Poco conocería el poeta Jorge Guillén del alcance de sus palabras cuando escribió aquello de «lo profundo es el aire». El escultor Eduardo Chillida soñó, basado en el poema, con crear un espacio interior dentro de una montaña. Él mismo lo reconoció: «Sinceramente creí utópica». Sin embargo, un día conoció la montaña de Tindaya en Fuerteventura. Aquella utopía ha ido afianzándose a lo largo de los años haciendo frente a una fuerte oposición de los defensores de la montaña y a la corrupción que ha envuelto su ejecución. Aún y todo, el viernes pasado recibió un nuevo impulso con la Declaración del Impacto Ambiental del monumento por parte de la Comisión de Medio Ambiente de Canarias.

A pesar de que tras esta aprobación desde la Consejería se anunció que sólo queda la adjudicación de la obra y que las obras comenzarán a finales de año, los opositores al proyecto mantienen esperanzas. Son diferentes colectivos que defienden tanto el patrimonio como el significado que tiene la montaña. Tal y como explica Jesús Giráldez, autor del libro «Tindaya: el poder contra el mito», se basarán en dos cuestiones para conseguir a través de la vía judicial la nulidad del proceso. Por un lado, informa de que no se han contestado a las alegaciones a la Declaración de Impacto Medioambiental que se presentaron en el periodo de información pública. «Las administraciones están obligadas. Además, nos consta que fue el propio consejero quien dio esta orden», señala. Asimismo, como defensa, tienen un informe del defensor del pueblo. En el documento se cuestiona la evaluación ambiental, ya que es el mismo órgano, la consejería, el que aprueba la declaración y el implicado y se subraya la necesidad de imparcialidad. «Es una ilegalidad manifiesta. Ambos puntos son muy fuertes, con lo que confiamos que se declare nulo y tengan que empezar de nuevo siendo otro órgano el encargado», señala Giráldez.

Problemas añadidos

Otra de las esperanzas de los opositores son las dificultades económicas a las que tendrá que hacer frente el proyecto. Con un presupuesto de 76 millones de euros, la consejería anunció que no haría frente al gasto y que lo dejaría en manos de inversiones privadas. Una apuesta arriesgada vistas las complicaciones técnicas, según Giráldez.

El proyecto ha ido superando obstáculos a pesar de que a la montaña le afectan siete figuras de protección porque el reglamento se ha ido modificando dando paso a la viabilidad del proyecto. El valor de Tindaya es amplio. Además de los casi 300 grabados podomorfos en la cima de la ladera, el material arqueológico, los tres poblados de la base, el alto interés botánico, ornitológico y geológico; la montaña es un legado histórico y cultural de los majos -pobladores aborígenes de la montaña-. Razones por las que se oponen al proyecto.