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Encierro mortal en Iruñea

«Capuchino», el colorado que tiñó de rojo sangre 650 metros de asfalto

Nadie podía prever que un pequeño toro como «Capuchino», sólo 515 kilos, un colorado que había salido de los corrales a paso lento, sembraría de sangre y muerte hasta 650 metros de asfalto. El Jandilla esprintó al final de Santo Domingo, y desde allí dejó cornadas en casi todas las calles, hasta la fatal curva de Telefónica.

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Ramón SOLA

Hasta la Plaza del Mercado, «Capuchino» era uno más de sus hermanos, un anónimo burel entre la manada de los Jandilla que había salido de los corralillos rodeada por cabestros, como en las tres carreras anteriores. Parecía impensable que luego pasara todo lo que pasó. Pero vete a saber por qué, a mitad de Santo Domingo el ligero toro comenzó a acelerar como una auténtica bala por la parte derecha de la calzada.

A partir de ahí, su trayectoria ya es leyenda en los sanfermines. En su currículum trágico entra este «Capuchino» casi al nivel del «Semillero» de 1947 o el «Antioquio» de 1980. Ambos sembraron de cornadas el recorrido. Cada uno de ellos acabó con la vida de dos corredores.

Volvemos a Santo Domingo. En sólo 50 metros, el Jandilla sacó casi diez de ventaja a sus hermanos. Entró en el Ayuntamiento a toda pastilla y se llevó por delante a tres corredores a quienes echó contra el vallado derecho, allá por Casa Seminario. Las cámaras de televisión, colocadas en ese lado, no captaron la embestida, pero sí las piernas del toro haciendo fuerza y metiendo riñones contra las tablas. De hecho, durante los primeros momentos se pensó que era ahí donde se había producido la cornada mortal.

Suelto desde entonces

El topetazo hizo que «Capuchino» se quedara apartado del resto de la torada, con todavía 650 metros por delante. A partir de ahí, el destino estaba escrito. El burel se lanzó hacia adelante arrollando a muchos corredores que pensaban, confiados, que todas las reses ya les habían superado. Así fue como, a la altura del bar Iruñazarra, el Jandilla se llevó por delante a un mozo de pelo largo vestido totalmente de negro que no le vio venir.

Aunque el golpe resultó espectacular, no fue más que un susto para lo que ocurrió después. Descolgado totalmente de los mansos, «Capuchino» se fue para adelante, todavía a velocidad continua, amenazando con clavar sus astas a todos los corredores caídos que recuperaban la verticalidad.

Así llegó el momento trágico, que pasó desapercibido al principio pero que se reconstruyó, con todo su dramatismo, gracias a las imágenes de un videoaficionado. El astado había llegado a la curva de Telefónica y allí se detuvo en seco, quizás por el efecto de la luz después de haber superado el túnel de la calle Estafeta. Tras dejar pasar las primeras reses, Daniel Jimeno tuvo la fatalidad de quedarse agazapado, sentado en el suelo, junto al vallado, en la parte derecha del recorrido. Para allí se fue el Jandilla confundido, sin dejar de levantar la testuz, y una de estas cuchilladas atravesó la yugular del malogrado joven de Alcalá de Henares.

Nadie reparó en ello, porque Jimeno fue arrastrado rápidamente por debajo del vallado por las asistencias de la Cruz Roja. Sólo el videaficionado que captó la imagen, difundida luego por Cuatro.

A «Capuchino» todavía le faltaban otros 150 metros, que estuvieron llenos de pánico, y eso que entonces nadie sabía que había dejado ya sello de muerte. El morlaco se empeñó en revolverse y hasta en dos ocasiones pareció que retrocedería hasta Estafeta, lo que seguramente también hubiera resultado mortal. Ambas veces, los pastores y algunos corredores con mucho mérito lo volvieron a poner en dirección a la Plaza de Toros.

