Tasio Erkizia militante de la izquierda abertzale
Activar la sociedad
Los servicios de inteligencia de los grandes centros de poder económico y político desde hace muchos años utilizan como uno de los ejes básicos de su estrategia para dominar a la clase obrera y los pueblos sometidos el domar las conciencias críticas y neutralizar la capacidad de rebeldía de los sectores más activos de la sociedad. Conseguido dicho objetivo, tienen vía libre para aumentar sus beneficios sin límites, así como sus ansias imperiales, sin miedo a que reaccionen los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Controlada la capacidad de reacción de los oprimidos, pueden seguir engordando sus cuentas millonarias sin sobresaltos, haciendo desaparecer idiomas y culturas propias y sometiendo a pueblos enteros.
Esa fue precisamente la clave por la que tanto éxito tuvieron los neofranquistas en la llamada «transición de la dictadura». En los años 1975 a 1979 se diseñó y se concretó el «milagro» de pasar de una cruel dictadura a una situación denominada «democrática», sin modificar en nada substancial las estructuras anteriores, de tan nefasto recuerdo. Y para ello el camino que utilizaron fue domesticar a los sindicatos y partidos políticos más importantes a cambio de dinero y puestos con la obligación de apagar la conciencia crítica de sus militantes y simpatizantes. Los «cerebros» que diseñaron dicha operación no fueron especialmente inteligentes, simplemente fueron hábiles maniobreros que se encontraron con una clase sindical y política muy proclive a venderse a cambio de su bienestar personal.
La mayoría de los dirigentes políticos y sindicales del Estado español, salvo honrosas excepciones, fueron dóciles y serviles ante los intereses económicos y políticos del sistema establecido. En todo el Estado solamente el amplio movimiento socio-político configurado en la izquierda abertzale mantuvo una actitud de firme oposición. Y en la actualidad, vista la falta de capacidad de respuesta popular ante las salvajes envestidas del capitalismo, bien podemos afirmar el dicho: «de aquellos polvos, estos lodos». Al día de hoy, la domesticación y sumisión de la mayoría de los partidos políticos y determinados sindicatos ante los intereses de la Banca y las grandes multinacionales sigue siendo humillante y vergonzante.
Es sintomática la paradoja. En Europa, donde precisamente no existe una sociedad especialmente crítica, y que padece un 50% menos de paro que el Estado español, sin embargo, se han dado huelgas muy importantes en el Estado Francés, Bélgica, Italia o Grecia. En el Estado español todos muestran total conformismo ante una crisis que parece estar provocada por extraterrestres. Y así, en casi nada se diferencia la actitud de los sindicatos de la de los patronos, ni los partidos en el Gobierno de los de la oposición. Rifirrafes no faltan, pero reducidos al ámbito personal y de matiz claramente electoral. Nadie plantea la necesidad de un cambio político ni económico estructural. Los empresarios y las direcciones de los sindicatos y partidos no quieren ningún cambio fundamental, no sea que pongan en crisis su «bienestar» personal.
Pero es más, ante la crisis sociopolítica más importante de los últimos 50 años, no contentos con mostrar una total incapacidad de dirigir la imprescindible respuesta social, tienen el atrevimiento de torpedear y boicotear una huelga general convocada en Euskal Herria por la mayoría sindical y apoyada por varios partidos políticos. ¿Qué pasa en sindicatos como UGT o CCOO, que se identifican hasta en los argumentos con la política de la patronal y los gobiernos de turno? Si la huelga, el medio de lucha más utilizado y determinante de los dos últimos siglos por los trabajadores, no sirve para nada ante una crisis que está provocando diariamente miles de despidos y situaciones límites de pobreza, ¿cómo nos podemos defender los sectores populares ante las tropelías de los gobernantes y la avaricia sin medida de los grandes capitalistas? ¿Qué se logra por medio del diálogo social, si no se cuenta con la fuerza y determinación de los trabajadores y las trabajadoras?
