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Reunión entre las cúpulas de Interior de Madrid y Lakua

Cuestión de hipótesis

Iñaki IRIONDO

Cuando ETA denunció la desaparición de su militante Jon Anza acusó directamente a los gobiernos español y francés, que lo tenían controlado, y recordó los tiempos de los GAL y de otras actuaciones de «las cloacas de Francia y España». En respuesta a ello, desde «fuentes antiterroristas» se puso de inmediato en circulación la versión de que Anza se había fugado con dinero de su organización. Esa es la hipótesis que ayer trató de avalar el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Lo que se sabe de este caso es que Jon Anza, después de 21 años preso, volvió a militar en ETA. Que el 18 de abril se montó en un tren y que nunca llegó a su destino. Caben diversas conjeturas sobre lo ocurrido, pero analicemos las dos que están sobre la mesa. Según deja entrever el ministro del Interior, un hombre enfermo y casi ciego lleva desde el 18 de abril -dos meses ya- gastando por ahí dinero que no es suyo sin que ni la Policía francesa (aunque fuera en una de esas casualidades que le abundan), ni la Policía española, ni su familia, ni ETA lo hayan podido localizar ni dar siquiera con una mínima pista sobre su paradero. Y este hombre, después de lo hecho según «fuentes antiterroristas», tiene que buscarse alojamiento y manutención sin poder contar con la infraestructura que pueda tener ETA.

¿Qué hipótesis es más verosímil: ésta del supuesto traidor convertido en un superhombre ilocalizable o la vuelta a viejas prácticas de las cloacas de los estados?

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