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Los colonos chinos salen a las calles clamando venganza contra los uigures

La tensión aumenta en Urumqi, donde grupos de chinos de la etnia han, armados con palos y otros objetos contundentes, salieron a las calles en varios puntos de la ciudad clamando venganza y amenazando con linchar a los uigures. Miembros de ambas etnias protagonizaron numerosos enfrentamientos, dos días después de que las protestas acabaran con la vida de 156 personas y causaran más de mil heridos.

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Nuevos disturbios étnicos estallaron ayer en Urumqi, la capital de la región de Xinjiang (Turkestán Oriental), donde a pesar de las fuertes medidas de las drásticas medidas de seguridad miles de manifestantes de la etnia han invadieron las calles para vengarse por los violentos incidentes del domingo, en el que murieron al menos 156 personas y más de un millar resultaron heridas.

Miles de han armados con palos, barras de hierro y machetes salieron a primera hora de la tarde a las calles de Urumqi con para vengarse tras haber sido objetivo el domingo de la ira de la población uigur, etnia turcomana que profesa la religión musulmana y que exige el fin de la dominación china. Los manifestantes, unos 10.000, se negaron a dispersarse a pesar de la presencia policial y militar, que utilizó gases lacrimógenos.

«Los uigures vinieron a nuestro sector para romper cosas y ahora vamos a golpearlos a ellos», señaló uno de los manifestantes han que portaba una barra metálica. «Somos ciudadanos normales que intentamos protegernos», señaló uno de ellos armado con un palo, antes de advertir de que «volveremos de nuevo».

Urumqi, con más de dos millones de habitantes, fue escenario de escenas de pánico por parte de personas que intentaban refugiarse en edificios, informó la agencia Nueva China, que tildó la situación de «caos».

La cólera de los uigures también fue en aumento. Por la mañana, varios centenares de ellos aprovecharon la presencia de periodistas extranjeros para exigir la libertad de sus familiares detenidos injustamente, según denunciaron, después de los disturbios del domingo.

Desde esa noche han sido arrestadas 1.434 personas «vinculadas a los motines», 55 de ellas mujeres, según datos ofrecidos por las autoridades. Organizaciones uigures afirman que los detenidos son más de 1.700.

El Congreso Mundial Uigur en el exilio afirmó en una nota que los militares «se llevaron» los cuerpos de las víctimas a un lugar desconocido y que sus familiares no han podido recuperarlos. Beijing acusó al Congreso Mundial Uigur, liderado por Rebiya Kadeer, de fomentar la violencia, pero los exiliados uigures afirmaron que los incidentes se produjeron después de que las fuerzas del orden china actuaran contra manifestantes pacíficos.

Dos muertos en una pelea

El estallido de violencia en Urumqi tiene su origen en 26 de julio, cuando trabajadores de ambas etnias se enfrentaron en una fábrica de juguetes de Shaoguan, a miles de kilómetros de Urumqi, al extenderse el rumor de que un trabajador uigur había agredido a una colega de la etnia han. En la pelea murieron dos uigures y 118 resultaron heridas. La Policía informó ayer de la detención de quince responsables de la difusión de los rumores y de los ataques violentos.

El domingo, entre 1.000 y 3.000 uigures se concentraron en Urumqi para pedir una investigación de los hechos y castigo a los culpables, una protesta pacífica que degeneró en enfrentamientos con la Policía, los peores desde las protestas de 1989 en Tiananmen.

Las autoridades chinas, que afirman desde hace años que en Xinjiang hacen frente a una amenaza «terrorista y separatista» respaldada desde el extranjero, prometieron no bajar la guardia y «tomar las medidas más contundentes (...) para preservar la estabilidad regional».

La tensión era importante en otras ciudades y distritos de esta vasta región desértica y montañosa, como Kashgar, Aksú y Yili.

Muchos de los casi 8,3 millones de uigures afirman sufrir una persecución política, cultural y religiosa.

libertad

Cientos de uigures, la mayoría mujeres, se manifestaron en Urumqi para exigir la libertad de sus familiares detenidos tras los violentos disturbios del domingo. El grupo hizo frente a cientos de policías y militares armados y con perros a los que pidieron cuentas por los masivos arrestos.

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La embajada de China en La Haya permaneció ayer cerrada al público por «razones de seguridad», después de que lunes fuera apedreada por manifestantes que se concentraron en apoyo a la población uigur, 142 de los cuales fueron detenidos.

Toque de queda para «evitar un aumento del caos»

Las autoridades de la ciudad de Urumqi declararon ayer el toque de queda, en un intento de frenar la escalada de violencia étnica y «evitar un aumento del caos», explicó el secretario del Partido Comunista de China (PCCh) en Xinjiang, Wang Laquan. Wang pidió también «el fin de la confrontación» entre uigures y han. «La confrontación étnica debe ser prohibida definitivamente», sentenció.

Reconoció actos de venganza contra los uigures, que no se atrevían a salir a las calles semidesiertas salvo por la presencia de paramilitares y «patrullas ciudadanas» de han. Agregó que «algunos chinos tomaron las calles y causaron desórdenes, algo totalmente innecesario».

Las líneas de teléfono fijo y el acceso a internet permanecía cortado en Urumqi «con el objetivo de sofocar las revueltas rápidamente y prevenir la expansión de la violencia», porque, según dijo Li Zhi, líder del Partido Comunista de China (PCCh) en la ciudad, la líder uigur exiliada Rebiya Kadeer usó internet y otras redes de comunicaciones para promover la protesta. GARA

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