Una ministra víctima de los gastos planta la interrogante en Brown
Se afirma que la dimisión de Hazel Blears, secretaria de Estado para Comunidades del Gobierno de Brown, no se debe tanto al escándalo de las finanzas como al deseo de forzar la salida del primer ministro británico en la víspera de las elecciones. Sin embargo, filtraciones sobre los estados financieros de Blears, que algunos sospechan provienen de la oficina de Brown, han minimizado el impacto de su dimisión.Soledad GALIANA |
El escándalo de los gastos de los diputados británicos sigue su curso devastador y a su paso caen no sólo diputados, también ministros. Para hoy se espera la dimisión de la ministra de Interior del Gobierno de Gordon Brown, Jacqui Smith, y se especula que el ministro del Tesoro, Alistair Darling, le seguirá en la caída, pero la dimisión en el día de ayer de la secretaria de Estado para las Comunidades, Hazel Blears, ha abierto una serie de interrogantes sobre el futuro del Ejecutivo y el liderazgo de Brown. Blears, que ya había pagado 15.000 euros en impuestos impagados por la venta de una vivienda adquirida con dinero público, podría haber dimitido ante el temor de nuevas filtraciones sobre sus asuntos fiscales. Y todo ello con el trasfondo de las elecciones locales inglesas y las europeas que se celebran hoy en Gran Bretaña.
Con su dimisión, Blears sigue la estela del presidente de la Cámara de los Comunes, Michael Martin, que se vio obligado a dimitir ante las protestas de los diputados por su «relajación» a la hora de investigar los gastos de los diputados.
Por supuesto, los partidos de la oposición, a los que también ha sacudido el escándalo, no podían dejar pasar la oportunidad de sacar partido de lo que consideran una nueva muestra de debilidad del laborismo de Brown, y las escenas en la Cámara de los Comunes durante la sesión de ayer resonaban más a pelea de gallos que a discusión política.
Brown reconoció que el escándalo ha creado «una presión enorme» sobre todos los partidos y sus familias, mientras los conservadores, a través de su líder David Cameron, exigían la celebración inmediata de elecciones generales, alegando que la renuncia de Blears era «un desafío directo a su autoridad».
Sin embargo, la petición conservadora ha sido desestimada por el primer ministro británico, que ha negado que su Gobierno se encuentre en crisis. Quizás Brown se esté guardando una carta en la manga si, tal y como señala el diario «Daily Telegraph», la publicación de los gastos e impuestos impagados de Blears ha sido orquestada desde la residencia oficial del primer ministro, después de que ésta atacara a Brown por hacer de ella un chivo expiatorio.
La secretaria de Estado fue coordinadora del partido y era una de las seguidoras de la corriente del nuevo laborismo de Blair en el Gobierno de Brown.
Fuentes cercanas a Blears y al laborismo apuntan a que la oficina de Brown habría filtrado información a los medios para minimizar el impacto de su dimisión, ya que la información relativa a los impuestos impagados por una segunda vivienda estaba exclusivamente en posesión de los funcionarios de Downing Street. Desde la oficina de Brown se afirma que fue la propia Blears la que hizo públicos estos detalles en su página web. El portavoz de Downing Street afirma que Brown estaba «muy enfadado» por la historia sobre los gastos de Blears y que si se había producido una filtración «ello es algo que no autorizó, no supo y condenaría».
Esta supuesta filtración podría enmarcarse en la creciente especulación sobre una futura reestructuración del gabinete, que portavoces de Brown se han negado a confirmar.
Por otra parte, desde otros sectores se apunta a que la decisión de Blears ha sido planeada como una nueva vuelta de tuerca contra Brown y diseñada por los opositores al líder laborista dentro del partido.
El secretario de Estado de Sanidad, Alan Johnson, se ha visto obligado a negar que estuviera preparado para presentar la alternativa a Brown, ante los rumores de una revuelta en las filas de los diputados laboristas «de segunda». Resalta que Grodon «está cumpliendo con su trabajo y no hay nadie que pueda hacerlo mejor que él»
Otros ministros del Ejecutivo, entre ellos Hilary Benn, Andy Burnham y Lord Mandelson, también han mostrado su apoyo al primer ministro, al tiempo que intentaban poner fin a la especulación de que el partido quiere obligarle a renunciar.
Sin embargo, la BBC asegura que hay una carta redactada por un diputado laborista que pide la dimisión de Brown. Especula con que podría ser distribuida mañana entre los representantes del partido en la Cámara de los Comunes, para así evaluar si dentro del partido existe el apoyo para un cambio de liderazgo -setenta diputados tendrían que apoyar a un candidato opositor-. Los opositores de Brown dentro del laborismo deben sopesar cuál sería el resultado en caso de forzar unas elecciones: posiblemente muchos perderían su escaño. A ello se suma la perseverancia de Brown, que ha resistido dos intentos de sustituirle, el primero durante la sucesión de Tony Blair en 2007, y el último el pasado verano.
