Fuertes, sólidos, brutotes. Aman el rock de los setenta y el metal contemporáneo, con inclinación, en ocasiones, hacia el black metal más veloz. La melodía vocal corre como un fino reguero de agua hirviendo, mientras que la batería expolea a la banda hasta el desboque. Desde su primer disco, «Try future», vuelan baquetas, guitarras serrucho, bajos... Son un peligro. Si le pillan al oyente desprevenido, pasan por encima hasta dejarlo como un felpudo del 50. Se llaman Antigua y Barbuda, de Iruñea, formación de porte aparentemente conceptual (duración cortes, diseño, algunas estructuras...), pero que no son ni los Who ni Dream Theatre (a quienes odian) ni otros colosos del género.

Antigua y Barbuda son Guillermo Fernández Mutiloa, batería y coros, de Iruñea; Alberto Beúnza de Miguel, bajo, de Zizur Nagusia; Axier Jauregi, guitarra, coros y sintetizadores, de Donostia, aunque reside en Iruñea; y Germán Úcar, guitarra y voz, de Iruñea.

Guillermo comienza a interesarse por la música admirando a bandas como Metallica, Pantera, Machine Head, Korn... Con 16 años (nace en el 84), se dice a sí mismo que tiene que aprender a tocar un instrumento. En principio, se debate entre la guitarra o la batería. Finalmente opta por esta última, que le cuesta 3.000 pesetas, pero que nadie se asuste: hoy cuenta con lo mejor, o casi, que se puede tener por debajo de la línea de unas baquetas. En 2004 se encuentra dentro de los poderosos Dead Means Nothing, con quienes publica «Seeds of hate», de 2007. Al mismo tiempo con Germán, Pablo (Los Nerviosos), Dani (ex vocalista de Dead Means Nothing) y Aitor (Doubtful) participa en los estimados QWER, con quienes edita un ep titulado «Ombligo chronicles», que se adelanta a DMN en tres años. Dani abandona el grupo, posteriormente lo hace Pablo, lo que obliga a un replanteamiento. A finales de 2004 nace Antigua y Barbuda, quienes graban entre 2007/2008 el ep «La pirámide invertida», que cuenta con la colaboración de Pablo, quien, poco después sería sustituido por Alberto. Con la llegada de Asier se completa el círculo piramidal y nace «Try future».

Alberto decide tocar el bajo después de ver un vídeo de un concierto de Metallica aún con con Cliff Burton a las cuatro cuerdas. Tras la visión, Alberto sentencia que ese tío toca como el demonio y que quiere ser como él, en lo posible. Con 17.000 pesetas reunidas a golpe de sangre y fuego, se compra el bajo más barato de la tienda y se lía a metallizar su existencia. Poco después conoce a un grupo llamado Garrasika, con quienes toca durante diez años, dejando dos maquetas y cerca de cien conciertos. Poco después, y en el inicio de la presente década, parte de Garrasika termina en Na Tua Man (con un espléndido debut en cedé en 2002), que ganan el certamen Pop-Rock de San Adrián y el Villa de Sangüesa. En 2005, un colega, Firehead, hoy de larga y curiosa trayectoria, le indica que unos colegas, AYB, buscan bajista, se presenta en el local de ensayo y se queda.

Axier es un precoz de la música, pues desde niño se interesa por ella. Posee formación musical. Aprende a tocar varios instrumentos. Compra vinilos de los ochenta, pero también descubre los setenta, que le tientan. Después se pasa al jarkore con todas sus derivaciones extremas. Lleva tocando en diferentes grupos -nace en el 76- desde hace 18 años: Dowhill (hc melódico), 95-99; Redrum (metalcore), 2000-2003; Vinilo Ridin' Rocket (rockin' hc), 2003-actualidad; Anosognosia (grindcore), 2007-2008; Paz Vegan (emoviolence), 2008; The New Mogambo Old School Stars (hc covers), 2003-actualidad, y Antigua y Barbuda, 2009. Lo de AYB surge cuando se encuentra con Germán en un concierto en Donostia. Se conocen , charlan un poco y como no cuenta con banda en Iruñea y aún tiene las tardes libres, pues, después de dos cervezas, dice que sí y se enrola en otro proyecto más.

Germán, del 83, quien tiene una editorial dedicada a la edición de relatos y poesía, ediciones Eclipsados, empieza desde niño a estudiar solfeo y a tocar el violoncelo. Con 14 años descubre las primeras casetes de Green Day y los vinilos de su padre: Alan Parson, Santana... En ese momento decide que pasa de repetir siempre los mismos ejercicios (los conservatorios no eran como los de ahora) y de estar todo el día entrenando. Mediante el mundo del skate de Iruñea conoce a otros músicos, gente de lo que luego serían Half Foot Outside. Edu Ugarte (HFO) empezaba entonces con su sello discográfico (Underhill Records, cerrada en 2008 tras una gran labor) y de él aprende muchas cosas. Germán y Edu terminan compartiendo banda, Not Enough, donde también se encuentra Dani. Éste, a su vez, comparte grupo con Guille, Dead Mean Nothing. Unos y otros estudian en Donostia sus respectivas carreras. Al final, las vidas se cruzan, los destinos también, y terminan ensayando en Noain, para pasar posteriormente a Aitzoain, donde se gesta «Try future».

Descripción

«Hemos intentando recopilar todas nuestras influencias en 40 minutos de la manera más homogénea posible y sin que haya cambios drásticos. Es un disco que debe ser escuchado entero, es como una película: tiene subidas, bajadas, momentos de tensión, aparecen los zombies, se les extermina, ¡Y el chico acaba con la chica! Jejeje. Hemos dado gran importancia a la variedad de intensidad, como se hace en la música clásica, no hay un segundo sin música. También es la primera vez que trabajamos con sintetizadores y aunque ha sido un reto, todo ha salido natural. Muchas cosas son improvisadas, de forma que seríamos incapaces de volver a grabar igual, es la hermosura del directo», explica Guille y precisa Alberto: «Creo que es un disco que mezcla el espíritu de los 60/70 con la música extrema más actual, eso creo que es lo que le hace ser tan peculiar».

¿Antigua y Barbuda? Por música antigua, barbas, jipis, humor, paradisiaco, sicodelia incluso... y, naturalmente, un poco de imaginación.