Multilateralismo de corto recorrido
El presidente de EEUU, Barack Obama, y su homólogo ruso, Dmitri Medvedev, firmaron ayer un acuerdo para avanzar hacia un nuevo tratado que tenga como objetivo la reducción de sus respectivos arsenales nucleares. De momento han acordado reducir el número de sus cabezas nucleares. El anuncio se hizo público durante la visita que el mandatario estadounidense realiza estos días a Moscú, en la que están debatiendo cuestiones de seguridad y el papel que juegan esos países en la comunidad internacional. Este acuerdo se inscribe, según sus promotores, en «la búsqueda de las mejores maneras para fortalecer las relaciones estratégicas basadas en el respeto y los intereses mutuos». Supone el primer encuentro de calado entre los representantes de esas dos grandes potencias mundiales.
El acuerdo alcanzado ayer tiene una lectura más allá de la cuestión de la proliferación nuclear. El mundo más multilateral que se discierne tras la progresiva pérdida de hegemonía de EEUU se está fundamentando en normas no escritas que son, de por sí, peligrosas para el desarrollo de la democracia. Sin ir más lejos, se están propiciando una serie de acuerdos bilaterales y multilaterales que siguen basándose en los intereses de unos pocos frente a las necesidades de millones. En ese escenario, la ONU va perdiendo peso y las pocas opciones que había para una reconversión de las macroestructuras políticas existentes pierden fuerza. La fuerza de los hechos consumados se impone así a la virtud de las razones de carácter consultivo. La cuestión de las armas nucleares es un claro ejemplo de ello, puesto que el acuerdo alcanzado ayer tiene más valor que todas las recomendaciones que pueda hacer la agencia encargada del tema, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).
Hay que tomar con precaución los anuncios de reducción del arsenal nuclear cuando a la vez se está negociando el despliegue de nuevos misiles y cuando quienes negocian han permitido, entre otras cosas, que países tan inestables como Pakistán o tan antidemocráticos como Israel sean potencias nucleares en sus regiones.