Otro remake norteamericano de una película asiática, en concreto de la coreana «Dos hermanas». Llega un poco tarde, habida cuenta de que el original fue realizado hace seis años, en plena moda de las películas de fantasmas, lo que los japoneses denominan «kaidan eiga». La versión anglosajona ha sido encomendada a los debutantes hermanos Guard, una pareja de gemelos británicos en los que los productores tal vez se hayan fijado por esa coincidente condición. Pero como la mayoría de los encargos de los estudios actuales, lo que priman son los aspectos genéricos más estereotipados, sin que medie ningún intento por desentrañar el relato de partida. Si no estuvieran tan preocupados por los efectismos de rigor de cara a provocar puntuales sustos en la audiencia, se darían cuenta que el coreano Kim Ji-Woon se inspiró en la obra maestra de Robert Mulligan «El otro», pero sería demasiado pedir que ahondaran en la sicología de las hermanas de este cuento terrorífico, entendiendo como tal el desdoblamiento de una única persona. Evitando la cuestión de fondo ocupa mayor protagonismo si cabe el fantasma de la madre, peleado con la presencia real de su sustituta, a la que da cuerpo Elizabeth Banks. Es el mayor acierto del reparto, junto a David Strathairn, que hace del padre despistado que no es consciente de los fenómenos inexplicables que están ocurriendo en su casa.