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Crónica | Charla «cárcel y salud»

«La precariedad sanitaria en las cárceles también es un tipo de tortura»

Dicen que los presos que sufrían alguna enfermedad y eran liberados solían despedirse de sus carceleros con frases como ésta: «Al menos yo me voy, y tú te quedas aquí». Pero ahora esta despedida irónica es cada vez más infrecuente, porque apenas hay excarcelaciones. Anteayer en Gasteiz se habló incluso de «exterminio planificado».

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Zuriñe ETXEBERRIA

«Bautista está enfermo porque la cárcel lo ha querido, y como él dice, sólo le queda acostumbrarse a vivir con el dolor», relató Jose Campos. Es la compañera de Bautista Barandalla, preso desde 1990. Aunque este 30 de junio termina de cumplir su condena, la «doctrina Parot» amenaza con traerle otros once años de castigo añadido. Barandalla sufre una colitis ulcerosa, además de otras dolencias, «que se podía haber evitado si en su día le hubieran dado el tratamiento necesario», según recordó Campos. Actualmente cumple condena en la cárcel de Iruñea, pero totalmente aislado.

«Cuando operaron a Gotzone, nos avisaron en el último momento», añadió su hermano José Luis. Gotzone Lopez de Luzuriaga tuvo que ser intervenida por un cáncer de mama. El alta médica se la dieron antes incluso de haberse recuperado de la intervención, hace dos años.

Gotzone lleva 20 años presa y en estos momentos se encuentra en la cárcel de Jaén, a casi 800 kilómetros de su casa. Pero lo peor es la enfermedad. Son muchos los días en que no recibe el tratamiento de radioterapia necesario, ya que los policías que deben custodiarla hasta el hospital no aparecen. «Si no es para morirse, no la sacan», concluyó su hermano.

Erlantz Cantabrana fue detenido y encarcelado en su día, acusado de militar en los GRAPO. «Estamos ante un exterminio planificado; por defender nuestras ideas nos condenan al Guantánamo español», argumentó en la mesa redonda organizada el miércoles en Gasteiz.

«Algunas personas dan la vida por una idea, pero eso no les da derecho a que se la quiten», subrayó el represaliado político. Por eso, alertó a la sociedad que hay un dilema que afrontar: «O los sacamos o se nos mueren dentro».

«Espacio de enfermedad»

La médico Mati Iturralde lo dejó bien claro: «La cárcel genera enfermedad; tú entras sano, pero no es nada seguro que salgas en las mismas condiciones». De hecho, en estos momentos hay un grupo muy importante de personas que se encuentran privadas de libertad que requieren tratamiento médico fuera de los barrotes.

Sin embargo, ese derecho, como otros tantos, les es negado. Pote, miembro del colectivo Salhaketa, aportó datos que llaman a replantearse el actual sistema penitenciario. Y es que «el 50% de la población presa precisa, al menos, de tratamiento siquiátrico», según apuntó. Es un dato que lo dice todo.

«La dejadez, la mala intención y no proporcionar el tratamiento adecuado también es tortura», valoró Pote. Definió las paredes que encierran la libertad de las personas como «un espacio de enfermedad».

El miembro de Salhaketa recordó una carta de un preso que decidió acabar con su vida dentro de los fríos muros de hormigón. «Porque amo a la vida, no estoy dispuesto a vivir así», decía en esas dramáticas líneas. Todas las personas que participaron en la charla coincidieron en que, por encima de todo, los presos son personas.

 

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