Se puede confundir una contracción con una contractura y ésta con una fractura fiscal por no presentar factura. Suelen caminar en paralelo diversas versiones del vértigo de la preeminencia informativa, por lo que cuesta mirar a ambos lados para seguir el devenir de lo que se nos presenta como solución y a la vez como problema. Pongamos un caso tan actual y confuso como es la publicidad en la televisión pública estatal. Se propone desde el gobierno la supresión de la misma como una solución a la crisis generalizada, se intenta compensar la pérdida de ingresos con una suerte de impuesto añadido a las televisiones privadas comerciales y a las compañía de telefonía, y a partir de ahí nos ponemos a ver las reacciones que nos llevan a la contracción más rotunda del nervio central del discurso lógico sufrida frente a un hecho que debería ser objetivable y parece haberse convertido en un foco de especulaciones y la base argumental de las más inverosímiles y contradictorias ficciones contables.

La última aportación es que los publicistas, las agencias mayoristas, dicen que una TVE sin publicidad podría ser una ruina para el sector y llevaría a una pérdida de unos cuantos miles de puestos de trabajo. ¿Por qué razón? Se dice, o al menos así lo hace un estudio muy focalizado, que no queda claro que la publicidad que se emite en TVE pase automáticamente a las otras cadenas, y si la cadena estatal mantiene su competitividad, es decir, si mantiene unas cuotas de pantalla muy apetecibles, lo que significa que las otras cadenas no van a subir en audiencias, no se va a producir un trasvase directo, sino que se va a restringir el gasto hasta ver en qué queda todo. Es decir un frenazo coyuntural añadido al frenazo estructural.

Se asegura que mucha de la inversión publicitaria que actualmente se emite por TVE se perderá, directamente y un porcentaje sin determinar se irá a otros medios como la radio o internet, por lo que parece ser que se están poniendo las vendas antes de la pedrada. No se intuye ni por asomo que alguna migaja vaya a la prensa escrita diaria. Cuando se acaben los viajes vacacionales el abismo. El pánico se está expandiendo.