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Raimundo Fitero

No aprenden

Cuando el mundo entero estaba preocupado por las circunstancias de la desaparición del Airbus 330 de Air France con doscientas cincuenta personas afectadas y sus correspondientes familias, TVE, en su programa político «59 segundos» se dedicaba a hacer campaña por Mayor Oreja dedicándole todos sus medios y tiempos a Florentino Pérez, el amigo de Aznar y Ruiz Gallardón que ha sido nombrado de nuevo el emperador del ladrillo en la capital del reino a través de su franquicia futbolística llamada Real Madrid, que tiene un auténtica joya en el paseo de la Castellana llamada estadio Santiago Bernabéu, que en breve se convertirá en torres y especulación que es a lo que ha venido de nuevo: a hacer negocio.

Estoy de acuerdo en que Florentino Pérez es un asunto político de primera magnitud, pero las apariciones mediáticas del constructor es abusivo, y la foto de su nombramiento como nuevo presidente del equipo de fútbol parece un retorno al pasado, de tal manera que en «El Intermedio» en esa encuesta maligna que hacen diariamente, y al ver que uno de sus vicepresidentes era el conocido Fe-Fe, naviero de alcurnia, amante dadivoso y hombre de buen vivir, preguntaron qué otro «FF», le haría falta, ¿O Florentino Fernández o Francisco Franco? Y salió, claro, Franco, que es una buena manera de indicar dónde están las huellas que nos llevan al patrioterismo futbolero.

Unas huellas que marca constantemente el PP, con ese señor que va a misa en coche oficial, que aplaude que su abuelo prohibiera hablar en euskara en su casa, que es un peligro democrático europeo, acompañado por otro señor, catalán él, que dice que «la República fue un error que propició la llegada de Franco», frase que en cualquier país medianamente democrático haría actuar a la fiscalía por apología del franquismo. Mayor Oreja, Vidal Cuadras y otros tantos enlistados o asilvestrados son continuidad ideológica y práctica de la dictadura franquista que se escondió en la Transición y que ahora florece. Y ahí los tenemos, impartiendo lecciones de democracia orgánica. Y aplaudidos por los medios. Por cierto, los datos de audiencia con estos personajes son ínfimos. No aprenden, ni quieren aprender.

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