Euskal Herria Jaietan | SAN FERMINAK
Catorce horas sobre el epicentro de un terremoto
Tenía que pasar y por fín pasó. La travesía del desierto se ha acabado y empieza la de carrera de los beduinos. Estamos a mediodía sobre la Plaza del Castillo vestida de blanco, ¿qué más se puede pedir? Doce horas en la boca de un volcán.
Ramón SOLA
8:00 h.
La vigilia
Dormir bien la noche del 5 al 6 es uno de esos buenos deseos siempre imposibles de cumplir. La primera cabezada es muy corta. Las preocupaciones se multiplican. «¿A qué hora abrirán el supermercado? Nos hemos quedado cortos de champán». Otra cabezada y nuevas angustias: «¿Dónde habrá que llevar las llaves para que no se vuelvan a perder? ¿Y el móvil? ¿No será mejor dejar un pantalón blanco en cada puerto, por si acaso? ¿A qué hora hemos quedado con Fulano? ¿Dará dinero el cajero, o estará agotado, como todos los años? ¿Queda Espedifen? ¿Será mejor subir andando o en villavesa? ¿Habrá que controlar la carrera de inicio o será mejor una zambullida a fondo? ¿Este cosquilleo será normal o vamos a arrancar con las tripas mal?». Resumiendo, «¿por qué no tirarán el chupinazo de una jodida vez?»
9:00
El paseíllo
El hipermercado abre a las 9.00, y aquello parece la mítica estampa del inicio de rebajas. No menos de 300 personas hacen cola, y la estampida hacia las estanterías amenaza con llevarse por delante a unas cuantas ancianas. Primer chasco: el champán se ha acabado. Segundo: los platos de plástico también. Pero no importa, todo el mundo empieza ya a parecer más simpático. De vuelta a la calle, ya hay quien está almorzando: Cómo se puede almorzar a estas horas? ¿Y con estos nervios?
Es hora de hacer acopio de valor. Vamos para «lo viejo». Las «villavesas» arrancan «petadas», para variar. Las terrazas, también a reventar. La Plaza del Castillo se pinta de blanco nuclear. Buenas noticias: hace fresquito. Así que esta sudada debe ser de la tensión...
11:00
Los clarines
La tele nos amenaza con que entrar en la Plaza del Ayuntamiento es para valientes. Pero como estamos animados para todo tipo de retos, a eso de las 11.20 nos colamos hasta la cocina, sin muchos problemas. Hay que pasar, eso sí, el cordón de la Policía Municipal a la caza y captura de huevos, harina y cola-cao. Pero la imaginación popular da para todo tipo de guarrerías, como el lanzamiento de sangría con canuto. Las 11.30, las 11.40, 11.45, 11.50, 11.51, 11.52...
12:00
A «porta gayola»
¿Quién dijo miedo? Estamos en el mejor sitio posible a la mejor hora posible, ¿qué más se puede pedir? Cuando faltan cinco minutos para las 12.00, los pañuelos se extienden al aire, se hace uno de esos «momenticos» mágicos que nadie sabe qué son pero todo el mundo siente y.... chis... pum!!!! allá vamos. A «porta gayola». Suenan botellas de champán que se descorchan en cada esquina. Y estamos en el minuto 1 de cada 60 minutos de 204 horas. Casi nada.
13:00
Primeros capotazos
Las barras de los bares de Alde Zaharra se convierten por dos horas en una especie de oasis para cuerpos y espíritus sedientes. Es el mejor rato del año para los bareros, y el peor para los clientes. Pero lo realmente difícil es encontrarte con los amigos/as. Dos guipuzcoanas se quejan de que en google.earth no aparecen ni Inmaculada ni Maravillas. Igual probando con la Milagrosa.... Por suerte, el barrio aparece al final, la manada se agrupa, esto acaba de empezar... y qla vida nos sonríe.
14:00
Tercio de varas
Nadie se sabe muy bien por qué, pero en el vermú del día 6 todo el mundo aparecerá ante tus ojos. Amigos muy amigos, enemigos no tan enemigos, y simples conocidos que en estas horas ascienden a categoría de colegas de toda la vida. Entre las conversaciones más o menos trascendentes y lo díficil que es pedir un triste pote a esa hora, la hora de comer (o de no-comer) llega enseguida. Entre medio, ya ha habido ocasión de aburrirse con la propaganda oficial de Pamplona 2016 Capital Europa de la Cultura. ¿Cultura?
16:00
El temple
Tras el no-comer llegan las horas del lucimiento, los primeros bailoteos. El que sabe, sabe; el que no, al yerbín de la Plaza del Castillo. Ahí van a parar decenas de almas sin futuro a los que los buscavidas tratan de sablear de forma inmisericorde, y es que no se respeta ni a los borrachos. A estas alturas, queda claro que el terremoto que sacude a esta pequeña y pequeñoburgusa ciudad cada año no es para tanto esta vez. No hay tantas sirenas de ambulancias cruzando la Plaza del Castillo. Mejor para todos.
18:00
Cambio de tercio
Parece mentira, pero hay gente que se las pira nada después de pasar el dantesco rato del vermú, algunos incluso sin haber conseguido llegar hasta la barra, que ya es triste. Y todo por decir que han estado en Sanfermines. Lo bueno es que vienen recambios frescos, para los que el aterrizaje no es nada cómodo. No sólo hay que superar una barrera de borrachos pintados de color rosáceo de arriba a abajo, sino también de aspirantes a punky. Está visto que la peluca de colores va a ser el souvenir sanferminero de este año.
19:00
Una de varas
A algún imprudente se le ocurre mirarse en el bolsillo para ver cómo va la cosa. Mala idea. Toca visitica al cajero, que en San Fermín es algo bastante parecido a la cola del baño. Esta vez no sólo toca disertar sobre cuestiones tan banales como la necesidad de evacuar lo que se bebe, sino que también hay que ponerse solemne sobre la crisis. Cuándo y en Sanfermines. ¿Quién dijo crisis? ¿No nos queda media tarde, toda la noche y otros ocho días más?
21:00
Capotazos salvadores
Las nueve de la noche son buena hora para ir arrimándose a las tablas, como los toros mansos. En calles como Jarauta o San Nicolás empieza a variar la proporción entre los que siguen de pie y los que ya están mejor recostados en la acera. Y el estómago avisa de que lleva diez horas sin ver nada sólido. Que a estas alturas todavía a algunos les den ganas de bailar con el txistu en la Plaza del Castillo es cosa de la especificidad vasca.
22:00
Mañana más
Los más txintxos se marchan para el torico de fuego o para el encierrillo. Y los más, los betizus que han hecho de las fiestas de esta ciudad una juerga inimitable, sólo buscan otro sitio para seguir la juerga. Son las 22.00, empieza a anochecer, y aunque parezca un rato largo sólo llevamos diez horas de cachondeo, diez horas en la boca de un pequeño gran volcán que escupirá fiesta todavía ocho días.