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Maite SOROA

Cosas del cambio

Servidora ya barruntaba en qué consistía el cambio. Y no ha hecho falta mucho tiempo para que se empezaran a ver algunas cositas. La última ofensiva contra las fotos de los presos políticos vascos, por ejemplo. Que, en realidad, es la ofensiva más ridícula que jamás se ha recogido en los libros de historia bélica pero, en fin, ¡qué se le va a hacer! Son así y punto.

Ahora les ha dado por proclamar que en la CAV el euskara es más obligatorio que el respirar para vivir y, con un grupúsculo fascistoide como palanca y los siempre dispuestos magistrados del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, han emprendido otra batalla.

Ayer, en «La Razón», Antonio Martín Beaumont explicaba la jugada y señalaba a López el camino a seguir. A eso se le llama diseñar la hoja de ruta.

Según Martín Beaumont, «las instituciones democráticas defienden el interés general y la libertad de todos y de cada uno de los ciudadanos, allí donde se encuentren» y ligaba tan genérica sentencia con su oscuro objeto del deseo: «Todo esto, que ha sido teoría durante mucho tiempo, empieza a ser verdad en el País Vasco. Ayer el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco suspendió los artículos más polémicos del sistema educativo de los nacionalistas. El PNV y sus aliados impusieron el euskera como lengua principal de la enseñanza vasca. Una exigencia de su ideología, pero una negación de la lógica y de la libertad. Contra la lógica, porque todos los ciudadanos vascos escriben y hablan castellano y sólo una minoría puede decir lo mismo en euskera. Contra la libertad, por no dejar elegir a los padres. ¿Euskera para todos sí o sí? Sólo desde la ideología y contra la libertad». Pues precisamente por eso, porque aquí todo el mundo sabe castellano y no todo el mundo euskara, es preciso impulsar nuestra lengua. Pero, claro, Beaumont pensará que el euskara no es nuestra lengua, sino la de E. T.

Feliz y contento el hombre, deja constancia de la gravedad de la situación: «Ya se está planeando el nuevo curso y aún no se había parado tal imposición lingüística del nacionalismo. Ahora no hay más remedio que hacerlo. Además, es uno de los aspectos que figuran en el pacto de Gobierno entre PSE y PP. Patxi López debe mover ficha sin vacilar». ¡Qué cosas veremos aún!

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