La Comisión Europea y la industria agroalimentaria han acordado una hoja de ruta que pretende impulsar la competitividad del sector, y que incluye instrumentos para supervisar el mercado con el objeto de dar transparencia al modo en el que se fijan los precios. También prevé la creación de un foro en el que se discutirán las relaciones entre los diferentes actores de la cadena agroalimentaria: productores, transformadores y distribuidores.

La hoja de ruta se presenta en sociedad como una herramienta de lucha contra la crisis en el sector agroalimentario, pero de momento el único avance -nada despreciable, en todo caso- que supone es el de reconocer ciertas necesidades urgentes, como la de discutir sobre el papel que juegan los subsectores y cómo se refleja el peso de cada uno de ellos en el precio final del producto. Un precio en cuya determinación se reclama transparencia como pieza clave para llegar a satisfacer no sólo las demandas de los consumidores, sino también las de los productores, especialmente los de pequeño y mediano tamaño. Es apenas un primer paso en un largo camino del que apenas se han esbozado el itinerario.