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Eszenak

Grabar el teatro. Fotografiarlo

Josu MONTERO | Escritor y crítico

El dramaturgo y director de cine David Mamett contaba, en uno de sus lúcidos y divertidos libros ensayísticos, una pequeña pero clarificadora anécdota del tiempo en que era un bisoño periodista en la redacción de una conocida revista masculina; él y otro joven compañero mostraron admirados el póster central a un viejo y curtido periodista de la redacción, al tiempo que exclamaban: «¡¿Has visto qué pedazo de mujer?!», a lo que el interpelado respondió impasible: «Pero muchachos, eso no es una mujer, es una fotografía». Aquello que pintó Magritte advirtiéndonos debajo de su pipa: «Esto no es una pipa». Se me ocurre todo esto porque el reciente fallecimiento del gran actor Fernando Delgado me ha traído a la cabeza el viejo «Estudio 1» de mi infancia, aquel programa que nos hizo cercanas y queridas las impresionantes figuras de actores ya desaparecidos casi todos como José Bódalo, José María Rodero, el propio Fernando Delgado -que dirigió aquel programa durante una temporada- y tantísimos otros.

Es evidente que el teatro es inaprensible por medio de cualquier sistema electrónico audiovisual; y eso, en esta época de la copia, de la reproductibilidad de la obra de arte, muestra bien a las claras la irreductible esencia del teatro y determina sus dificultades y sus crisis en los tiempos presentes. Pero también su tirón como experiencia humana aquí y ahora y sin intermediaciones. Y es que cada vez tenemos más sed y más necesidad de este tipo de experiencias.

No hay nada más pesado que observar la grabación con cámara fija de un espectáculo teatral, y eso que es lo que más se puede parecer a la visión del ojo del espectador; pero, claro, a diferencia de la cámara, la mirada es activa, y creativa. Y si la grabación del espectáculo teatral lleva aparejado un montaje con cambios de secuencias y de planos, entonces entramos de lleno en el ámbito del cine y abandonamos el teatro. ¡Y sin embargo qué imborrables recuerdos teatrales los de aquel «Estudio 1»!

Quizá sea la fotografía una de las disciplinas que en su fragmentariedad mejor puede acercarse al teatro. Y es que ambas son artes de la intensidad. La fotografía intenta captar el momento irrepetible, fugaz, ese momento en el que además se condensa un antes y un después; detener el devenir, detener el tiempo para mejor representarlo. Por eso es de alguna manera un arte contranatura, un arte elegiaco, con una relación muy intensa con la memoria y con la muerte, como han afirmado algunos de los teóricos que se han acercado a ella: Roland Barthes o Susan Sontag.

Hasta el 11 de julio se puede contemplar en el centro cultural Okendo de Donostia la exposición «En el escenario del tiempo», 33 fotografías de Gerardo Sanz, fotógrafo especializado en teatro y encargado además de retratar, entre otras, dFeria, la Feria de Teatro de Donostia -que se desarrollará entre el próximo martes 30 y el sábado 4 de julio-. Hace quince años descubrió este fotógrafo casualmente el teatro y, según cuenta, volvió a la función del día siguiente cámara en ristre. No fue capaz de hacer un sólo disparo: «Me quedé atrapado por la escena, de tal manera aquello me emocionaba». Esta exposición, que se completa con un audiovisual y la edición de un libro, forma parte de las actividades paralelas de dFeria.

Fitxa

Izenburua: «Baso sorgindua».

Zuzendaria: Iker Etxarri.

Antzezleak: Joan Muntaner, Iker Etxarri eta Judith Poves.

Soinua eta argiak: Jordi Tines.

Noiz eta non: Gaur, 19.30ean, Pasai San Pedroko pilotalekuan.

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