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«El futuro del cooperativismo vasco está en potenciar su identidad y la innovación»

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Rafa Altuna
Profesor de Mondragon Unibersitatea

La globalización del grupo Mondragón ha generado distinto rango de trabajadores debido a la dispersión de legislaciones allí donde se ha implantado. Para Rafa Altuna, profesor de Mondragon Unibertsitatea, esa situación es insostenible y se debe avanzar a la equiparación de los empleados.

¿Dónde se encuentra el futuro del cooperativismo y por dónde pasa en este momento de crisis económica y de cuestionamiento del modelo neoliberal?

En todos los casos de iniciativas cooperativas, pese a la variedad y los diferentes contextos en que surgen, tienen un denominador común que es su origen con una vinculación y preocupación  con el entorno local. Es una vinculación muy íntima. Se repite en todos los casos, spara promover el desarrollo allí donde se asienta.

¿Es una manera de  contraponerse al modelo que han generado las multinacionales?

Por ejemplo. Creo que sí. El cooperativismo, si quiere tener un desarrollo a futuro, tendrá que ser desde la perspectiva de su origen y, al mismo tiempo, de promover el desarrollo local allí donde se asiente.

¿El grupo Mondragón es una multinacional?

Tiene una contradicción importante que se está viviendo en los últimos años por múltiples razones, y que deberá de ir resolviendo y buscando su propia alternativa. Hasta el momento lo ha hecho a su manera y de forma puntual con un planteamiento improvisado en el sentido que no hay modelos fijados. Sin duda es un reto y un tema que Mondragón deberá agarrar. Esa preocupación existe dentro del grupo, si bien la materialización no está muy clara.

Es cierto también que el grupo Mondragón está compuesto por muchas cooperativas.

Es así. Hay que clarificar que cuando se habla de Mondragón son múltiples compañías, pero de ellas entre 15 y 17 son grandes e internacionalizadas.

Son las que facturan el 90% del grupo.

Puede ser. Es cierto que a principios de los 90 iniciaron el proceso de internacionalización que ha desembocado en lo que comentamos del papel de las multinacionales.

¿Cree que es necesaria esa internacionalización de las cooperativas?

Desde el punto de vista económico, me imagino que sí. Las variables macroeconómicas te obligan a salir fuera. Es entendido internamente. El trabajador de Fagor entiende suficientemente bien que sus alubias dependen de esa política, y la ha aceptado.

Pero, ¿tiene que ser así?

Creo que no es sostenible a largo plazo. Se hace en un momento dado por unas consustancias, una tesitura o un contexto económico, llámese como se quiera, pero deberá ser replanteado.

¿Existe un replanteamiento en marcha?

Eroski es un ejemplo. Supone el 50% de los puestos de trabajo de Mondragón, unos 50.000 empleos. La mayoría son por cuenta ajena, pero después de extenderse al Estado español el proceso de cooperativización, todos los trabajadores de Eroski serán cooperativistas en un plazo no muy largo. Será positivo, sin duda. Se volverá, de nuevo, a un nivel alto de socios cooperativistas, porque al final resulta que los trabajadores en el entorno de  Mondragon sí son cooperativistas, pero los de la periferia no lo son. Estamos hablando que 16.000 trabajadores serán por cuenta ajena de un volumen de unos 90.000. Será un paso importante. El otro paso es que hay  que dar una respuesta al fenómeno de la globalización. Se están dando pasos, pueden ser insuficientes, pero se están buscando alternativas para que todos los trabajadores tengan los mismos derechos y las mismas obligaciones.

¿Qué debe hacer el cooperativismo vasco frente a la crisis económica que padecemos?

No quiero dar recetas, pero tiene que trabajar en potenciar la identidad y en la innovación. No se puede hacer innovación si no lo hacemos desde dentro, no copiando parámetros. Sólo avanzaremos, si analizamos la peculiaridad del cooperativismo vasco. Es nuestra raíz.J. BASTERRA

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