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Enguantada y emotiva despedida global a Michael Jackson

Este homenaje ha servido una vez más para comprender la habilidad de técnicos, guionistas, realizadores, para hacer en un tiempo récord un gran espectáculo televisivo. Sin vacíos, sin palabras de más, sabiendo qué planos ofrecer, logrando un lenguaje universal para un acontecimiento global, y sin necesidad de buscar fantasmas, simplemente empleando todo el respeto y el talento individual y colectivo.

Raimundo FITERO

Crítico de televisión

Desde las cinco y media de la tarde, la mayoría de las cadenas generalistas van montado su particular akelarre. Las imágenes que les llegaban en directo eran simplemente de la llegada de una sucesión de limusinas y automóviles de gran tamaño, todos negros, acudiendo al cementerio portando a familiares y allegados para asistir al funeral íntimo y privado. Chóferes y guardaespaldas que con sus cuerpos creaban un manto protector para quienes acudían al acto religioso. Las cámaras estaban lejos, proporcionaban panorámicas y no se podían acercar lo suficiente como para proporcionar material a los comentaristas. Otra cosa es que hoy aparezcan imágenes y se sepa quiénes estuvieron en el adiós más sentido, el que escapaba al espectáculo público.

Los platós de las cadenas se llenan a esas horas de oportunistas, de gentes que aseguran conocer al fallecido, de quienes en una de las visitas profesionales del artista fallecido a alguna ciudad habían tenido un contacto superficial, lejano, que ahora amortizan de manera un tanto obscena. Se hacen comentarios bastante sobados, ridículos, en el estilo propio de esas horas de basura televisiva. Las cadenas de emisión las 24 horas seguidas también conectan puntualmente, con las mismas imágenes, casi como si fueran institucionales, y cada poco se hacen conexiones con los enviados a Los Ángeles, todos situados en el Staples Center.

Es en el estadio donde juegan Los Ángeles Lakers el lugar donde a la siete debe empezar la despedida pública, a la que pueden asistir en directo dieciocho mil privilegiados que han conseguido entrada. Se ha utilizado el método azaroso por orden expresa de la familia para que no se especulara económicamente con las entradas, para que no se negociara con el dolor y la muerte de Michael Jackson. Tiempo habrá para ello. A esos 18 mil se deben sumar millones de telespectadores de todo el mundo que han presenciado este homenaje en directo, en una de las emisiones más globales que se recuerdan y cuyos datos conoceremos pronto.

Todo está preparado para el adiós sentido al rey del pop, al fantasma de Neverland, y es que por Internet circulan unas imágenes de la CNN -una visita a la mansión de Jackson-, un barrido por los pasillos en el que se ve en una esquina, entre el marco de una puerta y el techo, una figura en movimiento, que aseguran se trata del fantasma de Michael. Aportaciones al misterio, a la leyenda, al mito planetario.

Sobriedad, respeto y talento

Con media hora de retraso comienza la ceremonia civil, la comunión con sus amigos, un acto de gran respeto. Primero se leen dos cartas emocionadas de Diana Ross y de Nelson Mandela. Un grupo de Gospel recibe con un soberbio canto religioso el féretro dorado con el cadáver, portado por hermanos y familiares. Un reverendo le da el adiós con las palabras reveladas.

A partir de ese momento, fundiendo el silencio con las emociones más intensas, cantantes, estrellas del show business, deportistas se van sucediendo en el escenario, unos para cantar, otros para recordar al amigo, a la figura del pop, y de repente otro reverendo sube para encender el ánimo, para poner el espejo a al sociedad americana, a los medios de comunicación, para reivindicar la negritud, para no olvidarse de los problemas sufridos por los afro-americanos, aunque fueran artístas de la música. Y hay que recordar que fue con el lanzamiento del vídeo-clip de «Thriller» que por primera vez la cadena MTV ofreció imágenes de un cantante de color.

Las intervenciones están presididas por el respeto. Las emociones se contienen con dificultad. Estevie Wonder se acompaña al piano para ofrecer una canción de plomo candente, rebosante de amor. Pero fue una blanca, Brooke Shields, la que hizo la intervención más cercana, emotiva en grado supremo, con las lágrimas en los ojos, poniendo a toda la sala con el corazón en un puño, y aseguró que a Michael le gustaba una canción de Chaplin de «Tiempos Modernos» y la estrofa «sonríe a pesar de que tu corazón esté dolido», y a continuación un emocionado Jermain Jackson cantó íntegra la canción.

Este homenaje ha servido una vez más para comprender la habilidad de técnicos, guionistas, realizadores, para hacer en un tiempo récord un gran espectáculo televisivo. Sin vacíos, sin palabras de más, sabiendo qué planos ofrecer, logrando un lenguaje universal para un acontecimiento global, y sin necesidad de buscar fantasmas, simplemente empleando todo el respeto y el talento individual y colectivo.

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