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ANÁLISIS Elecciones generales en México

El pasado como triunfo

El autor asegura que la victoria del viejo PRI, el de la unidad nacional y la corrupción, el profundamente contrainsurgente y anticomunista, ha hecho del retroceso la nueva forma de cambio, y supone el fracaso del PDR y el PAN en su idea de cambiar el país.

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Marco RASCÓN Columnista de «La Jornada»

Hoy, como cuando los hijos se van de casa en actitud de rebeldía frente al autoritarismo y la incomprensión, los ciudadanos han regresado apaleados, suponiendo que el pasado era mejor y solicitando el perdón por haberse aventurado a cambiar. El PRD y el PAN, propietarios de las izquierdas y las derechas electorales, respectivamente, fracasaron en su idea de cambiar al país, que ha regresado al viejo PRI, haciendo del retroceso la nueva forma del cambio. Entre el partido del sol azteca y Acción Nacional, que debieron dividir al Revolucionario Institucional, lo unificaron y restauraron.

El maderismo, según la visión de José Vasconcelos, fue una tragedia porque convocó a la nación a cambiar, sin lograrlo. Se derrocó a Porfirio Díaz, pero no al porfiriato, y el país estalló. Madero, pactando con el viejo régimen, quiso ahorrarle una revolución a México, pero al desmembrarse su fuerza, provocó una de las más grandes y sangrientas revoluciones.

El regreso del PRI equivale hoy al golpe de Estado de Victoriano Huerta, que entonces, como hoy, fue festejado por los medios, los oligarcas económicos, la estructura sindical de los gobernadores y los aparatos del clientelismo central. Es sorprendente observar que muchos de los que anunciaron en julio de 2000 que había caído el muro, hoy lo levantan con la fuerza que da la convicción de que el viejo régimen es nuestra única opción de gobernabilidad.

En este episodio, hasta los mismos priístas que proponían un nuevo PRI salieron golpeados, porque ganó el viejo Partido Revolucionario Institucional, el de siempre: el de la unidad nacional, el profundamente contrainsurgente y anticomunista. El que espiaba, torturaba, encarcelaba y desaparecía; el del presidencialismo autoritario, el del entreguismo y el neoliberalismo. El de la corrupción.

No sólo falló la memoria, sino que gracias a la incompetencia de los responsables de conducir al país con los resultados de 2006 ha regresado el tricolor como mayoría absoluta a cogobernar y tripular el naufragio de Felipe Calderón, para quien de ahora en adelante el azul será cada día más desteñido y quien se verá forzado a pintar todas sus decisiones de un tricolor intenso.

Los panistas han fracasado hoy en conjunto y se han quedado sin reservas políticas. Con Vicente Fox fracasaron los neopanistas empresariales nacidos de los encapuchados de Chipinque en 1982, tras la nacionalización de la banca. Ahora fracasan los doctrinarios, los ortodoxos que llegaron reclamando a los foxistas haber cedido políticamente frente al priísmo.

Nueve años del país tirados por la borda y gastados en discursos frívolos y escaramuzas de reformas que terminaron demostrando que, desde la tercera fuerza, el PRI ya gobernaba sin elecciones de por medio, basado en la división entre los dos polos que lo habían derrotado a lo largo de un extenso proceso. Entre ellos, no hubo un asomo de visión de Estado. México vivió entre 2000 y 2009, lo mismo que entre 1910 y 1913: un porfiriato sin don Porfirio y un cambio con retroceso.

En el otro lado, ¡pobre Marcelo! Ahora tendrá como parte de sus aspiraciones presidenciales que llamar a los representantes de la Asamblea Legislativa a cumplir de manera sumisa la orden de imponer a Clara Brugada sobre los electores de Iztapalapa. Lo que fue un movimiento definido por Andrés Manuel López Obrador contra la derecha, y que anunció el fin de las instituciones, ahora celebra como central su triunfo pírrico contra su coordinador de campaña en 2006, y de manera oscura sin duda el triunfo del PRI por el que ha trabajado, liquidando su propia fuerza.

Nadie percibe que ese movimiento que obtuvo el 35% de los votos en las urnas, ahora tiene el tamaño del PT y Convergencia, que juntos no alcanzan el 5%. ¿Adónde se fueron sus votos?: al PRI. ¡Por eso, hoy, el tricolor erige un monumento al lopezobradorismo y su obra liquidadora!

En este drama político, la reserva del país se refugió en una vasta y diversa red social, horizontal y desorganizada que protestó en las urnas anulando el voto. Ellos aumentaron la votación general contra el abstencionismo, pero rechazaron el sistema de partidos. Su raíz es la insatisfacción, pero con objetivos y la demanda de continuar el cambio, pese al retorno del viejo régimen para que todo siga igual.

Ante el fracaso de la política polar entre PAN y PRD, ¿cuál será la alternativa hoy de las fuerzas democráticas y la sociedad? Este pasado 5 de julio no hubo un voto en blanco, sino un voto con adjetivos y objetivos que busca transformar contra el pasado anunciado como triunfo y a la transición que, todos, han convertido en naufragio.

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