El toro estaba muy confundido, y no dudó en cargar contra las tablas en un par de ocasiones, levantando por los aires a un mozo al que buscó hasta en tres ocasiones pero sólo encontró en una, y de modo leve. Le salvó el pellejo un ángel de la guarda en forma de mozo vestido de blanco que no tuvo miedo para agarrarse a un pitón.

Para entonces ya iban a cumplirse los cuatro minutos de carrera, y hacía tiempo que el resto de los Jandilla esperaban en los corrales del coso. Pero este «Capuchino» sólo dio tregua al llegar al ruedo, donde no atendió a un par de provocaciones. Los dobladores se lo llevaron a chiqueros. Terminaba uno de los periplos más dramáticos de la historia de los encierros.

Quince corredores fallecidos, quizás dieciséis

¿1911?

El investigador universitario Unai Alduain asegura que el primer fallecido fue Francisco García, en 1911. Hace unos años logró documentar que resultó herido en un encierro el 7 de junio de 1910 y que murió, tras una larga convalecencia en enero de 1911.

1924

Oficialmente, se considera como primer muerto en el encierro a Esteban Domeño Laborda, de Zangoza, un albañil que resultó corneado al final de la calle Estafeta. Sólo tenía 22 años.

1927

Santiago Martínez Zufía, vecino de Iruñea de 34 años, muere corneado en la Plaza de Toros.

1935

Un joven de 29 años de origen mexicano fallece tras resultar empitonado, también en la Plaza de Toros, el 10 de julio. Se llamaba Gonzalo Bustinduy y Gutiérrez de la Solana.

1947

Primer drama doble en una carrera sanferminera. Un mismo toro suelto, «Semillero», cornea primero en Estafeta a Casimiro Heredia, vecino de Iruñea, y luego en la Plaza de Toros a Julián Zabaltza, de Atarrabia.

1961

Tras catorce años sin percances mortales, Vicente Urrizola Istúriz, otro iruindarra de 32 años, fallece tras ser embestido en la cuesta de Santo Domingo, a la altura del antiguo Hospital Militar.

1969

Hilario Pardo Simón, un vecino de la localidad ribera de Murchante de 42 años, perece tras ser cogido por un toro, de nuevo en la cuesta de Santo Domingo.

1974

Los 70 resultan especialmente trágicos, y casi de forma consecutiva. Juan Ignacio Eraso Martiartu, un txantreano que apenas tiene 18 años, muere el 12 de julio tras ser corneado cuando se encontraba junto a las tablas, en el callejón. La cogida resultó muy similar a la producida ayer.

1975

Sólo un año después, Gregorio Gorriz Sarasa, vecino de 41 años de la localidad de Arazuri, pierde la vida tras ser cogido en el callejón de entrada a la Plaza.

1977

Otro corredor jovencísimo, José Joaquín Esparza Sarasibar, con apenas 17 años, muere de un modo especialmente dramático: asfixiado en uno de los montones humanos producidos en esos años en el callejón de entrada a la Plaza de Toros.

1980

De nuevo se producen dos muertes en un mismo encierro: las víctimas son José Antonio Sánchez Navascués, de Cintruénigo y 26 años de edad, corneado en el Ayuntamiento, y Vicente Risco, empitonado en la Plaza. Este último era de Badajoz, pero residía en Uharte-Arakil. Tenía 29 años.

1995

Tras otra etapa de cierta tranquilidad, el joven de Illinois Matthew Peter Tassio, de 22 años, muere de una brutal cornada en la Plaza del Ayuntamiento.

2003

Fermín Etxeberria, de 62 años, famoso corredor de Iruñea, hostelero y miembro de la Directiva de Osasuna, muere dos meses y medio después de sufrir una caída en Mercaderes.

2009

Daniel Jimeno, de 27 años y natural de Alcalá de Henares, pierde la vida al ser empitonado en el cuello por otro toro suelto, y de nuevo en la zona de Telefónica, cerca del callejón.

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