Irán, inmerso en un crucial proceso electoral, dio un paso adelante en el reforzamiento de su posición de liderazgo en Asia reuniéndose en Teherán con los presidentes de Afganistán y Pakistán, dos de los principales aliados de EEUU en el área. Todos ellos se comprometieron a «luchar juntos contra el terrorismo y el tráfico de drogas», una prueba más de que Teherán se ha convertido en un agente imprescindible para la seguridad regional.

Los presidentes iraní, Mahmud Ahmadineyad; afgano, Hamid Karzai; y paquistaní, Asif Ali Zardari, suscribieron ayer la Declaración de Teherán. Este documento, cuyo contenido no se dio a conocer, es «una declaración seria de cooperación global para satisfacer los intereses de las tres naciones», explicó Ahmadineyad.

Karzai llegó ayer a Teherán encabezando una delegación formada por el ministro de Exteriores, Rangin Dadfar Spanta, el jefe de los Servicios de Información y su consejero de Seguridad.

El presidente paquistaní, que viajó acompañado por el responsable de la diplomacia, Shah Mehmud Qureshi; y el ministro del Interior, Rehman Malik, llegó a la capital iraní el sábado por la noche.

Karzai, cuyo país es escenario de combates cotidianos con los talibán y también el primer productor mundial de opio, señaló que «tenemos numerosos problemas, pero también oportunidades para encontrar una solución mediante el diálogo».

Su homólogo paquistaní subrayó el apoyo de su país al «combate contra la amenaza del terrorismo, del extremismo y de la droga».

«Podemos resolver los problemas mediante un acercamiento global», añadió. Pakistán se enfrenta a un resurgir del movimiento talibán, que se enfrentan al Ejército en violentos combates.

«Nuestros tres países tienen relaciones fraternales e históricas, pero existen problemas a los que tenemos que hacer frente. Algunos son económicos o culturales, pero otros nos han sido impuestos por agentes exteriores», declaró Mahmud Ahmadineyad.