de agentes económicos y sociales), comenzamos a ordenar las piezas en busca de la salida. No obstante, este ejercicio se ve condicionado por la información que recibimos, o el tono en que los transmisores de información nos presentan la realidad. Somos conscientes de que, en esta crisis, únicamente percibimos una parte del todo y buscamos en la información fragmentada que recibimos los elementos que nos faltan para completar la el puzzle. Vemos la pata e intuimos el elefante de la crisis, pero no vemos el elefante.
Vista la forma en que se suceden los acontecimientos y la interconexión existente entre percepción y reacción (a veces de carácter inmediato gracias a la divulgación electrónica) parece de sentido común que, sin perder la perspectiva actual, ha llegado el momento de fijar la mirada más allá de lo inmediato. Dicho ejercicio supone atender no sólo al posible devenir de los acontecimientos desde una perspectiva cronológica sino también territorial.
Dicho de otra manera, las respuestas que necesitamos sólo las obtendremos si somos capaces de formular las preguntas correctas. Antes de preguntar qué hacer debemos preguntar cómo estamos. Desde nuestro punto de vista, dentro de este mar de sucesos, reflexiones, pronósticos y propuestas, la ausencia deliberada de algunos temas es más que notoria. Entre las ausencias, seguramente son muchas las cuestiones que se puedan apuntar, pero la territorial, es decir, la pregunta que plantea qué hacemos aquí es una de las más relevantes; parece que ni siquiera lo queremos saber. Sabemos que los organismos e instituciones locales (territoriales) se preocupan por ello, pero no existe una preocupación colectiva y por tanto, las estrategias carecen de dicho carácter, lo que dificulta enormemente tanto la implicación como el esfuerzo colectivo, con todos los beneficios que ello conllevaría.
Esta constatación nos debería llevar a pensar sobre las oportunidades que se pierden por falta de visión territorial. Es decir, ¿qué consecuencias ha supuesto en nuestro desarrollo el hecho de no haber dispuesto una estrategia de colaboración interterritorial?
Nuestra preocupación se refiere al caso de Euskal Herria. Es un hecho reconocido que Euskal Herria cuenta con un capital muy preciado en cualquier estrategia de desarrollo local/territorial. Léase dicho capital en forma de capital social, humano, histórico, cultural, lingüístico... Nuestra singularidad no reside en lo peculiar de nuestra cultura, sino en su potencial de cohesión, que hace posible poder congeniar dinámicas conjuntas a muchos niveles, también el social y el econó- mico (aunque haya quien se empeñe en sabotear dicha posibilidad). Esa es la fuerza que nos permite estar donde estamos, con sus virtudes y sus carencias.
Es decir, si partimos del hecho de que contamos con un capital de alto valor para abordar respuestas locales a retos globales, ha llegado la hora de que reflexionemos desde dicho punto de partida, ¿qué hacemos desde nuestro territorio y con nuestro capital local? Es una pregunta que más allá del sentimiento de pertenencia de cada individuo, nos puede permitir encontrar la argamasa que dé consistencia a una estrategia local, y global. Buscar la solución nos puede unir, y evidentemente, la unidad se sustenta en una identidad común compartida cuyos elementos esenciales facilitarán, y mucho, dicha tarea. Pero unir significa partir de la diversidad (territorial, económica, administrativa, social...) y encontrar fórmulas de colaboración, solidaridad, complementariedad, de tal manera que el conjunto se vea beneficiado en lo inmediato y lo futuro.
Ello requiere colaboración interinstitucional, que visto su desarrollo estas últimas décadas, parece un imposible. Pero, ¿acaso los agentes sociales y económicos hemos de aceptar como propio dicho límite? Es decir, ¿estamos dispuestos a renunciar a una estrategia efectiva ante una crisis global? Sin embargo no nos confundamos. La crisis actual no es sólo financiera. Asistimos a acontecimientos mundiales que pronostican cambios radicales en la forma en que entendemos la vida, la economía o la sociedad. Estamos a las puertas del ocaso petrolero, el eje económico global se desplaza, el conocimiento y las formas de trabajo cambian... Por tanto, la reflexión ha de ser estructural, y más aún en un territorio desestructurado como el de Euskal Herria.
¿Cómo facilitamos la colaboración, la movilidad, la implicación de agentes diversos, por encima de los ámbitos administrativos territoriales? ¿Es posible iniciar dinámicas de colaboración y concertación que nos permitan aprovechar todo nuestro capital en todo nuestro territorio? ¿Qué se precisa para ello? ¿Qué mejoras normativas y metodológicas precisamos para llegar a un accionar de carácter netamente vasco? Nuestro mercado de trabajo futuro, nuestro proyecto de formación profesional o superior, nuestra red industrial, nuestra tecnología, nuestras élites económicas y sociales, nuestro sistema de protección social, nuestra ordenación territorial... requerirán niveles de colaboración y compenetración (cohesión en la acción) que actualmente ni nos planteamos, y por tanto estamos echando a perder. Sólo si conseguimos crear dichas sinergias llegaremos a tener capacidad de respuesta a lo que nos viene, y después, sólo después, la acción interinstitucional se concertará con la social y económica. Pero lo primero es lo primero. ¿Cómo estamos aquí? ¿Qué hacemos aquí?