En Suecia también hay misoginia
«Millenium 1: los hombres que no amaban a las mujeres»
La primera parte de la trilogía Millennium confirma, en su versión cinematográfica, el enorme éxito literario que la ha precedido, a pesar de la dificultad que entraña para sus responsables el emular la repercusión alcanzada por las novelas de Stieg Larsson, un periodista sueco que murió repentinamente antes de ver publicados sus tres únicos libros.
M. INSAUSTI | DONOSTIA
La literatura y el cine suecos están pegando fuerte, a base de adaptaciones de novelas de éxito que también funcionan en las pantallas. Sin apenas tiempo para asimilar el impacto que ha supuesto «Déjame entrar», basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist, nos llega la primera entrega de la trilogía «Millennium», obra póstuma del periodista Stieg Larsson. La versión cinematográfica de «Los hombres que no amaban a las mujeres», ha arrasado en la taquilla sueca.
El triple best-seller creado por Stieg Larsson -convertido en un mito en Suecia- nació de su experiencia periodística, a la que nunca renunció, pues su dedicación literaria la llevó a cabo fuera del horario de trabajo, escribiendo en los pocos ratos libres y por las noches. Debía de ser un hombre muy disciplinado y guiado por un enorme espíritu de sacrificio en todas sus actividades, al sufrir constantes amenazas por su comprometidos artículos y verse obligado a vivir oculto y recluido. Incluso prefirió renunciar a llevar una vida sentimental normal, al no querer implicar a su pareja en opciones personales que consideraba arriesgadas. Militó en la Liga Comunista de Trabajadores, así como en el movimiento «Stop the Racism», que sirvió de plataforma a la Fundación Expo, de la cual derivó a su vez la revista del mismo nombre que acabó dirigiendo. Su labor desde ese medio consistía en la denuncia del racismo de ultraderecha, junto con otras actitudes violentas contra las mujeres. Pero lo que mayor persecución le causó fue su investigación de las conexiones entre la ultraderecha y los poderes políticos y financieros. Es muy probable que la presión que tuvo que soportar precipitara el fallo cardíaco que le costó la vida a los 50 años de edad.
Parecidos
Quienes conocían a Stieg Larsson afirman que el periodista Mikael Blomkvist es su alter ego. Sin embargo, también encuentran rasgos suyos en el personaje de la informática Lisbeth Salander, que tendrían que ver con su vena más rebelde. Lo más curioso es que esta moderna hacker, que viste de acuerdo con la moda siniestra y luce piercings en su cuerpo, se inspira en cierto modo en la heroína infantil Pippi Langstrumpf. Al menos en origen, debido a que Larsson tuvo inicialmente la idea de escribir sobre el personaje parido por la escritora Astrid Lindgren, imaginando lo que hubiera podido ser de aquella niña tan provocativa en la edad adulta. No es la única referencia tomada de la obra de su compatriota, ya que el apellido del protagonista masculino se basa en el del niño detective Kalle Blomkvist, asimismo surgido de la fantasía de Astrid Lindgren. En lo tocante a la novela policíaca en sí, Larsson se dejó influir por otras autoras foráneas, entre las que solía citar a Agatha Crhistie, Sara Paretsky, Sue Grafton, e incluso a Enid Blyton o Dorothy L. Sayers.
La producción de las dos siguientes entregas, tanto de «La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina» como de «La reina en el palacio de las corrientes de aire», ya está en marcha. El autor utiliza la literatura criminal para trazar un fresco de la actual sociedad sueca, que en su opinión no es tan tolerante o democrática como pretende aparentar. Bajo la imagen de bienestar se esconde la corrupción política y empresarial, que las investigaciones de la pareja Blomkvist-Salander va desvelando. Concretamente ella es una chica marginal, que no encuentra su sitio en la Suecia ideal y respetuosa con el medio ambiente de los anuncios de Ikea, y que ha padecido el acoso de los hombres desde el colegio. De ahí su carácter agresivo y asocial, su constante desconfianza con respecto a los demás.
El clan de los Vanger representa a las dinastías que dominan la industria sueca, y cuyo prospero presente está cimentado sobre un pasado oscuro que enterrar.