El día 21 conseguimos un importante objetivo: activar a un amplio sector de los trabajadores y sectores populares en pos de nuestros derechos políticos y económicos. Fue una reafirmación de nuestra autoestima, del valor de nuestra lucha, de la fuerza de nuestra determinación. Una demostración de que no estamos dispuestos a aceptar que nuestro futuro lo marquen los banqueros, los capitalistas ni los partidos y sindicatos hipotecados a los intereses personales de muchos de sus dirigentes. Si somos valientes y sabemos sacrificarnos, pondremos las bases para construir una sociedad más justa, más solidaria y más equitativa. Porque creemos en nuestro futuro luchamos por el presente.
Ese mismo día 21 de mayo, a última hora nos llegó la noticia del fallo del Tribunal Constitucional, por el que Iniciativa Internacionalista-Solidaridad entre los Pueblos podrá participar en las elecciones. Una decisión tan política como las anteriores, y serán probablemente diversas las razones que han influido en la decisión final de los estamentos del Estado. No viene al caso entrar en ellas, pero hay una que viene al hilo de las reflexiones que estoy aportando en estas líneas y quiero remarcarla: este pequeño triunfo de los derechos democráticos tiene mucho que ver con la lucha y determinación que han mostrado ante las ilegalizaciones anteriores miles de hombres y mujeres de la izquierda abertzale. La denuncia constante, el desafío de amplios sectores de Euskal Herria ante la injusticia de las ilegalizaciones sistemáticas han hecho que muchas personalidades de toda Europa hayan levantado la voz y el Estado español ha temido una descalificación en toda regla. En este pulso también la activación social ha sido determinante.
Ytenemos delante una intensa campaña. En vista de la beligerancia que muestran determinado sector de la prensa y algunos dirigentes políticos, todo apunta a que va a ser a cara de perro. Los respectivos ministerios de Interior han impartidos orientaciones claras para boicotear absolutamente todo. Para la gran mayoría de las televisiones, radios y periódicos no va a existir II-SP en sus comentarios ni en sus noticiarios. Pues está claro, cuando los banqueros, los grandes capitalistas y los neofranquistas llaman al boicot contra Iniciativa Internacionalista, más razones para apostar resueltamente a su favor. Los solidarios para con Euskal Herria son nuestros amigos, son los que van a llevar las ansias de libertad de nuestro pueblo hasta el corazón de Europa. Es una candidatura que llama a reunir el voto rebelde, el voto del compromiso, «el despertar de una esperanza», como afirmaba el propio Alfonso Sastre.
Su éxito depende en gran medida de la capacidad de movilización y activación de los sectores de izquierda y los abertzales coherentes. Activación para llevar su mensaje a todas las fábricas, rincones, barrios y pueblos de nuestra geografía. Movilización para hacer llegar el voto a todos los hogares. Estar presente con colorido, música y mensaje alternativo a todas horas del día y en todas nuestras calles y plazas. Depende de nuestro esfuerzo, trabajo y convencimiento el que Alfonso Sastre sea en Europa un altavoz del diálogo, del entendimiento, de la negociación de las partes en litigio, el grito de los oprimidos en la persona de uno de los hombres más reconocidos del continente europeo.
Pero el 7 de junio no termina nuestra larga lucha por conquistar las libertades democráticas de nuestro pueblo. Solamente será un pequeño triunfo logrado en gran medida por nuestra capacidad de activar la sociedad. Nos esperan importantes esfuerzos. Porque debemos tener muy claro que aglutinar las fuerzas progresistas y soberanistas en un potente movimiento sociopolítico solamente será realidad si somos capaces de ilusionar y movilizar a importantes sectores que en la actualidad, por diversas razones, están sumidos en la abulia o abatidos por la desilusión. La sociedad del consumo y del individualismo nos empuja a desentendernos de lo colectivo y centrarnos en lo productivo para nuestros propios intereses personales. Una sinergia entre las fuerzas abertzales soberanistas exige, además de un proyecto político bien definido basado en una estrategia nacional, entrega a un proyecto colectivo de largo recorrido y toneladas de ilusión. Una de las claves determinantes será pues, la capacidad por activar todos los entornos sociales que se sienten subjetivamente abertzales y de izquierdas pero que necesitan un marco de confluencia y trabajo en común. Para lograr el profundo cambio sociopolítico al que aspiramos, la activación de la sociedad es la gran fuerza de hoy y la del futuro.