Elecciones Europeas 2004: Fianna Fail pierde dos eurodiputados y ochenta concejalías en los comicios locales en sus peores resultados electorales de su historia. Todos responsabilizaron al ministro de Finanzas Charlie McCreevy del voto de castigo y el entonces primer ministro irlandés, Bertie Ahern, le «exilió» a Bruselas como comisario europeo. Tres años después, Fianna Fail volvió a ganar las elecciones.
Elecciones europeas y locales 2009: el primer ministro y líder de Fianna Fail, Brian Cowen, encara su primera cita electoral. La diezmada oposición del pasado se presenta ahora como el David que derrotó a Goliath, y las encuestas apuntan a que el partido de Cowen podría salir perjudicado en el ámbito europeo, con la pérdida de uno o dos eurodiputados, y en casa. Los electores parecen estar afilando sus cuchillos y Fianna Fail y sus socios de Gobierno, los Verdes, van a pagar por la crisis, la corrupción bancaria y lo que los ciudadanos consideran ineptitud para encarar estos problemas. Pero a Cowen le preocupa su impacto en el Gobierno. Los Verdes ya han insinuado un posible final de la coalición de Gobierno si se cumplen los pésimos augurios de los sondeos, y unas generales podrían convertir a Fianna Fail en la tercera fuerza irlandesa. Un duro golpe para quien está acostumbrado a ser el número uno.
En el pasado, una reducción en el número de escaños para la Eurocámara en Irlanda y, en concreto, en Dublín hubiera significado excluir al partido que ocupaba la plaza que desaparece -Mary Lou McDonald, de Sinn Féin-. Sin embargo, el voto de castigo contra Fianna Fail podría hacer perder a este partido su escaño de Dublín en favor de McDonald o el socialista Joe Higgins, que se disputarían el tercero. Fine Gael y laboristas mantendrían los suyos.
Todo apunta a que en el conjunto del sur de Irlanda, Fine Gael podría perder dos escaños. El de Sinn Féin dependerá de la transferencia de votos del resto en el segundo recuento.
En el norte de Irlanda, las elecciones se vislumbran como un referendo sobre el Gobierno del DUP y Sinn Féin, aunque la división unionista podría beneficiar a nacionalistas y republicanos. Al norte le corresponden tres escaños, dos eran unionistas y el tercero lo ocupaba la republicana Bairbre de Brún. El DUP pretende recuperar el escaño que perdió al dejar uno de sus eurodiputados el partido tras su decisión de gobernar en coalición con Sinn Féin. Eso podría facilitar la reelección de De Brúndividir el voto unionista más tradicionalista y facilitar la reelección de De Brún.
Gordon Brown aseguró que respeta y entiende la decisión de la ministra Haze Blears de dimitir como titular para las Comunidades. «Estos son momentos difíciles en cuanto a la confianza y la fe que la gente tiene en todo el proceso político», afirmó el primer ministro británico.
Blears ha estado en el centro de la polémica al saberse que no pagó impuestos por la venta de un piso al presentarlo como su primera residencia, aunque antes había reclamado dinero público por esa misma vivienda tras calificarla como su segunda residencia.
La filtración de la renuncia de la ministra de Interior, Jacqui Smith, que preveía dejar el Gobierno en la inminente remodelación, y la dimisión de Blears han trastocado los planes de Brown de esperar hasta después de los comicios para anunciar un reajuste del Gobierno.
El fundador y líder del grupo político Libertas, Declan Ganley, era un total desconocido no sólo en Europa sino también en Irlanda, hasta su campaña en contra del Tratado de Lisboa en el referendo irlandés. Su nombre trascendió a raíz del rechazo del texto europeo, pero sus «compañeros de viaje» en la campaña contra el Tratado -Sinn Féin, Partido Socialista, pacifistas y algunos verdes- se han desmarcado de un individuo sobre el que crece la sospecha, ya que hay quien apunta a que el rastro de la fortuna que Ganley dedicó a su campaña podría llegar hasta la CIA, y él se resiste a aclarar su procedencia. Ahora plantea su salto a Europa, y lo hace con el mismo descaro que en Irlanda, presentando candidatos en 24 de los 27 miembros de la UE. El problema es que ni Ganley ni Libertas son nombres familiares para los europeos. Incluso en Irlanda, los sondeos no le dan más de un 1% del voto.
Ganley declara que su partido no es euroescéptico, sino que considera que la UE necesita cambios. Su propuesta de establecer una visa para los ciudadanos de la UE que deseen trabajar en otro Estado miembro, ha sido muy criticada por Sinn Féin, ya que reforzaría la división de Irlanda al obligar a los ciudadanos del sur de la isla a pedir una visa para trabajar en el norte y viceversa.
Ganley no teme a los desafíos. Dice estar especializado en la creación de negocios y no le asusta la magnitud del proyecto o los obstáculos de su partido para implantarse.
Sin embargo, no parece haber sido muy cuidadoso en la elección de candidatos. El número dos en Chequia, el eurodiputado Vladimir Zelezny, fue condenado a dos años por evasión de impuestos. En Bulgaria, Libertas no pudo registrarse por no cumplir los requisitos, y en el Estado español se presenta en coalición con Ciudadanos y encabezado por el ex director general de la ONCE Miguel Durán, que fue investigado en 1997 por presuntos delitos fiscales.