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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Tunda a Mayor

De Mayor Oreja se ha escrito mucho, pero ayer topé con una pieza en «Periodista Digital» que me entretuvo un rato. Decía Gerardo Rivas que «es el político ideal, por su probada versatilidad, para representarnos en Europa cualquiera que sea el posicionamiento que haya que defender o atacar. De arraigadas convicciones éticas, políticas y religiosas tiene la suficiente flexibilidad para adaptarse tanto a una democracia como a una dictadura, enfrentar el terrorismo de una forma y la contraria y, por último, defender la vida que él considera humana desde que es un mero zigoto o apoyar una cruel guerra de invasión y exterminio donde mueren personas. Mayor Oreja es, en fin, un político de sólidos principios que, parodiando a Groucho, si fuese necesario, no tiene ningún inconveniente en cambiarlos por otros». Eso es zurrar.

Para sostener la opinión, Rivas ponía tres ejemplos de ductilidad: «Todavía en el año 2007 (...) su arraigada convicción sobre la bondad del régimen anterior le llevó a no condenar el franquismo porque, decía, que la dictadura `representaba a un sector muy amplio de españoles' que vivieron `una situación de extraordinaria placidez'. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que, mientras que en los años de la transición unos aprendían a tocar la guitarra, él se jugara la vida en el País Vasco para traer la democracia a España (...) ¿Es ésta, o no, una muestra de una firme convicción profranquista, a la vez que evidencia una enorme flexibilidad de adaptación al sistema democrático?».

También cita el tema del aborto «ha demostrado, asimismo, una profunda convicción antiabortista (...) no obstante, este político y creyente practicante, de misa semanal con chófer y coche oficial, perteneció, desde 1996 hasta el 2001, a un gobierno que mantuvo la ley del aborto (...) ¿Puede existir un mayor grado de armonía entre la convicción en las creencias y la flexibilidad en su aplicación?».

Y sobre ETA, dice que «cuando fue ministro de Interior era partidario, a tenor de sus afirmaciones, de un `final dialogado cuando se produzcan las condiciones para dialogar. Pero eso implicaría la inequívoca voluntad de bajar las pistolas'(...) Pero su postura se modificó radicalmente con el cambio del signo político del Gobierno, de tal forma que cuando fue Zapatero quien inició un nuevo proceso de diálogo con ETA (...) Mayor Oreja valoró muy negativamente esta iniciativa manifestando, entre otras lindezas, que `Zapatero necesita indispensablemente a ETA para debilitar la nación y sus valores'». Lo pone guapo.

 

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